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El mecenas del comercio en Telde

Manuel Campos Padrón ayudó con microcréditos a los pequeños empresarios del municipio en épocas de crisis - Propietario de Almacenes Campos, fue concejal capitalino

Manuel Campos Padrón en su fábrica de bloques en 1925 FONDO BIBLIOGRÁFICO Y DOCUMENTAL

Desde niño mostraba ya un gran talento natural que le convertiría luego en un próspero emprendedor y en un peculiar empresario , quien más que primar las ganancias -y fueron cuantiosas- su trayectoria se decantaba por lo que hoy en día denominan economía social los expertos al uso. Y es que Manuel Campos Padrón, un personaje cuya memoria se pretende recuperar en el libro Manuel Campos Padrón, notas para una biografía, fue un adelantado a su tiempo por su concepción del mundo de los negocios, pero también por su compromiso social con las personas más desfavorecidas.

Una obra que se presenta mañana, a las 20.00 horas, en la casa museo León y Castillo, en Telde, una ciudad con la que mantuvo lazos comerciales y también familiares. Los autores del libro, su nieto Javier Campos Oramas y María de los Reyes García Gómez se han encargado de recopilar a través de la prensa digitalizada toda la información existente sobre Campos Padrón, "no tanto para hacer una biografía, sino como refleja el título del libro, para mostrar notas que sirvan de base para una futura biografía", explica Javier Campos.

Este volumen se incluye en la actividad del Fondo Bibliográfico y Documental Manuel Campos, una entidad creada en 2012 por Manuel Campos Gómez y tiene como fines la recopilación, conservación y edición de libros y publicaciones en formato impreso o digital; así como la promoción de la educación, el arte, la cultura y el deporte en Canarias.

Nacido en la capitalina calle de Las Lagunetas en el seno de una familia vinculada al mar por la construcción de pequeñas embarcaciones y que tenía su negocio junto a la ermita de San Telmo, Manuel Campos Padrón se vio a corta edad -entre los 14 y los 16 años- sin la presencia de sus padres y de su hermano mayor, que emigraron a Sudamérica en busca de una vida mejor y que en Gran Canaria no tenían posibilidades de conseguir.

De recadero a empresario

Así las cosas, el adolescente Manuel Campos empezó a trabajar de recadero en la empresa de Tomás Lozano Pérez, ubicada en lo que décadas después ocuparía Cortefiel en la calle Malteses. Allí pasó unos años y gracias a su viva inteligencia ascendió pronto y en 1902 ganó un importante premio de la lotería que compraban los empleados a su patrón. Con ese dinero y la cabeza llena de ideas, el futuro empresario empezó a forjar su fama y fortuna con un primer negocio en la calle Remedios, esquina Las Lagunetas. En esta sede inicial se instalaría con posterioridad el hotel Europa y después el hotel Catalán, centro de intercambios comerciales y actos sociales.

Su carácter emprendedor le hace avanzar y le compra a los hermanos Perdomo su negocio y junto a su esposa, hija de comerciantes, trabajaron durante varios años en el buque insignia de su fortuna, Pañería de Manuel Campos Padrón, años más tarde los afamados Almacenes Campos.

La actividad comercial de este empresario le llevó a realizar numerosos viajes por Europa y surtía de mercancías a mercados tan distantes y distintos como Argentina, Cuba, Marruecos o Fernando Poo, además, por supuesto a los minoristas de Gran Canaria. Y entre ellos, los ubicados en la comarca de Telde, un vasto y amplio territorio que llegaba hasta La Aldea y donde el pequeño comercio echó sus raíces no solo con los canarios, sino con lo sirios, libaneses, turcos y de otras nacionalidades del imperio otomano cuando éste cayó en la I Guerra Mundial. La relación comercial con el empresario fue vital para su expansión y consolidación, sobre todo cuando las sucesivas crisis del siglo XX los abocaban a la desaparición.

