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Ciencia

Ciencia, mujer y (efecto) tijera

¿Cuándo van a dejar de recortarse nuestros derechos y libertades? - Los chicos reconocen tener admiración por Albert Einstein y Stephen Hawking pero no nombras a Marie Curie

Ciencia, mujer y (efecto) tijera

El año pasado fui invitada a participar en las XXI Jornadas Telesforo Bravo tituladas "Biodiversidad, ciencia y mujeres en tierra de volxcanes", toda una declaración de intenciones que impregnaron el ambiente de aquellos días. Diez investigadoras canarias representamos con orgullo a muchas otras científicas de las islas, con contribuciones novedosas en diferentes campos como biología molecular, fisiología vegetal, botánica marina y ecología, y también en temas de máxima relevancia como las invasiones biológicas o el impacto de los plásticos en la vida marina. La última ponencia de aquellas jornadas, impartida por la catedrática Carolina Martínez Pulido, arrojó luz sobre el fundamental papel que numerosas científicas tuvieron para el nacimiento de la biología moderna.

Aún a riesgo de parecer reiterativa, creo que el esfuerzo de visibilizar la transcendental contribución de las mujeres en diferentes ámbitos, no sólo merece la pena, sino que sigue siendo necesario. Prueba de ello es que, a pesar de lo positivo del gran respaldo social que han tenido las movilizaciones feministas del 8 de marzo de 2018 y 2019, éstas también reflejan la dramática realidad de que ¡¡¡varios siglos después!!! seguimos pidiendo muchas de las reivindicaciones iniciadas por mujeres como Hipatia de Alejandría.

Es cierto que se ha avanzado en los últimos 50 años, pero ¡aún queda mucho por hacer!

Las primeras científicas como Marie Curie, Katherine Johnson o Margarita Salas con mucho tesón y valentía tuvieron que superar la, doble o triple, marginación a las que fueron sometidas junto a su condición de mujer, como consecuencia del racismo, la moral cristiana o del patriarcado franquista, que exigía el permiso del padre o del marido para que una mujer pudiera estudiar o trabajar. Gracias a ellas, hoy nos enfrentamos en lugar de a barreras casi infranqueables a "techos de cristal". La historia está llena de científicas olvidadas o relegadas a un segundo plano porque, con frecuencia, muchos de sus brillantes logros científicos fueron silenciados o atribuidos a sus colegas varones. Por todo ello, una de las dificultades para despertar vocaciones en niñas y, que hace que muchas jóvenes no opten por una carrera de ciencias, es la falta de referentes femeninos en el mundo científico.

Y así lo revela una encuesta, realizada a jóvenes entre 16 y 19 años (El País, 2017), en la que los chicos reconocen tener admiración por Albert Einstein y Stephen Hawking, pero no nombran a Marie Curie, aunque es la única persona de toda la historia que ha obtenido dos Premios Nobel. Además, mientras los chicos sólo mencionan referentes masculinos, las chicas se refieren tanto a hombres como a mujeres. Otro aspecto, significativo fue que las chicas en sus respuestas incluyeron a personajes públicos, además de a sus madres y padres y, a sus profesores y profesoras, mientras que los chicos sólo nombraron a personajes célebres. A falta de referentes en otros ámbitos, disponer de espejos donde mirarse en la familia y en la escuela, puede marcar la diferencia para muchas niñas y jóvenes. Yo crecí en una familia numerosa donde los varones son mayoría, pero tuve la fortuna de que mis padres me inculcaron que con esfuerzo podría hacer y ser lo que me propusiera. Por eso, cuando les dije a los 16 años que quería ser bióloga, sabía que contaría con todo su apoyo. Educar a niñas y jóvenes en que son capaces de triunfar en cualquier campo profesional, debería formar parte del currículo escolar y del ámbito familiar.

Sin una razón que lo justifique, todavía no hay igualdad salarial, ni igualdad de altos cargos y las investigadoras siguen teniendo limitadas sus aspiraciones de ocupar puestos de responsabilidad en centros universitarios e instituciones de investigación. En el curso 2017-2018, sólo el 21% de los catedráticos eran mujeres y en 69 de las 84 universidades nacionales, había rectores. En los 92 años de historia de la Universidad de La Laguna, únicamente la Dra. Marisa Tejedor ha estado al frente de la misma.

La gran desigualdad aún presente entre el personal investigador de instituciones como el CSIC, se observa en esta gráfica elaboradora por la Comisión de Mujeres y Ciencia (2017). El denominado efecto tijera (cuanto más abiertas, mayor es la desigualdad) refleja como a medida que se sube de categoría, el número de mujeres que participan en la carrera investigadora es cada vez menor (la inician un 52.3% de alumnas pre-doctorales, pero sólo un 25% logran alcanzar el puesto de profesoras de investigación, PI). Esto se traduce en que las aulas y laboratorios estén llenos de mujeres y los despachos, comités y juntas directivas, llenos de hombres.

Para por fin conquistar la igualdad en el siglo XXI, se deben establecer medidas efectivas que garanticen la conciliación familiar y laboral, incentivando el reparto equitativo del cuidado de los más pequeños y mayores, y de las tareas del hogar. Además, se necesitan controles que impidan salarios para los investigadores superiores a los de las investigadoras y un sesgo masculino en la selección de puestos de responsabilidad. También, las evaluaciones de méritos deben premiar el esfuerzo que implica compatibilizar ciencia y maternidad, para que ser investigadora y madre sume, y no suponga competir en desventaja.

Por otro lado, los grandes problemas medioambientales y sociales a los que se enfrenta la humanidad, afectarán mayoritaria y más directamente a las niñas y mujeres, por ser más vulnerables. Tradicionalmente, en el mundo rural, las mujeres han ido acumulando abundantes saberes en el uso, manejo y cuidado de la biodiversidad. Por tanto, lo justo es que hubiera un mayor reconocimiento social de los conocimientos y valores que las mujeres aportan, como una mayor empatía o capacidad de mediación, y que nuestra voz fuera escuchada en temas tan fundamentales como educación, violencia de género, integración familiar, cambio climático y conservación de la biodiversidad. De lo contario, ¡el planeta y la sociedad saldremos perdiendo.

Ruth Jaén Molina. Bióloga-investigadora del Jardín Botánico "Viera y Clavijo"-CSIC Sociedad para la Conservación de la Biodiversidad Canaria (SCBC)

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