Parece más creíble pensar que los nuevos tiempos, que traen consigo la tecnología y la sistematización fría de la vida social, alejen la fe y la espiritualidad de las personas. Y, sin embargo, todo lo contrario. "Toda una sábana no podría secar las lágrimas que caen con la bajada del Cristo", confesó este miércoles Segundo Amador, encargado de la ornamentación de la imagen, horas antes de la misa que avecinaba la bajada del santo a los pies de sus feligreses. Y no le faltó razón, pues la emoción primó en las caras de todos al tocar las campanas.

Luis Laborda, sacerdote que ofició la misa, recordó antes de la bajada que "Dios no piensa como los hombres, por eso cuando estaba en la cruz y le instaban a que demostrase su poder, él permaneció y nos salvó a todos". Este miércoles bajó para postrarse ante fieles de todas las edades, y así se demostró que la fe religiosa cabe todavía en la época moderna. De hecho, el acto pudo ser visto por todos los feligreses que, por un motivo u otro, no pudieron asistir en vivo a la ceremonia mediante un directo en el Facebook de la parroquia. Así pues, entre aquellos que lo pudieron ver desde sus casas y los que lo vislumbraron desde la misma iglesia, la Bajada del Cristo contó con cientos de espectadores. La Basílica de San Juan Bautista no pudo albergar en su interior a la totalidad de los creyentes, pero eso no evitó que muchos trajesen de casa sus propias sillas de plástico para disfrutar del acto. Tampoco faltaron los abanicos para soportar el calor y el estupor que trajo el polvo en el aire.

"Es que es lo más importante para el municipio, e incluso para personas de otros sitios; no sé que tiene que a todo el mundo le atrae", describe Segundo Amador para justificar esta exaltación, pues sabe que incluso gente de otras islas han llegado a venir al barrio de San Juan sólo para verlo.

"La crisis económica, las enfermedades como el cáncer y otros factores que han destacado en estos últimos años, han desembocado en un mayor seguimiento de esta fiesta por parte de los creyentes, que buscan en el Cristo un remedio a sus problemas", relata emocionado Amador, que en esta edición de las fiestas cumplió 41 años de trabajo como organizador. "Todos los años es increíble, se pone mucho amor y la gente lo nota", explica el encargado, que este año colocó nuevos fardones al trono, realizados a mano por él mismo y que tardó tres años en confeccionar.