Hace más de tres décadas que el antiguo colegio de infantil del pueblo de Ojos de Garza, situado en la calle Burgos, cerró sus puertas. Sin embargo, por la actividad que se realiza dentro y fuera del centro, parece que no está del todo clausurado. Los vecinos reclaman una solución definitiva al ruido, el mal olor y las continuas entradas y salidas de grupos de personas drogodependientes y okupas en el edificio municipal. "Está todo lleno de porquería, queremos que lo echen entero abajo y acaben con toda el movimiento que se organiza en torno a él", aseguran los vecinos de las calles colindantes.

Asimismo, desde la Concejalía de Urbanismo, dirigida por Gloria Cabrera, aseguran que hace unos meses se realizó un informe técnico para comprobar el estado del inmueble. "Hemos abierto un expediente de disciplina para poder demolerlo", asevera la responsable del área, que señala que "los técnicos destacaron en el parte que el edificio se encuentra en estado de ruinas, por lo que esperamos recibir los permisos para demolerlo".

"Sobre las ocho de la tarde empieza a verse movimiento a las puertas del colegio: hacen botellones y fuman hierba, también hay gente que ha dormido dentro", afirma Ángel Ignacio Sánchez, uno de los vecinos del barrio. "Normalmente entraban escalando el muro que da a la calle Alicante -donde se sitúan parte de las viejas clases-, pero desde hace pocos días la puerta principal está abierta", señala el residente extrañado. Algunos afirman que los que hasta ahora estaban durmiendo en el interior del colegio -una pareja y un hombre con perros- se han ido, pero otros aseguran que "vienen y van, se hacen muchos trapicheos". "Es una verdadera pena, está todo lleno de porquería y los niños pequeños juegan muy cerca: en el barranco que hay al lado", explica Sánchez. "Estaría bien que lo demolieran y acondicionasen una zona de ocio para los pequeños y los mayores: algunas máquinas para hacer deporte y unos cuantos columpios", propone, al igual que muchos de los habitantes de la zona.

De hecho, esa es una de sus principales reclamaciones. "El pueblo está abandonado, apenas hay aceras decentes y no se puede pasear; esto debería estar relucientes como el oro por encontrarse cerca del aeropuerto, pero para nada", explican algunas vecinas de la zona, y solicitan que se derruya el inmueble para instalar un parque o plaza donde poder pasar la tarde.

"Es increíble el miedo que pasan algunos vecinos por la noche, sobre todo las personas mayores que pasean por esa calle, cuando encuentran algún grupito montando escándalo dentro o fuera de ese edificio", asegura una residente de la zona, que prefiere mantener su identidad en el anonimato. "El Ayuntamiento instaló hace años algunos bancos en la calle Burgos para que las personas mayores pudieran sentarse en la calle y conversar; ya no es posible porque muchas veces se sientan estos individuos para hacer botellón y forman escándalos", explica.

Asimismo, la suciedad (sobre todo en las aulas, donde se acumulan cartones, excrementos y plástico de todo tipo) no es lo único que ha preocupado a los vecinos durante estos años. "Se mueve mucha droga dentro: hace unos siete años se encontraron dentro a un chico muerto, llevaba por lo menos dos meses descomponiéndose y apenas se reconocía la cara", señalan. "Además, el año pasado se prendió fuego buena parte de la basura de dentro; es un auténtico peligro", alertan. Lo que uno puede apreciar desde el exterior deja bastante que desear. Colchones, carritos de la compra, máquinas de deporte, piezas de vehículos, cubos de basura, etcétera. "Es un vertedero, y no se puede seguir soportando".