Campos Padrón vendía de todo en sus almacenes, no solo género textil y en sus dependencias el cliente podía hallar una inmensa variedad de artículos, como por ejemplo, un carruaje. "Mi abuelo", comenta Javier Campos, "se compró un Mercedes y presumía del único que había en Canarias", pero no era el ascendiente del autor del libro un hombre apegado a su fortuna y lo demostró con numerosas obras de caridad y de apoyo económico a quienes se lo pedían.

Un ejemplo de este compromiso con la sociedad de su tiempo fue su mecenazgo a las pequeñas empresas que lo pasaban mal en las crisis. "Estamos hablando que después de la Primera Guerra Mundial y la Guerra Civil muchos comercios estaban abocados a la ruina porque no vendían, pero mi abuelo fue una persona que ayudó a que sus clientes no cerraran sus negocios. Les ofrecía lo que hoy en día son los microcréditos y con flexibilidad para pagarlos, dinero que sirvió para que estos empresarios no terminaran en la ruina", indica Javier Campos Oramas.

El carácter leal y de confianza que definían a Manuel Campos Padrón también lo destaca Antonio González Padrón, conservador del museo León y Castillo y cronista oficial de Telde. En su opinión, "Manuel Campos fue el mecenas del comercio en lo que en la primera mitad del siglo XX se denominó la comarca de Telde, que abarcaba desde esta ciudad hasta La Aldea de San Nicolás, es decir, todo el sur y sureste de la Isla. Sus créditos a los empresarios en apuros, basados en una relación de confianza y de palabra salvaron a muchos de la ruina en una época de permanente crisis, con dos guerras mundiales, el crack del 29 en Wall Street e incluso en la posguerra. A su actitud solidaria con los demás le debe Telde y otros municipios que sus poblaciones no lo pasaran incluso peor".

Esta faceta de prestamista, que no de usurero como enfatiza Javier Campos Oramas, en una época donde la banca no existía tal como se le conoce ahora, le granjeó popularidad y afecto al empresario, "ya que pese a que murió en una fecha tan conocida como el 31 de diciembre [1950] su entierro fue multitudinario por las calles de Las Palmas de Gran Canaria".

Un aspecto menos conocido, pero también importante en la vida de Campos Padrón fue su trayectoria como concejal del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria. No fue una decisión voluntaria, recuerda su nieto, sino una imposición de Miguel Primo de Rivera en 1927. "El dictador quería abrir la política a la sociedad civil y ordenó que los mayores contribuyentes de cada ciudad y mi abuelo era uno de ellos, fueran nombrados concejales. De esta manera y durante cuatro años, hasta 1931, permaneció en el Ayuntamiento, ya que cuando se presentó como independiente en las de abril de ese año tuvo un rotundo fracaso y no volvió a ejercer la política y volvió a sus negocios".

Hombre muy religioso, "pero muy discreto, nada meapilas", explica Campos Oramas, el fundador de Almacenes Campos fue presidente de la Junta de Semana Santa y un cristiano practicante, "ya que se iba al risco de San Nicolás para atender a los enfermos y ayudar a las personas necesitadas, toda una conducta de compromiso social, aun a riesgo de contraer la tuberculosis y pese a que su familia le desaconsejaba ir".

Más polémico se presenta abordar su apoyo al golpe militar de Francisco Franco , que Javier Campos matiza con dos razones. La primera, "que en aquella época era imposible negarse a ayudar a Franco porque la vida del que lo hacía corría peligro, tanto física como en su actividad. Además, durante la República a mi abuelo no le gustó lo que se hizo con religión, ya que era una persona muy religiosa y no quería ese régimen".

Sin embargo, Manuel Campos Padrón no fue un activista del régimen, sino que se retiró a sus negocios y descartó ingresar en la política. "Solo tuvo un puesto durante varios años en el Tribunal de Menores, pero luego lo dejó".

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