La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Entrevista a Natacha Hernández Pérez

"Música y poesía son terapias antiguas que pueden suponer la clave del éxito"

"Ser médico es un compromiso diario con la vida y con vocación se pueden conseguir muchas cosas", asegura la médico y escritora

Natacha Hernández Pérez. LP / DLP

¿Cómo ha sido su trayectoria profesional?

Estuve vinculada al servicio de psiquiatría porque hice un máster de salud mental aquí en Canarias. Así, estuve trabajando diez años para un centro de drogodependencia, y desde el 2008 hasta el 2011 estuve adjunta al servicio de psiquiatría en el Hospital Militar.

Usted es cubana.

Sí, en Cuba me gradué en 1994 como médico general y aunque comencé la especialidad de medicina familiar y comunitaria no lo pude terminar porque me vine para Gran Canaria en el 98, así que lo terminé aquí. Me presenté al MIR y en 2011 me fui a Guadalajara donde hice una formación de cuatro años en esta especialidad.

Desde entonces no ha dejado de trabajar.

Ha sido una trayectoria muy buena y he trabajado diversamente. En el Servicio Canario de Salud llevo desde el 99 con consultas de atención primaria, pediatría o en el servicio de urgencias. Además, estuve dos años en el Centro de Salud de Santa Brígida como médico de refuerzo haciendo hasta 31 horas diarias los fines de semana, pasando por todos los centros de la Isla. Fue una etapa que se convirtió una experiencia bonita porque me he relacionado con diversas culturas y formas de ver la vida, he visto como la insularidad la llevan de manera diferente los habitantes de la Isla y, quieras o no, te culturizas. He aprendido a vivir las fiestas y las romerías de todas las Islas por los centros en los que he estado, sobre todo de guardia, y esto me ha vinculado mucho a la forma de vivir en Canarias.

Además de esta labor, se ha dedicado en cuerpo y alma a otros grupos en situaciones menos favorables.

Sí, también he estado con una población de riesgo como es la de la toxicomanía, el desamparo social, personas en exclusión social o con enfermedades mentales que además están en algunas de las situaciones anteriores. Implicarse en esto te hace conocer la política de desarrollo en cuanto a pacientes en esta situación y que esta requiere todo lo que se pueda hacer desde otras política sociales y de sanidad, que deben estar vinculadas, porque se puede hacer mucho por y con ellos. Desde el Servicio Canario de Empleo trabajamos muy vinculados, por ejemplo, con Cáritas y la Cruz Roja y, aunque no se crea, se hacen muchísimas cosas y se consigue que muchos pacientes salgan o mejoren.

¿Un sector complicado?

Sí lo es, sobre todo porque muchos de los pacientes con enfermedades mentales que están en riesgo de exclusión no tienen apoyo familiar, o porque con otros hay que trabajar mucho y de manera diferente, ya que están vinculados con patologías duales, puesto que también están asociados con drogas. Aún así, aunque sea difícil no significa que no se puedan conseguir cosas y, además, ya hemos logrado muchas, especialmente con el antiguo grupo con el que trabajaba, ya que éramos el equipo de tratamiento efectivo comunitario de salud mental de Gran Canaria, y saber que en España solo hay 14 de estos equipos, es un privilegio tener uno en la Isla y, además, formar parte de él.

¿Considera que la medicina vinculada a su compromiso social es vocación?

Sin duda. Además soy una persona que mezclo mucho la cultura, la poesía y la música con mi vocación como médico. Necesito que mis pacientes canten y que aunque estén con demencia puedan interactuar de alguna manera. Creo que la música y la poesía son una forma de que ellos interactúen. ¿Quién escucha música y no abre los ojos aunque no pueda hablar?

¿Una recuperación es más favorable con estas técnicas?

Sí, y creo que el sistema público debería, cada vez más, vincular terapias alternativas a las convencionales. He tenido muchos resultados en ello, como con gente que no podía hacer absolutamente nada por un estado de demencia muy avanzado y que han conseguido poder realizar actividades, señalar con un pictograma qué quieren comer, que necesitan hacer pis o que se encuentran mal. Pensamos en cada paciente y, por ejemplo, están aquellos que no se quieren dejar bañar, así que generamos en el baño asistido una especie de spa con luces indirectas, música y aparatos que venden en las tiendas de los chinos y que hace que se relajen y se bañen. Se pueden conseguir muchas cosas, pero va vinculado a la vocación.

