Experiencia y pubertad fueron de la mano, mayores y menores se conocieron un poco mejor y el contacto les resultó a todos muy satisfactorio. Durante unas tres horas, alumnos de entre 12 y 13 años del colegio Pueris de La Pardilla y los asiduos al centro de mayores de San Gregorio compartieron una jornada cuya finalidad era que los 13 chicos y chicas del centro escolar hicieran compañía a sus abuelos por un día y se enriquecieran de sus vivencias.

Zenaida Tejera, profesora del colegio Pueris, señalaba que la idea de esta jornada de convivencia de estos alumnos de segundo de la Eduación Secundaria Obligatoria con los mayores es una propuesta de la asignatura de Ciudadanía y "realizar una cadena de favores para que los niños se involucren y conozcan las actividades que se realizan en el centro de mayores".

Los 13 alumnos fueron distribuidos en los distintos talleres que funcionan en este recinto, coordinado por Yanira Fuentes. Baile, macramé, gimnasia de mantenimiento, informática y música tradicional fueron los destinos de los jóvenes visitantes. En su recorrido por el antiguo hogar del pensionista, Zenaida y Yanira invitaban a los escolares a introducirse en algunos de estos talleres y ver cómo se desarrollaban. El más numeroso, el de música tradicional, con los abuelos afinando los instrumentos se convirtió en toda una atracción para los alumnos. Ver que ser mayor no significa ser una persona inactiva o sin ilusiones fue una de las lecciones que aprendieron. Allí vieron a hombres y mujeres preparados para ensayar sus temas. Y no es para menos, pues forman parte del grupo folclórico del centro.

El taller de baile también les resultó divertido. Situarse frente a los usuarios del centro para aprender unos sencillos pasos fue toda una experiencia, casi un juego. Gustavo Hernández, monitor de baile, les explicaba cómo colocarse para iniciar los movimientos. "Son bailes sencillos, como el chotis majorero, la berlina del Escobonal o el pasacatre de Tenerife para que se inicien en ellos". Así lo hicieron Asier, Nuria, Alejandro y Andrea, que se pusieron manos a la obra y bailaron con sus respectivas parejas, un cuerpo de baile normalmente formado por casi una treintena de participantes, pero que en esta jornada no estaban todos.

Los alumnos coincidían en que era "una experiencia muy bonita pasar el día aquí con los mayores porque hemos visto las actividades que realizan y cómo pasan el rato en este lugar", afirmaron.

Los mayores también estaban contentos de la experiencia. Maquita Pérez y Santiago Hernández consideraban que "es una experiencia maravillosa, es muy bonito que vengan aquí, que haya contraste entre mayores y niños".

Por su parte, Jesús Gómez, Vicente Ramos y Francisco Peñate, septuagenarios, también corroboraban el acierto de esta cadena de favores. "Es perfecto que los niños vengan y vean lo que hacemos, que se relacionen y conozcan a sus mayores. No deben olvidar las tradiciones y lo que hicieron sus antepasados".