"Creo que esta ha sido de las mejores fiestas a las que he ido", afirmó Loli, que junto a su madre Sina esperaban en una esquina para ver pasar a la Virgen de la Inmaculada Concepción, imagen que vestida de azul celeste y blanco siguen cientos de fieles por las calles del pueblo de Jinámar el día 8 de diciembre. Bajo un cielo completamente despejado sólo acompañado por un sol que irradiaba todo el barrio, ignorando el viento fresco que apenas enfriaba el ambiento puesto a la cantidad de gente acumulada por la carretera general y la trasera de esta.

La fiesta de la Caña Dulce y la Concepción llegó a su final ayer con la feria de ganado y la procesión de la Virgen, y como bien dijo Pepita Juana, con una de las mejores organizaciones desde hace años. Miles de personas se aglomeraron en Jinámar desde bien entrada la mañana para disfrutar de "una de las fiestas más importantes de toda la Isla", como declararon hace días los miembros del Patronato de Fiestas, encargados de organizar todas las actividades de la semana.

Tras verbenas, concursos de reinas, ferias de artesanía, entre otros, el día de ayer surtió la mañana con la tradicional feria de ganado, los puestos de comida, bisutería y cómo no caña dulce y naranjas de Jinámar, además del espacio para los concurridos cochitos. "Siempre se llena muchísimo el pueblo, pero vemos que este año está bastante más", admitió Sina.

Y lo cierto es que en todos los espacios acondicionados de "la Rusia chica", una de las formas a las que se le llama al pueblo, se veían gente de todas las edades. En la explanada de tierra, donde otros años se mantenía la feria, 18 ganaderos se apuntaron este año, y con ellos más de 90 animales de todos los tipos fueron presentados. "Ha aumentado la participación un 20%, aparte de que hemos aumentado el dinero de los premios", confirmó Luis Rodríguez, colaborador del Patronato y organizador de esta feria. Lito, un burrito gris majorero con una silla roja a su espalda, esperaba inquieto junto a su dueño César, de 17 años, a que niños curiosos se le acercaran para dar un paseo. "Es muy tranquilo y muy familiar", le describió César con orgullo y cariño. "Yo no cobro un precio fijo por los paseos, quien quiera darme algo lo acepto, pero espero a la voluntad de cada cual". A su derecha, la familia de Lito aguardaban bajo la sombra. Cinco burritos majoreros y mezclados rebuznaban y rascaban con su pezuñas la tierra, quizá esperando ser acariciados o dar un paseo por la zona.

Sus dueños, Domingo y David, son dos transportistas que para nada se dedican en exclusiva a la ganadería, pero admiten que les encantan los animales y sienten que es un hobby.

"Tenemos una finca en Teror, que es de donde somos, y allí hay una cuadra donde cuidamos a otros 13 burros más", contó Domingo. "Aparte tenemos mulos y caballos también, y aunque sea costoso nos encanta", admite. "Vamos de feria en feria, como las cajas de turrones", rió Domingo mientras Pepe, su burro de un año de edad le reclamaba atención. Los demás ganaderos de la feria, o mejor dicho, dueños de animales de ganado, pensaban igual que Domingo y David sobre sus bestias, "no las tenemos para negocio, porque de eso hay poco", admite con cierto descontento Vicente Rodríguez, padre del dueño de una explotación agrícola en Agüimes. "Yo vengo de una familia de ganaderos porque antes casi todo el mundo se dedicaba a esto, ahora casi nadie puede continuar con estos oficios pero es bonito cuidar de los animales", añade esta vez con algo de melancolía, pero observando a sus vacas con mucha dulzura. La veterinaria, que pasa a su lado, pregunta de quienes son esas vacas y él grita con mucho orgullo "¡estas son mías!". "Todos mis ahorros se van dándole de comer a mis vacas, unos 400 euros al mes me gasto", explica Rodríguez.

Por otro lado, Manuel Jiménez, "uno de los ganaderos más viejos de la Isla", según la descripción entre risas de su hijo, también dedica gran parte de su tiempo a cuidar de sus cabras pero nunca se ha dedicado a ello de forma profesional.

"Hay a quien le encantan las mujeres, pero a mí me encantan las cabras", ríe junto a otros compañeros. Jiménez, que es de Arucas, se dedicó durante toda su vida al transporte, pero siempre tuvo claro que las cabras eran su verdadera pasión. "Mis cabras son las que más leche dan, han ganado mucho premios en la feria del Cabildo y eso tiene mérito", cuenta con orgullo, y admite que disfruta ordeñándolas y haciendo queso con ellas para su familia.

"El que te gusten los animales tiene que ser de nacimiento", sentencia el pastor. "Hay mucha gente que dice que le gusta los animales y los tienen en fincas, pero cuando van allí no velan por ellos, sólo quieren ver la leche que han dado o cuantos kilos tienen."

Los niños, que con sus ojos inocentes se impresionan con todo, fueron los que más disfrutaron viendo a estos seres de cuatro patas. "Las ovejas y los ponis son los animales que más nos gustan", confesaron Nora y Pablo, dos niños de cuatro años que visitaban la feria de ganado de Jinámar por primera vez. De otra forma, muchos fieles y devotos a la Inmaculada Concepción disfrutaron de la fiesta como la primera vez. "La fiesta está muy animada y preciosa este año", comentó Carmen junto a sus amigas María Teresa y América, mujeres mayores que han visto el paso del tiempo en Jinámar desde hace más de 40 años. "Yo venía aquí desde que era soltera, iba a la misa a primera hora y luego nos paseábamos por las casetas esperando a la procesión."

Las experiencias de Carmen en Jinámar la llenan de nostalgia, pero se alegra porque ve que la fiesta no ha hecho más que mejorar y "está muy bonita para al juventud."

"Hay tanta gente que no caben ni en la Iglesia, no hemos entrado así que estamos esperando aquí fuera", ríe Pepita, contenta de estar allí un año más. Las tres amigas, procedentes de Las Palmas, cuentan que a la Concepción la siguen todos los grancanarios, y eso es lo que la hace más especial. Eso, y la tradición de la caña dulce y las naranjas, símbolos de las fiestas de este barrio, que llevan más de 500 años en vigor y que en otros tiempos competía de forma directa con las fiestas de la Virgen del Pino.

"Yo soy el único vendedor de caña dulce aquí, y traigo las cañas de mis terrenos en Las Palmas", afirma Domingo Santana. "Este es el único momento del año en el que vendo caña puesto que no me dedico a esto, pero es importante seguir con la tradición para que también los niños sepan nuestras costumbres" concluyó Santana, reiterando la importancia de este símbolo jinamero y de las fiestas.