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El panadero que amasa ilusión

Antonio Suárez Santana, de 80 años, colabora desde hace más de medio siglo en las fiestas del barrio de Ejido

El panadero que amasa ilusión

Antonio Suárez Santana, Antonio el Panadero como es más conocido, es historia viva del barrio de Ejido, que este año celebra los 75 años de sus fiestas patronales. Nacido en Santa Brígida hace 80 años -los cumplió el 3 de mayo- y residente en este núcleo residencial desde 1963, Antonio Suárez colabora de forma activa con la comisión organizadora de los festejos en honor a San Pedro y Nuestra Señora del Carmen, una labor que realiza desde hace más de medio siglo con el mismo ímpetu.

El pasado miércoles ayudaba en la colocación de las banderas y banderines en las calles de Ejido para engalanar el barrio en su 75º aniversario y con la ilusión intacta -la suya y la del resto de voluntarios- de que esta efemérides sea recordada por su brillantez y participación. De hecho, el pregonero será el teldense y vicepresidente del Gobierno de Canarias, Pablo Rodríguez, y se ha diseñado un atractivo programa de actividades.

A Suárez Santana, no obstante, le llama más la atención, le produce más satisfacción ver cómo su barrio adoptivo sigue siendo "tranquilo, con muy buena gente que colabora con los demás, aunque es una pena que los jóvenes no se queden muchos aquí". Él, que cuando llegó a Ejido se encontró con un lugar donde no había calles, ni carreteras, sino una inmensa finca de tuneras de la que todavía quedan, algo más alejadas, parcelas ya sin cultivar, defiende que es un sitio ideal para vivir.

"Tengo 80 años u 80 cruces como digo yo porque nací el día de la Cruz y cuando vine a Ejido, en 1963, aquí no había casi nada, ni siquiera iglesia. Teníamos que celebrar la misa y luego la procesión que salía de un almacén de la zona baja del barrio hasta que se construyó y se fundó la parroquia, que cumplió hace unos años medio siglo".

Así, recuerda una fiestas humildes, muy sencillas y como actos principales, además de la procesión, "el paseo que los vecinos daban arriba y abajo por la calle y para echarse novia", No había apenas edificios, "como ahora estos nuevos donde antes estaban las tuneras", evoca Antonio Suárez, entusiastas defensor del barrio.

Unos residentes que se fueron incorporando a este pequeño enclave a poca distancia del céntrico barrio de Los Llanos de San Gregorio desde otros municipios de Gran Canaria, sobre todo de los de las comarcas de Medianías o del Norte, aunque también los hay que vinieron de las Tirajanas. Sin ir más lejos, él es de Santa Brígida y su esposa, Juana Martel, de San Mateo, un matrimonio que empezó a germinar desde la infancia y que ha tenido cinco hijos -dos varones y tres mujeres- y siete nietos -cinco niños y dos niñas- en estos 55 años de convivencia.

"Yo conocí a la que es mi mujer cuando eramos niños porque jugábamos en un terreno que tenía su padre arriba. Yo soy de la zona del Gamonal y me quedé huérfano de madre a los ocho años y me vine a Telde cuando me casé, porque ella había trabajado en los tomateros y me vine para aquí".

De peón a panadero

Antonio trabajaba de peón en la construcción, pero por un accidente laboral lo declararon inútil para realizar esta profesión y tuvo que dedicarse a otra cosa. Y encontró en la panadería su nueva ocupación y durante más de treinta años ha servido pan a todo el barrio, lo que le ha supuesto su apodo de Antonio el Panadero y a su esposa, Juana, el de la mujer del panadero. Y es así como los conocen en una sociedad cuyo entorno ha cambiado con los años, pero que conserva aún la buena vecindad como uno de sus grandes valores. "Aquí había hace muchos años animales en las azoteas, poco apenas existía nada si no se salía del barrio para comprarlo". Hoy la situación ha cambiado, con pequeños comercios y otros negocios, con carreteras, plaza pública y otros elementos que conforman la fisonomía de un núcleo residencial.

Y donde las fiestas siguen siendo un gran atractivo para sus habitantes, que no dudan en colaborar. Así, con José Castro, presidente de la comisión de fiestas al mando de las operaciones, Antonio Santana, Juan Rivero, de 84 años y como dice él, "pintor oficial de brocha gorda y brocha fina de Ejido", Juan Déniz, Francisco Ernesto Santana, Antonio y Evaristo Martel, con escalera en mano se dedicaban el pasado miércoles a colocar banderas y banderines en las calles. Muestran su orgullo porque mientras en San Juan no hay ni una colocada, afirman, "aquí vamos a ponerlas en todas las calles".

De esta alegría y satisfacción sabe mucho Antonio el Panadero, quizás ya el socio más antiguo de la asociación de vecinos de Ejido, con el carné con el número 41, "cuando para estar en un colectivo se tenía que sacar el carné de cabezas de familia y creo que si no soy el más antiguo de los socios, uno de los que más seguro". Y después de la conversación y con una vitalidad admirable, vuelve sobre sus pasos para buscar a sus compañeros para ayudarles a terminar de colocar las enseñas.

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