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Entrevista. Escritora y periodista

Belkys Rodríguez: "Relatos en minifalda' es un libro gamberro"

"Después del nacimiento de mi hijo, publicar el libro ha sido lo más bonito que me ha pasado en la vida", explica la periodista y escritora cubana, asentada en Gran Canaria

Belkys Rodríguez, en el parque de Arnao, con su libro. YAIZA SOCORRO

¿Cómo definiría su libro 'Relatos en minifalda'?

Relatos en minifalda es un libro de microficciones, de relatos muy variados. Yo digo que si tengo que definirlo digo que es muy gamberro, porque es muy juguetón, muy travieso, muy unido a mi cultura, a mis raíces cubanas. Tengo un padre muy dicharachero y recuerdo desde niña que inventaba nombretes para la familia, se inventaba cosas que a mí me parecían graciosas y ésa ha sido la influencia fundamental de mi libro. Un libro que también cuenta mis andares por tres islas: Islandia, Cuba y Gran Canaria, es muy variopinto. Yo me formé en los talleres de literatura de los escritores canarios Alexis Ravelo y Santiago Gil. El libro, dada esa formación en los talleres de literatura creativa, tiene influencias de los cuentos tradicionales, ya que nos enseñaron a sacar de cuentos tradicionales como Pinocho, Pulgarcito, Caperucita, el Hada Madrina, Gepeto y sacarlos de contexto e inventarnos historias. Para mí ha sido como un juego y yo vengo de la poesía y siempre fui una lectora voraz de José Martí, Jack London, Salgari, pero me gustaba leer poesía. Y a través del periodismo descubrí la crónica literaria, pero hubo un momento que cuando llegué aquí me gustó la narrativa corta porque es muy difícil contar algo en pocas palabras y enganchar al lector. Me gusta, estoy hechizada con este género.

Comenta que toma personajes como Pinocho, Caperucita, Pulgarcito y les da otra vida. ¿Qué les 'obliga' a hacer a Pulgarcito o a Caperucita?

Caperucita puede ser la mala de la historia, que quiere convencer al Lobo para que vaya con ella a un sitio y el Lobo ya está cansado de hacer fechorías, de ser un malhechor y quiere limpiar su imagen, por ejemplo. En el caso de Pinocho, Pinocho no es un niño mentiroso, sino que lo es su Hada Madrina y así voy cambiando; Pulgarcito no está en el bosque y las migas de pan lo conducen a la ciudad de Nueva York y se acerca al toro que simboliza el poder y se burla de él. Me gusta mucho, ahí está la parte gamberra o traviesa de escribir basándonos en los cuentos tradicionales. Incluso con personajes de la literatura universal como Don Quijote y Sancho Panza juego con ellos y los saco de contexto y los pongo en la época actual. Para mí es muy divertido y me gusta.

¿Cuáles son sus influencias literarias más importantes?

Fundamentalmente Augusto Monterroso. Creo que es un clásico y un gran maestro del relato corto. Luego los demás, de Kafka hasta Borges, Cortázar, con sus famas y cronopios, Dolores Campo Herrero, son muchos, hay mucha gente que me ha influenciado. Juan José Arreola y Monterroso creo que han influido mucho en mí porque suelen coger personajes conocidos y hacer historias nuevas.

Habla de que la gente se va a encontrar en 'Relatos en minifalda' con insolencia y también con agresividad en los relatos. ¿Estamos hablando de relatos muy gamberros, como ha dicho?

Yo no sé a veces de dónde saco estas historias. Hay, por ejemplo, un relato en el que juego con las letras, yo trato de escribir y las letras empiezan a acumularse de tal manera que empiezan a estrangularme, no sé si llamarle humor negro. Otro ejemplo, una vez me operé de las varices y escribí una historia sobre el cirujano que era de terror. Es una mezcla de todo, de muchos géneros, del policiaco a la novela negra. Los clásicos nórdicos me han enganchado mucho y me gusta mucho el género negro.

Le surgen los relatos no solo de lecturas, sino de usted misma.

Una noticia en el periódico por ejemplo. Suelo leer cosas curiosas, como una mujer que se casa consigo misma, que me parece un tema de un relato. Veo cosas de crímenes, de cosas curiosas de las que de repente me viene una idea y la desarrollo. Leí una historia sobre un verdugo en Inglaterra en el siglo XIX e hice un relato sobre la historia de aquel famoso verdugo. Depende, hay cosas en la vida misma, no todo es gamberro, hay mucha nostalgia, que te da por estar fuera de tu casa. Me vienen historias de mi infancia, vengo de una familia muy peculiar, nací en un pueblo donde se escuchaban historias de aparecidos, donde la gente se inventa las cosas y creo que hay también un poco de poesía. Tengo un relato dedicado a la playa de Arinaga y la gente me dice que es un poema. Hay de todo.

Dice que dejó de leer poesía, ¿no le llenaba?

Yo creo que ha sido un pequeño abandono, aparcarla momentáneamente, pero de vez en cuando escribo algo, según el estado de ánimo, pero está como aparcada. Me dije voy a buscar nuevos senderos y descubrí la microficción, que me hechizó y ahí voy en ese camino. Mi poesía es muy desordenada, un poco libre.

¿Se ha planteado pasar del microrrelato al relato largo?

Tengo muchos relatos largos que los quiero reunir en un volumen para ver si sale algo chulo. No están publicados, son cuentos largos. Me gustaría explorar también la narrativa larga, pero me da un poco de miedo algo más elaborado, pero falta tiempo. Me gustaría incursionar en el género negro.

Su libro se ha financiado con el microcrédito y los resultados han sido muy buenos. En cinco meses cumplió su objetivo, recaudó 1.238 euros cuando necesitaba 900 y la han ayudado 90 mecenas. ¿Sorprendida?

Me sorprendió mucho. De hecho tenía un poco de temor porque me conocían mis amigos y gente cercana que me seguía en Facebook y en Twitter. Me sorprendió la respuesta de la gente y siempre digo que es un hijo literario colectivo porque si no hubiera sido por los mecenas no lo habría conseguido porque para un escritor novel es muy difícil publicar salvo por este sistema. Es fantástico, es algo maravilloso porque participas activamente en tu libro y vas viendo cómo la gente te dice que quiere ser mecenas y dónde pueden colaborar. Gracias a Antonio Cerpa, un pintor de Arucas que ha hecho la portada e interiormente he tomado pinturas de mi abuelo y de un pintor canario que se llama Falo Sosa. Fue sorprendente y cuando vi cómo iba creciendo el porcentaje recaudado es una emoción que no se puede describir.

Mucha gente la ha ayudado.

No puedo dejar de mencionar a Sandra Franco, una magnífica escritora infantil y me llevó hasta Plácido Checa y me animó a que publicara. Le debo mucho a Sandra, a su marido, el concejal de Telde Dani Martín y en las dos presentaciones hubo mucha gente. También es para mí un referente personal y literario el poeta Manuel Díaz Martínez, que ha sido un padre adoptivo literario para mí. Cuando vi la primera prueba de imprenta del libro me eché a llorar y decía 'mi bebé, mi bebé'. El encontrar un editor que te apoye, que todo el mundo te esté apoyando es muy bonito. Después del nacimiento de mi hijo, es lo más bonito que me ha pasado en la vida.

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