Jhonander Ojeda sigue en la memoria de quienes lo conocieron y de los que han oído hablar de él. Desde diferentes puntos de Gran Canaria, medio centenar de moteros le rindieron homenaje junto al mural que le recuerda como uno de los vecinos más queridos y populares de La Garita. Fue una jornada emotiva para su padre, Francisco Ojeda, también motero y del que el joven sargento fallecido el pasado 22 de octubre de 2015 cogió recorte con entusiasmo. Pero no menos emotiva para Julia Martel, presidenta de patronato de fiestas La Sal y otros residentes en el barrio costero, el de los margullos y travesuras del Jhonander niño.

Era un día bueno para bajar a la playa y disfrutar de una temperatura y condiciones de la mar idóneas en un septiembre recién nacido y que tiene en fiestas a la cala teldense en honor al Sagrado Corazón de Jesús. Bañadores, toallas y sombrillas frente a unos visitantes que después de tres horas de recorrido por Gran Canaria, llegaron pasadas las 13.30 horas a su cita con el sargento al que le gustaban las Harley Davidson y pilotaba una Honda RR o compartía con su padre la moto de esa marca. Camisetas con distintivos motero, chalecos, los cascos ya quitados de las cabezas y un empeño común de arropar a Francisco Ojeda y compartir con él ese reconocimiento público marcaron el encuentro.

Justo debajo del mural, Manuel Ortiz y Javier de Andrés, acompañados de Julia Martel, entregaron al padre de Jhonander un banderín con el logo del club, Las Palmas Chapter Islas Canarias, del que es socio Francisco Ojeda y que se hace extensivo a su hijo. De Andrés recordó el recorrido hasta el mural del homenajeado, en La Garita. "Salimos a las 10.30 desde El Sebadal, donde está el concesionario de Harley Davidson, realizamos una ruta por el Norte, bajamos desde San Mateo a Valsequillo y desde allí a Telde, a La Garita. Ha sido un trayecto estupendo, donde hicimos una breve parada en Fontanales para tomar algún café o refresco para seguir la ruta".

La exhibición de las vistosas motos tuvo su escenario en la plaza de La Garita, donde el medio centenar de monturas ocuparon ambos lados del recinto y sus dueños, junto a algunos vecinos, se hicieron fotos para guardarlas no ya solo en su recuerdos, sino quizás en sus bolsillos de sus chalecos. Distentidos, con ganas de aprovechar el día, tuvieron como regalo una paella en la sede del patronato de fiestas La Sal, a escasos metros de la plaza. Una paella que no decepcionó a ningún comensal y a la que más de uno se reenganchó volviendo a hacer una cola ordenada mientras se servían los platos.

Más tarde, en su retorno a la capital grancanaria se llevaron el agradecimiento de La Garita y un miembro de honor del club, Jhonander Ojeda, en sus corazones.