Casi todo el mundo necesita de uno o varios estímulos externos para ayudarse a despertarse temprano por las mañanas, o quizá para evitar la somnolencia que traen algunas horas de la tarde o el exceso de trabajo. A algunos les sirve la incesante pero efectiva alarma del despertador, a otros un café solo o y incluso una sacudida de hombros. También es este el caso de San Gregorio, copatrón del barrio de Los Llanos de Jaraquemada que celebra hoy su día, que a veces se adormila y sus fieles sienten la necesidad de abrirle los ojos tirándole trigo directamente a la cara. Extraña manera de hacerle despertar y suplicarle que trajese el agua.

Y, aunque las intenciones puedan quedar desfasadas en pleno siglo XXI, la realidad es que desde mediados del XVIII (incluso puede que antes) los teldenses le pedían al copatrón que hiciese llover en esta época del año para ayudar a las cosechas de trigo que tenían en lo que es hoy el barrio de El Caracol. "Esa zona se conocía como tierras de pan traer, porque muchas familias tenían plantaciones de trigo para poder hacer pan después", explica Antonio María González Padrón, cronista de Telde. Ya no existen esos campos mirando al sur, pero aún se para San Gregorio en la intersección entre las calles Diego de la Fuente y Ruiz como atisbo de lo que antes era una bendición para las tierras de pan traer.

"Desde que tengo uso de razón, en mi casa siempre hemos tirado trigo a San Gregorio", recuerda con nostalgia Estrella Ramírez desde el portal de su casa, junto a su hermana Teresa. Pertenecen a una de las históricas familias del barrio, que han participado en la procesión del santo desde hace casi un siglo (y probablemente más tiempo) y que han continuado con la tradición hasta el día de hoy. Desde las ventanas, los balcones o las azoteas de las viviendas por donde la imagen hace su recorrido, se ha tirado siempre este cereal como reivindicación. Una especie de formula para hacer despertar al santo de su somnolencia. "¡Que nos traiga agua San Gregorio!", reclama Teresa, que asegura que la familia se volverá a reunir un año más para continuar con la costumbre.

En otros tiempos, lo usual era ver a más de 30 familias aguardando desde las alturas para tirar el trigo. "Ahora sólo quedan dos o tres que siguen esta tradición, aunque también lo hace mucha gente desde la calle", asegura Rosario Martín de la Nuez, hija de Pino de la Nuez, a quien el Ayuntamiento de Telde le puso una placa de reconocimiento en la fachada de su casa por seguir con esta costumbre tan mágica.

"Yo siempre la continué en memoria de mi madre", asegura con añoranza. Rosario rememora con ilusión su niñez, "siempre me tocaba a mí ir a comprar el trigo al Molino del Conde porque era la pequeña de la casa", sonríe, y admite que las fiestas de San Gregorio siempre han significado mucho en su familia. "Incluso estrenamos ropa nueva, era algo muy importante", señala. De hecho, este día, en el que el municipio entero se paraliza, es uno de las excusas que tienen las familias teldenses para reunirse. "Nos unimos toda la familia, vienen mis hermanas, sus hijos y otros parientes a casa para ver pasar a San Gregorio", cuenta Estrella Ramírez.

Asimismo, Ignacio González, de la familia de los Santana Sarmiento (otra histórica en la cronología), tira cada año unos diez kilos de trigo al trono. "Todos saben en el barrio que compramos mucha cantidad, así que quien lo necesite porque quiere pedirle algo al santo o simplemente para unirse a esta costumbre, sabe que pueden venir a casa a pedir un saquito", asegura.

Es normal que cada año llueva en este día. Muchos dicen que por un milagro del santo que, aunque necesite una ayuda para despertar, no olvida la petición centenaria de los teldenses.