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Perfil

Una maestra del ilusionismo

¿Qué tienen en común David Copperfield y Teresa Velázquez? Pues que los dos son del signo zodiacal Virgo y que, a tenor de lo que consta en el sumario de la operación Cebo, disfrutan de un don innato para hacer desaparecer cosas: el primero la mismísima Estatua de la Libertad y la segunda, más de dos millones de euros que la Policía Nacional busca en mil y un rincones desde hace varios meses.

Nacida el 24 de agosto de 1971 y criada en el populoso barrio de Valle de Los Nueve Alto, esta empresaria de férreo carácter y prosa convincente cursó sus estudios de Educación General Básica (EGB) en el colegio Virgen del Pilar, hoy en día, IES Nuestra Señora del Pilar. Allí obtendría el título de Graduado Escolar, el máximo grado de calificación académica que pudo alcanzar, según se recoge en el folio 1.965 del sumario en el que se la considera la presunta autora de una estafa que supera los tres millones de euros y que afecta, de momento, a 81 personas, muchos de ellas miembros de una misma familia. Bajo las condiciones que impone la crianza en el seno de una familia numerosa "honrada, seria, humilde y trabajadora", -apuntan quienes conocen a la prole de los Velázquez- Teresa no tardaría en emigrar hasta el casco de Telde.

Camarera de pisos

Con 16 años conocería a su marido, Manuel Alexis Santana, también imputado en la causa. En aquella época, Velázquez ya trabajaba como camarera de pisos, ascendiendo posteriormente al cargo de gobernanta. En 1996, tras nueve años de relación, ambos contraerían matrimonio, convirtiéndose en padres con el cambio de milenio de un niño que también ha resultado encartado.

Teresa se centró en la crianza de su bebé durante los nueve primeros años. Y es ahí, a partir de 2009, cuando comienza a dedicarse (supuestamente) al mundo de las subastas mientras residen en un inmueble de protección oficial de la calle Doctor Melián, en el barrio de La Barranquera.

Las primeras transacciones conocidas se producen a lo largo de 2011 y 2012, cuando coloca varios vehículos de alta gama entre empresarios de la Isla a precios bastante competitivos. Quienes ya la conocían por entonces destacan su carácter abierto y un extraordinario don de palabra, un porte y una desenvoltura de tal magnitud que a la hora de dar promesas y explicaciones resultaba prácticamente imposible decir 'no' a sus suculentas ofertas de negocio.

De eso mismo da fe la Policía cuando en los autos asegura que se había hecho con un perfil de cliente muy concreto, "tratándose de personas con un poder adquisitivo elevado, con una buena posición social y con los cuales mantenía una relación de amistad o de confianza obtenida previamente y a raíz de la cual iniciaría relaciones comerciales consistentes en las grandes aportaciones de dinero por parte de los clientes para adquirir propiedades inmobiliarias".

Si hay otro aspecto del que también hace gala la detenida es de su carácter tenaz y persistente, al igual que de su temperamento, perceptible en algunas conversaciones reproducidas en la causa (ver transcripción adjunta).

Aficionada, como ella misma reconoce, al mundo de la santería, a Teresa le gustaba vivir sin privarse de algunos placeres, como el de poseer un coche de alto standing, un Audi A5, o vestir los mejores trajes. Viajaba con relativa frecuencia a Tenerife, aunque sólo se le conoce un viaje al extranjero. En Cuba, acompañada por una amiga identificada como santera en el sumario, gastó unos 12.000 euros.

La cantidad pudiera p parecer excesiva, pero no es ni de lejos suficiente para justificar alcanzar los más de dos millones que busca con ahínco el Grupo de Delitos Patrimoniales de la Policía Nacional.

Ella alega que le dio 1,2 millones a unos de sus clientes -a la sazón, una de las dos personas que acabaría denunciándola-; fuentes de la investigación se decantan por otras teorías. Mientras las pesquisas avanzan, Teresa aguarda en una celda de Juan Grande. Un espacio del que ni siquiera el gran David Copperfield podría escapar. Al menos, que se sepa.

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