Era al que más miradas se dirigían durante la exhibición de ganado vacuno en la Hoya de San Juan o de San Pedro, en este enclave hay quienes defienden una u otra denominación. Con una planta imponente, bien cortado y con un morro espectacular, 'Aurelio', de tres años y propiedad del ganadero teldense Antonio Sosa, era la sensación de la mañana, en el día grande de la festividad de San Juan Bautista.

Y no era para menos, la imagen que contemplaban los asistentes a la muestra bovina, con más de 70 ejemplares, de este `pequeñín' de cabeza grande y bien formada, al igual que el resto del cuerpo, era de lo más vistosa. Tranquilo, sin nervios, 'Aurelio' se dejaba fotografiar, aunque Sosa también avisaba que tampoco era para acercarse de forma alocada. Este ganadero, junto a Kilian Pérez, de El Goro, eran los únicos representantes de Telde en un acto recuperado para las fiestas, pero que está costando esfuerzo mantenerlo a flote.

Esa es la opinión no solo de ganaderos, sino de ciudadanos consultados y aficionados a la ganadería, que van con sus hijos o nietos a enseñarles esta selección de ganado vacuno del país. Lamentan que no tenga esta muestra la misma aceptación y número de animales como la celebrada el sábado en Arucas, también de sanjuaneras. Desde el Ayuntamiento de Telde y también lo saben los ganaderos, no se puede dar los premios que se entregan en otros actos de esta naturaleza, ya que se argumenta que no hay dinero para recompensar a los participantes, solo una ayuda para el transporte y una placa de agradecimiento.

Sosa, quien se dedica a la cría de ganado bovino porque le gusta, considera que "somos ya pocos en el municipio los que nos acercamos a traer a nuestros animales a estos actos porque no compensa lo que nos dan, pero para mí es una afición, no gano dinero con esto, pero me siento a gusto trayéndolos a las fiestas de Telde".

Aunque en la Hoya, con un calor soportable y una ida y venida de vecinos y visitantes a las fiestas, era una muestra para vacas y bueyes, tampoco faltaron las tres ovejas que Luis González saca a pasear cuando el centro de la ciudad se engalana. Dóciles, lanudas y siguiendo a su dueño, fueron también requeridas para fotografiarse junto a ellas. Algo más alejados, dos burros atados, ajenos a tanta ejemplar bovino, se lo pasaban de lo lindo revolcándose uno de ellos en la tierra mientras que el otro era más comedido.

Más arriba, en la plaza de San Juan, centro de los actos populares, juegos infantiles hinchables, actuación de un grupo folclórico y una muestra de artesanía que por la escasa presencia de participantes, aunque animosos, es una asignatura pendiente de la organización para próximas ediciones.