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El último herrero de Telde

Santiago Medina mantiene vivo es su herrería en El Calero un oficio tradicional en la Isla

Santiago Medina, el maestro herrero

Santiago Medina, el maestro herrero

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Santiago Medina, el maestro herrero Patricia Felipe Rodríguez

En Tunte fundó su bisabuelo la primera herrería de la familia, para después trasladarla hasta San Antonio. "Es la primera persona de la que tengo constancia en mi familia, pero igual mi tatarabuelo también era herrero", explica Santiago Medina. Con la herrería siguió su abuelo, Daniel, quien la llevó hasta Las Remudas y le enseñó el oficio a su padre, también llamado Daniel, quien en 1953 la instaló en El Calero, donde se encuentra en estos momentos.

Un oficio que ha ido pasando de padres a hijos y que probablemente ya no tenga continuidad. "Le he intentado enseñar el oficio a mis hijos pero no les gusta y además, ven que no tiene salidas. Por lo que yo mismo les digo que se dediquen a otra cosa. Es un oficio muy sacrificado en el que no hay ayudas, ese es uno de los grandes problemas".

En su caso, desde que tiene uso de razón ha estado entre la fragua y el yunque, con el martillo en la mano. "Cuando era pequeño, mis siete hermanos y yo, nos dedicábamos a picar carbón. Al principio era divertido y lo veíamos como un juego, era nuestro lugar de recreo", recuerda Santiago Medina.

Ahora continúa con el martillo en la mano intentando mantener viva una de las tradiciones canarias, pero lo ve casi imposible. "Hemos llegado a un punto en el que la artesanía no se valora. El oficio es fácil de aprender, pero no se puede vivir solo de esto". Hacer una pieza de artesanía lleva un tiempo y un proceso, "si tienes practica igual te lleva diez minutos hacer una herradura, pero en una fábrica con dos troqueles y una curvatura tardas un minuto. Esa diferencia de tiempo de fabricación se ve reflejado en el precio final. La herradura la puedes comprar por dos euros en cualquier tienda, pero es imposible que yo la pueda vender a ese precio".

Para Santiago la herrería es su pasatiempo y continúa trabajando en ella por encargos puntuales, "en estos momentos estoy haciendo los trofeos para la fiesta del Juncal. Además, si sigo es porque le prometí a mi padre que mientras yo estuviera continuaría manteniendo viva esta tradición familiar".

Ahora trabaja de mantenimiento, pero años atrás intentó vivir de la artesanía. "Los artesanos nos pasamos toda la semana en el taller haciendo nuestros productos, para después el fin de semana ir a ferias en las que tienes que pagar por participar. ¿Qué vida es esa?. No tenía tiempo para estar con mi familia. Además, en las ferias son pocas las ganancias que sacas, puesto que a mucha gente le parece excesivo el precio. Y encima tienes que pagar el seguro de autónomo, por lo que las cuentas no te salen".

Valorar la artesanía siempre ha sido uno de los grandes problemas, pues pocos están dispuestos a pagar el valor real del producto. Pero, Santiago, va más allá, "el gran problema es que nuestros políticos no han pisado un herrería en su vida, ellos no saben el trabajo que lleva consigo cada pieza. Encima son únicas, no hay dos iguales. Yo llegué a reunirme con Minerva Alonso -Consejera del Cabildo de Artesanía-, para que la Fedac nos ayudara a pagar el seguro de autónomo o quedáramos exentos de pagar el IGIC. También les propuse instalar una tienda de artesanía en cada municipio para vender los productos que confeccionamos", señala Santiago, pero no encontró respuesta ni tampoco apoyo.

Una vida en la herrería entre el carbón, la fragua y el yunque, un oficio al que llegó con vocación pero cuyas particularidades le han ido matando la ilusión.

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