La Provincia - Diario de Las Palmas

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'Milagro' en La Pardilla hace 80 años

La cruz que 'nació' dentro de un árbol

En 1938, la tala de un pino en una finca de La Pardilla asombró y creó expectación en la Isla

Amigas en la finca de la Cruz, el 13 de julio de 1958. TORRES

Hace 80 años en Telde ocurrió un hecho insólito que para muchos fue interpretado como una suerte de milagro, aunque con el paso del tiempo se olvidó esta idea. La aparición de una cruz de unos 20 centímetros de alto por unos ocho o 10 centímetros de ancho después de la tala de un árbol -un pino marino- en una finca de La Pardilla se convirtió en todo un fenómeno social que trascendió del municipio y fueron muchos los que se acercaron a la finca denominada en aquellos tiempos El Alcarabanal, en La Pardilla, para verla en persona e incluso orar. Desde entonces se le conoce como la finca de la Cruz.

Fue a finales de abril de 1938, en plena Guerra Civil, cuando unos operarios que talaban una serie de árboles se encontraron con la sorpresa de sus vidas y aún hoy en día continúa presente en la memoria colectiva de este barrio teldense. De hecho, el acontecimiento, que perdió su condición de milagro con los años, se refleja en la denominación popular de la otrora zona de El Alcarabanal, que ha cambiado a la de Finca de la Cruz. Un lugar quizás poco conocido por los teldenses, que pertenece a los herederos de Fernando León y Castillo, el primer marqués de Muni. Una capilla, con una lápida recordando la efemérides, además de trozos del árbol donde se encontró la pequeña cruz de madera son testimonios de lo ocurrido hace ocho décadas.

Debió ser todo un acontecimiento social porque llamó mucho la atención en Gran Canaria. Por ello, este periódico publicó el martes 26 de abril de 1938, en su página tres, una crónica con fotografías de lo acontecido el domingo anterior en el aquel entonces pequeño pago de Telde.

El interés de Lorenzo -Tito- Galván, fallecido en trágicas circunstancias el mes pasado, ayudó a rescatar de la hemeroteca de LA PROVINCIA este artículo. Su deseo de disponer de copias de las fotografías -no pudo ser porque el paso del tiempo no perdona a nada ni a nadie- llevó a la recuperación de esta curiosa historia y su actualización.

La noticia, hace 80 años

Un trabajo periodístico de 1938 que su redactor explicaba ante la enorme expectación y la afluencia masiva de la gente a la zona donde se encontró la cruz. Escribía: "Una enorme multitud acudió el domingo [24 de abril de 1938] a la ciudad de Telde a causa de los insistentes rumores que corrieron sobre la aparición de una cruz en el tronco de un árbol de la finca propiedad de la señorita Dolores de León y Castillo, enclavada en el sitio conocido como El Alcarabanal".

Apuntaba el periodista que "y como es natural nosotros también acudimos a comprobar la veracidad de los rumores. Vimos como el número de público allí estacionado, el signo de la cruz perfectamente dibujado en un pedazo del tronco de un árbol, que según nos manifestaron es de un pino marino. Los comentarios sobre el mismo han sido muy variados, pero nosotros nos vamos a limitar a transcribir lo que nos manifestó el mayordomo de la finca, Expedito Alonso León. He aquí lo que nos dijo: 'El jueves pasado [21 de abril], a eso de las once, me encontraba talando ese pino marino que ustedes ven con el trabajador de la finca Manuel Peña Sánchez. La operación de serrar el árbol se llevó a efecto sin inconveniente hasta más de la mitad del tronco. De pronto notamos que la sierra resbalaba como si hubiera encontrado un objeto de metal o algo que es imposible cortar con esa sierra".

En su relato, Expedito Alonso indicaba que "como habíamos hecho en varias ocasiones, procedimos a colocar unas cuñas para facilitar el corte. En este preciso momento llegaron Antonio Henríquez González y Pedro y Nicolás Hernández Pulido, los que también trabajaron con el fin de pasar con la sierra este tronco que oponía dura resistencia, sin lograr, como nosotros, su propósito". Sin embargo, no se dieron por vencidos hasta cortar el tronco. Alonso recordaba que "entonces apretamos las cuñas con alguna violencia, saltando por este motivo un trozo de árbol que cayó a nuestros pies. Cuando los recogimos para retirarlo vimos, con la consiguiente sorpresa, que en el mismo aparecía en negro una cruz de unos veinte centímetros de ancho. La noticia corrió inmediatamente por la ciudad de Telde, acudiendo a los pocos momentos tal cantidad de gente que tuvimos que colocar el trozo de árbol en una habitación a fin de que pudiera ser visto por el público con más facilidad".

El redactor de LA PROVINCIA terminaba el artículo escribiendo que "esto fue lo que nos contó Expedito Alonso León. Por nuestra parte solo nos queda que decir que el domingo vimos llegar numerosos automóviles de Las Palmas en los cuales viajaban personas conocidísimas". Cuatro fotos ilustraban la información, donde podía observarse en un trozo de tronco la figura de una cruz de color negro, los cuatro trabajadores que se toparon con el hallazgo, el árbol de donde salió el signo de la cruz y el gentío que se agolpaba para verla.

En un periódico que tenía entonces seis columnas, esta noticia compartió espacio con otra de dos barcos venezolanos, concretamente dos cañoneros, de la Armada que habían llegado ese sábado al capitalino puerto de la Luz.

