Una poda de los árboles, la colocación de focos que iluminen el exterior y la instalación de vallas para impedir asaltos son las tres principales demandas que realizan las asociaciones que comparten el edificio del que fuera colegio público Rafael Alberti, en el Valle de Jinámar, pero que hasta el momento no han sido satisfechas por las administraciones públicas.

El antiguo centro escolar, ahora sede de la asociación Ya Era Hora, la ONG USE Canarias, el diseñador Nauzet Afonso, Cuenta Conmigo Animación, JTC y Creando Mundo por Jinámar, premiada en el Día del Voluntariado por el Ayuntamiento de Telde, está ubicado a modo de fortín en una de las lomas de la calle Manuel Alemán Álamo, es el centro de operaciones de unos colectivos que pretenden mejorar con su labor el entorno social del Valle, pero son ellos también, a tenor de lo observado en las instalaciones exteriores, los que necesitan una mano amiga cuanto antes.

Desde la concejalía de Patrimonio, preguntada por la situación de este recinto, se indica que nadie se ha puesto en contactos con el departamento, aunque sí se ha acercado al lugar la concejala de Participación Ciudadana, Saro Sosa, para comprobar las carencias y ha mostrado su pesar por lo observado, según expone Marcos Ruiz, presidente de Ya Era Hora, una asociación que atiende a niños con cáncer, diabetes y otras patologías. Además, alega que ha hablado con la alcaldesa, Carmen Hernández, para encontrar una solución, "pero la respuesta es que supone un desembolso de dos millones de euros que el Ayuntamiento, por su situación financiera, no puede permitirse". Pero no es tanto lo que piden, sino una poda, luces nuevas y mejorar el vallado que le rodea. De momento, todo sigue igual, pero se mantienen a la espera, entre otras cosas, porque más no pueden hacer, según reconocen, resignados.

Restos de hojas de palmeras y árboles que impiden el acceso por un lateral del edificio al segundo piso para las personas con movilidad reducida, ya que se ha convertido en una verdadera jungla por donde es muy difícil mantenerse en pie; árboles cuyas hojas amenazan con golpear a quien pase por el estrecho camino que conduce hacia el vecino instituto; puertas rotas y oxidadas con las que cualquier usuario -muchos de ellos niños- pueden herirse de gravedad; la falta de iluminación en el exterior porque no funciona ningún foco hace inseguro el lugar y da facilidades a los asaltantes -ya se han producido robos y roturas de ventanas, entre otros desperfectos- o de un vallado que disuada a quienes merodean de noche por la zona -consumidores de estupefacientes, sobre todo- de entrar en el interior forman el catálogo de carencias no resueltas para que este campamento de colectivos solidarios vivan tranquilos.

Ruiz muestra en el recorrido por el antiguo centro educativo el estado del lugar que sirve de aparcamiento a los vehículos. Un trayecto en el que se puede encontrar vallas herrumbrientas, puertas de acceso al interior del edificio totalmente oxidadas y que han causado más de una herida, unas escaleras que impiden a personas con movilidad reducida subir a las dependencias de los colectivos, pero que es aún peor si, después de atravesar un angosto pasillo para llegar a uno de los laterales del edificio, se tropieza con un panorama desolador. Nada menos que el restos de dos farolas tiradas al suelo y una rampa para llegar al segundo piso totalmente sepultada por la maleza. "Desde ella podemos acceder a la segunda planta, pero tal como está tuvimos que ayudar a subir las sillas de ruedas por las escaleras en la celebración de nuestro 18 aniversario y hubo personas que desistieron de venir a la fiesta por las dificultades de acceso", recuerda Marcos Ruiz.

Un vídeo subiendo a un usuario evidencia que no es lugar para personas con discapacidad motora ni tampoco para que se produzcan estas escenas, ya que la solución no es tanto económica, sino de gestión. Con unas tijeras o sierra de podar, limpiadores para recoger los restos de plantas que sepultan la rampa o luces que no dejen en la oscuridad el exterior del Rafael Alberti se solventaría al menos sus carencias más acuciantes.