Si hacerlo de esta manera no sale de dentro, ¿está complicado?

Se trata de formar parte de un buen equipo, porque cuando lo tienes y hay confianza y colaboración, se cree y se forma parte de ese proyecto, teniendo claro que puedes conseguir cosas, se puede. Hay que dar motivos y ganas a los enfermeros y auxiliares, porque la gente necesita creer en lo que hace y en que puede, además de motivación. Por otro lado, hay que tener en cuenta que cada persona tiene su vida ajena al trabajo, pero que cuando te pones manos a la obra hay que saber dejar atrás los problemas y pensar que se trata de tu trabajo y que si tienes un mal día, mañana será otro mejor, pero que los pacientes no tienen culpa de las situaciones que vivimos cada uno.

¿El arte ayuda a curar?

Por supuesto. Ahora, además de para el Servicio Canario de Salud, trabajo en el Hospital ICOT Ciudad de Telde donde tenemos a una señora que le gusta la pintura y hace cuadros y pinta. Dentro de terapias para su mejora, le hemos dado el rol de profesora de este arte y enseña a algunos pacientes a los que da clases y presta sus materiales. Esta actividad ha sido muy buena para muchos, entre ellos personas que no se comunicaban muy bien y que ahora se sientan en sus mesas, hablan, hacen sus trabajos y se olvidan de que les duele la cadera, la cabeza o el pie. Están entretenidos y los alivia, porque no todo puede solucionarse con una pastilla.

La literatura también es una pasión que la acompaña, ¿de dónde le nace?

Mi abuelo, Ramón Pérez, era un poeta de un pueblo de campo donde yo nací, en La Habana, y toda la vida le gustó el punto guajiro, muy parecido al que muchos cantan aquí con la descarga del timple o como una nueva trova de poesía cantada. Mi abuelo escribía poesía y era considerado uno de los poetas del pueblo y desde siempre me gustó la literatura, leer a Lorca o García Márquez, y los grandes boleristas cubanos, porque también me encanta cantar y, si no, que le pregunten a la enfermera que está a mi lado.

¿Participa en actividades literarias en la Isla?

Sí, me inicié en el año 2002, cuando trabajando en el centro de salud de Las Remudas conocí a la organizadora de veladas Susi Arencibia. Vino a mi consulta quejándose de un dolorcillo por un proceso de enfermedad que pasó y recuerdo que al verla me salió una poesía inspirada en ella y se la dije. Sonrió, se relajó y me dijo que se le había quitado el dolor. A partir de ahí y de quedar más veces con ella, empecé a ir a los encuentros literarios que hacíamos en Ingenio y estuve durante varios años en la casa de Blas Sánchez reuniéndome con el grupo para cantar canciones, hacer obras de teatro, reseñas canarias, etc. Además, varios de mis poemas aparecen en el libro de Susi y los sábados que no tengo guardia sigo participando en las veladas poéticas y colaborando en las actividades.

¿Ha escrito algún libro?

En Guadalajara publiqué un libro en el colegio médico de allí, donde tenía un espacio en el periódico central y escribía sobre diversos temas, entre ellos artículos médicos, historias para la población, sobre prevención, etc.

En lo sanitario ¿piensa que buenas manos deben ir acompañadas de buen corazón?

Por supuesto. Además, creo que detrás de un mal corazón siempre hay un jardín de rosas, porque las personas somos diferentes y tenemos vivencias distintas, pero al final todos tenemos alguna alegría y sólo hay que rescatarla, porque las personas se vuelven ariscas por malas experiencias, pero lo realmente importante es el hoy y todo el mundo puede ser rescatado.

¿Intenta recatar algunas de las vidas que se ponen en sus manos como doctora?

Siempre. Mi planta es la de la felicidad, y me gustaría transmitir a mis compañeros del sector sanitario que ante todo somos humanos, que trabajamos con personas y que da igual quiénes hayan sido o quiénes seamos, porque la persona que tienen delante es un ser humano, no es una pastilla o una enfermedad. Que se llenen de música, literatura y poesía, porque la vida está hecha de eso. Ser médico es un compromiso diario con la vida, y esta no es más que música y poesía, y ambas son de las terapias más antiguas vinculadas, en muchas ocasiones, a diversos tratamientos que pueden ser la clave del éxito.

Compartir el artículo

stats