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El trino solitario del periquito del Lulú

El minizoológico en que se convirtió el parque de Santa Rosalía ya solo alberga a varias palomas y un pájaro

El trino solitario del periquito del Lulú

El parque de Santa Rosalía, más conocido como el parque de Lulú, una suerte de zoológico en miniatura en su época de más esplendor, va camino de transformarse, sin perder su fama de recinto recoleto con encanto, en un lugar bonito, pero tristón. Así opinan vecinos y visitantes, quienes en los últimos tiempos han observado que este lugar, uno de los grandes atractivos y reclamos de San Juan y el municipio, está en franca decadencia.

De hecho, de contar con chimpancés -la mona que da el nombre al parque, Lulú, y su compañero Lucas-, aves exóticas y canarias o tortugas, que hacían las delicias de las familias que durante años visitaban el parque, sobre todo a los más pequeños, hoy solo quedan como testigos de esa fauna varias palomas y un solitario periquito. El destino de los ejemplares que faltan -Lulú y Lucas terminaron hace casi 13 años en un zoológico en Madrid- es un enigma, ya que para algunas fuentes se han traslado a un lugar más idóneo y para otras, simplemente, los han robado.

Abraham Santana, concejal de Parques y Jardines, además de Protección Animal, considera que el futuro de este enclave pasa por un nuevo planteamiento sobre su uso. "Es la empresa concesionaria del servicio la encargada de su mantenimiento, aunque nuestra idea es ver exactamente en qué situación está y con el veterinario municipal decidir qué se puede hacer", apunta Santana, quien considera que "los animales, en este caso, las aves deben llevarse a un lugar donde se las cuide bien, ya que un parque no es el mejor sitio para ello".

No obstante, el edil ve necesaria una evaluación del estado del parque y de las aves que quedan para hablar con la adjudicataria y decidir qué hacer. No parece un tema prioritario por la empresa, aunque se busca su colaboración.

De momento, un grupo de palomas en una jaula y un periquito solitario en otra son los únicos inquilinos en el parque de Santa Rosalía, pero en su hogar no reinan ya el canto de los pájaros como antaño y el paseo por su corto recorrido no es lo mismo sin esos trinos. Los compañeros del único periquito ya no le acompañan en ese peculiar recital diario conque amenizaba el recreo de los menores acogidos en el centro vecino de Santa Rosalía, a quienes se toman un respiro para el bocadillo o un rato de ocio.

Abraham Santana asegura que "estudiaremos qué hacer con las jaulas de este parque y de otros que se han quedado vacías, porque nuestra intención en ceder al centro de aves del Cabildo las que quedan en el de Lulú, que seguramente las van a cuidar muchísimo mejor que nosotros".

En el contrato firmado en 2012, se estipulaba que la concesionaria debía pagar los honorarios de un veterinario, de los alimentos y medicamentos que precisen los animales. Además, en las condiciones contractuales se fijaban la obligación de un registro de la entrada y salida de animales, entre otras eventualidades.

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