Además, dos anuncios, uno de un médico forense que tenía consulta en la capitalina calle de León y Castillo, 49, que se encargaba de la consulta de los niños de la Cruz Roja y de enfermedades de los niños, además del de la compañía Azucarera de San Juan de Gran Canaria, SA, completaban la página tres de la edición del 26 de abril de 1938.

"Dio mucha fama a La Pardilla"

Ocho décadas después la fama de este hecho se mantiene en la memoria colectiva, pero apenas hay testigos presenciales que puedan evocar lo que ocurrió ese día y los posteriores. Uno de ellos es José Brito, un vecino de La Pardilla nacido en 1933, cinco años antes de la aparición de la cruz y que recuerda muy poco, apenas nada del revuelo montado.

Sí evoca este octogenario vecino que "este tema trajo muy buena publicidad para el barrio, vino muchísima gente a ver la cruz a la finca de don Luis [descendiente de León y Castillo] e incluso se construyó una pequeña capilla que todavía sigue allí". A medida que fue creciendo, este vecino vio y participó en esta celebración colectiva, con la cruz del árbol como motivo.

Brito vio cómo con los años la finca de los herederos del marqués de Muni se convirtió en un lugar de peregrinación hasta hace muy poco tiempo, "donde se celebraban romerías y fiestas mientras don Luis León y Castillo vivió, luego se fue apagando y ahora ya no se va". Cuenta que "eran unas fiestas muy bonitas, que se organizaban en la finca, que estaba muy bien cuidada y que cultivaba plataneras y otros productos".

La festividad de La Cruz, el 3 de mayo, era el día escogido para acercarse a la capilla y pasar la jornada allí. Una tradición que se mantuvo, según recuerda Rafael Hernández Santana, presidente de la sociedad cultural y recreativa San Antonio, "durante unos 60 años, yo era un chiquillo de 12 años y ahora tengo 72 y ya se celebraba, pero desde hace dos o tres años dejó de realizarse por el patronato de las fiestas". Agrupaciones folclóricas, familias enteras participando en la romería, en un ambiente alegre y de convivencia entre los vecinos que se alargó hasta hace muy poco tiempo, no tanto ya como una efemérides religiosa, sino como un acontecimiento popular en torno a un acontecimiento que sorprendió en Gran Canaria, pero que al final se fue quedando como una cita anual para los residentes.

Hernández rememora que al principio llegaba muchas personas para ver el lugar donde apareció esa cruz, que rezaban por considerarlo un hecho milagroso, pero a medida que transcurrieron los años desapareció esa idea y fueron los residentes de La Pardilla y barrios cercanos los que mantuvieron la tradición por el día de la Santa Cruz, el 3 de mayo.

Zona residencial

Fátima Ascanio, hija del último marqués de Muni, Alonso Ascanio León y Castillo, es la encargada de conservar el patrimonio de la finca de su familia. Con un inmueble que data del del siglo XVIII, el uso de la propiedad es para residencia vacacional, aunque también hay una zona donde se cultivan verduras y hortalizas por parte de unos arrendatarios. Así se mantiene al menos parte de su esencia de antaño en este lugar.

Como Hernández, Ascanio se acuerda de los festejos que se celebraban en este recinto por la gente del pueblo en un ambiente alegre y de camaradería. No es el caso ahora, pero aunque tuvo épocas mejores, "sobre todo cuando vivía don Luis León y Castillo", argumenta Brito, "que la tenía muy bien cuidada y en plena producción", mantiene su belleza.

Con una arboleda como entrada hacia el interior de la finca y que desemboca donde se encuentra el edificio y frente a éste la recoleta capilla donde se encuentra reflejada en piedra y en vitrinas los trozos de madera del pino marino donde se encontró la cruz, la sensación de tranquilidad invade al visitante. Alejado del ruido y gentío, un paseo por su interior es reconfortante. La capilla fue durante muchos años el lugar donde los romeros venían a celebrar la fiesta de La Cruz al son de música y vestimenta canarias, en una jornada para el solaz y la convivencia entre vecinos.

La explotación, que en sus mejores años contenía cultivos de plataneras, tabaco y otros productos de la tierra en el siglo XIX, es ahora un espacio de retiro contra la masificación y vorágine del día a día. Acabadas las romerías y las fiestas de La Cruz desde hace un par de años, la capilla se ha quedado como recordatorio de lo que fue como lugar de trabajo agrícola, residencia de sus propietarios, el marqués de Muni y su familia y, después de la aparición del signo de la cruz en el árbol talado en 1938, en antiguo lugar de peregrinaje, oración y crisol de una sociedad que estaba alejada de las devastadoras consecuencias de una guerra interna en la Península.

La finca, en una exposición

En la finca de la Cruz fue el titulo de una exposición organizada con motivo de las fiestas de San Antonio de 2007 por Tyldet, la asociación cultural fundada en 1995 en La Pardilla y que es un referente en la promoción, defensa y conservación de las tradiciones canarias. De hecho, ha recibido varios galardones, públicos y privados, por su labor durante estos años.

Tyldet, presidida por Miguel Vega, reunió una serie de fotografías, algunas de ellas ilustran este reportaje, en las que podían observarse cómo se había convertido en punto de encuentro de la sociedad de La Pardilla y San Antonio. Así, en el texto del cartel que anunciaba la muestra, se indicaba que "en la denominada finca de la Cruz se celebraba cada año una de las festividades que más arraigo tenían en el barrio y probablemente una de las de mayor aceptación en toda Canarias. Conocidas son por todos los enrames de la cruz el día dos de mayo y, en este caso, además, era costumbre acercarse hasta la citada finca y disfrutar de un paseo por sus jardines".

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