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Triunfa la escuela de música

El centro privado cuenta con 350 estudiantes después de asumir hace tres años a alumnos procedentes de la enseñanza municipal de Telde

Alumnos de instrumentos de viento de metal durante una clase en la escuela de música Esmut. SABRINA CEBALLOS

"Sin la música la vida sería un error". Así la describía el filósofo Friedrich Nietzsche, y tratando de no caer en el error de dejar a Telde sin escuela de música, un grupo de antiguos profesores del centro público del municipio, que se vieron en la calle tras el expediente de regulación de empleo en 2012, decidieron apostar por Esmut. Tras tres años de vida, esta escuela de música, ubicada en San Gregorio, en la calle Luján Pérez número 5, cuenta ya con más de 350 alumnos, un número muy superior al que tiene la actual escuela municipal. En las instalaciones, sólo se escucha mucho ruido musical, una mezcla de sonidos que salen de las diferentes aulas y que por individual dejan de ser caos para convertirse en repeticiones de alumnos que tratan de perfeccionar lo aprendido. En una están los de guitarra, en otros los de instrumentos de viento de metal, en la planta alta los de canto y coro, los de violín al final del pasillo, y frente a esta última los de clarinete. Pero éstos son solo una muestra de las múltiples disciplinas que se imparten en el centro.

Alberto Medina es codirector y uno de los fundadores del proyecto, y asegura que "el secreto del éxito ha sido mucho trabajar y poco cobrar". Dice que fueron rápidos a la hora de montar la escuela porque no querían dejar atrás a todos los alumnos que pedían clases de música en el municipio, por ello, en tan sólo 4 meses consiguieron hacerlo realidad. "Nunca se sabe si una aventura de este tipo saldrá bien o mal, pero los alumnos nos han respaldado, empezamos con algo más de 100, que venían de la municipal y durante este tiempo han venido alumnos nuevos".

El precio medio de las clases que se imparten en este antiguo chalet, donde se halla Esmut, es de 50 euros y las disciplinas abarcan todos los campos, tanto musicales, como de canto y danza.

En la clase de clarinete está Francisco Santana. Es uno de los estudiantes adultos con los que cuenta la escuela, y comenzó este curso a aprender a tocar el clarinete. Afirma que "la hora y media semanal que dedico a la música supone recuperar algo que perdí hace muchos años y me voy a casa muy estimulado con los resultados. Creo además que la música debería tener más presencia en el sistema educativo porque es beneficiosa en muchos campos". Dice que eligió el clarinete porque es "el mejor instrumento del mundo y su sonido es terciopelo puro". Pero para que suene bien debe trabajar mucho en casa. Su profesor, Juan Manuel Alemán, reconoce que los alumnos adultos tienen menos tiempo para dedicarlo a practicar y que por eso los resultados se consiguen de manera más lenta, además "ellos tienen más vicios y cosas que corregir que un niño, pero todo se puede conseguir".

En otra de las habitaciones de esta amplia casa, y que hace las veces de aula, dan clase de coro. Menores que van desde los seis hasta los 13 años tratan de "aprender a cantar de manera que no se hagan daño en las cuerdas vocales y para eso trabajamos con la respiración y la vocalización", dice su profesora, Berenice Musa. Kendra Vega, tiene 10 años y lleva solo un año dando clase. Afirma que de momento están aprendiendo canciones clásicas y que prefiere la clase de canto a cualquier otra actividad. "En la clase de coro he aprendido a cantar, pero también a divertirme en grupo", dice.

La formación grupal es la segunda de las etapas por las que pasa un pupilo en Esmut, porque primero dan clases individuales con su instrumento, luego pasan a aprenderlo en grupo y por último se educan en lenguaje musical.

Son 12 los profesores que se encargan de enseñar a usar los instrumentos y el amor por la música. Además "organizamos conciertos y audiciones durante el año, así los alumnos se motivan y sus familiares pueden ver la destreza y su evolución", asevera Alberto Medina. Dice que la capacidad creativa está ahora más potenciada porque tienen la libertad de moverse en la dirección que quieren en cuanto a disciplinas. De ahí que a finales del mes pasado de mayo celebrarán un festival en el que se daban cita la música, la danza y la pintura, fusionando los sonidos de diferentes instrumentos musicales y de diferentes disciplinas.

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