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Tecén, entre el encanto y el olvido

Los vecinos piden que Valsequillo y Telde mejoren los servicios y arreglen sus infraestructuras

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Tecén, entre el encanto y el olvido

"Si yo te contara... Este podría ser el barrio con más historia del municipio", asegura con una media sonrisa Carmelo Suárez, vecino del barrio de Tecén (situado entre el barrio de Lomo Magullo y Montaña Las Palmas, y custodiado por los gobiernos de Valsequillo y Telde).

Apenas viven un centenar de personas, pero la pequeña localidad transmite vida. Quizá tenga algo que ver la vegetación que se expande alrededor de las viviendas (algunas de construcción y otras cuevas adaptadas en las montañas) y que con el caer de las lluvias desprendan un agradable olor a naturaleza, de ese que si respiras a fondo casi parece que te vas a quemar los pulmones de aire limpio.

Sin embargo, el encanto que posee la zona parece habérsele olvidado a los responsables de los municipios: los vecinos llevan años reclamando mejores servicios sin que se escuchen sus peticiones. "Somos un barrio sencillo, no hacemos mucho ruido y somos fáciles de llevar; nos conformamos con lo poco que tenemos, pero de ahí a que no hagan nada tampoco me parece", explica Suárez encogiéndose de hombros.

El mal estado del parque infantil, la falta de agua y luz del local social o el abandono de la antigua escuela unitaria (que podría reconvertirse en un nuevo espacio donde realizar actividades vecinales) son sólo algunos de los factores que molestan a los habitantes de Tecén, en particular a los de la parte teldenses por situarse estas infraestucturas en su territorio.

"El barrio tenía mucha actividad en años anteriores, pero se ha ido dejando mucho", sostiene el vecino, que por otro lado se encuentra apurado por las circunstancias en las que se rodea el parque infantil. "El Ayuntamiento puso unas vallas hace un año, más o menos, pero no es suficiente; los niños se acercan siempre a los peligros, y ya no es sólo que los toboganes estén estropeados", alerta Suárez, y se refiere a que tras el espacio para niños hay un muro inclinado con una base de apariencia muy poco estable. "El muro se sustenta en tierra, las ratas se infiltran por los agujeritos y poco a poco se va debilitando; en cualquier momento se puede caer y ocasionar un accidente", explica apurado el residente.

Por otro lado, también encuentra insuficiente el servicio de limpieza (aunque en general la mayoría de vecinos sostiene que el Ayuntamiento de Valsequillo les ha ayudado mucho más en este asunto) y pésimo el estado de ciertas vías: en concreto, la denominada camino a Tecén, que se conoce popularmente como "la raya de Telde" (que divide el barrio entre los dos municipios), y que conecta con Lomo Magullo.

"Valsequillo nos asfaltó la calle Brezo, pero la parte de Telde necesita un rebacheo urgente", asevera el vecino, y en cuanto al estado de la escuela unitaria (que se cerró hace muchísimos años) sostiene que "la estructura se encuentra en bastante buen estado, pero se está acumulando muchísima basura en las clases y los arbustos crecen sin control: si se arreglase un poco podríamos tratarlo para realizar actividades vecinales", explica Suárez esperanzado.

Pasado de tradiciones

Asimismo mira a su alrededor algo apenado. "Muchos hemos luchado por la mejora de esta barrio, pero si dejas perder todo lo que tienes entonces no hay más vuelta atrás", sostiene entristecido, y sabe de lo que habla porque además de residente fue presidente del colectivo vecinal (nombrado Reina Sofía, "porque no quedaban más nombres", explica sonriendo) durante más de 40 años. Su empeño ha sido grande, aunque parte de su corazón continúa en el pasado.

"Aquí vivimos durante muchísimos años de la agricultura, aunque ahora sólo queda una finca de fresas; lo bueno es que da trabajo a medio centenar de personas aproximadamente, pero es una pena que se hayan perdido nuestras tradiciones", comenta nostálgico el residente, y añade que "en Tecén trabajábamos el trigo".

De hecho, señala ilusionado la existencia de tres molinos de agua en el barrio (aunque ninguno en buen estado) por los que machacaban el cereal y producían almidón, que vendían como producto para lavar la ropa por un lado y que utilizaban para alimentar a los animales por otro. Para acceder a los mismos, o a lo que queda de ellos, hace falta dar un buen paseo entre los caminos no señalizados que hay en su campo. "Antes funcionaban con el correr del agua, que era muy fuerte y abundante", recalca el vecino, aunque dejaron de usarse sobre los años 70 (según calcula).

"Mi hermano y yo trabajábamos desde bien pequeños pisando el cereal; los que plantaban papas nos traían comida porque acabábamos exhaustos", expresa nostálgico. "Sé de todo, menos leer y escribir: era otra época", afirma.

Entre malezas y escombros, si uno escala entre las acequias y se asoma al techo descubierto de una pequeña caseta de piedra, se puede apreciar el motor de una de estas máquinas. El estado en el que se encuentra, sin protección ni refugio, es triste. Pero así lo es también las condiciones de otro de estos molinos, aislado en una habitación sin cerrar, en las lejanías del núcleo del pueblo, y rodeado de trastos viejos que nadie quiere.

"Ahí está todavía el pie del molino", recalca Suárez mientras señala una pieza de piedra bajo un montón de planchas de metal, tuberías y cajas. ¿Y la piedra? En la ermita del pueblo.

"Me la llevé de aquí para que hiciera de altar, pensé que podía dar un buen resultado y así fue", explica con risas Suárez, y gracias a su hazaña ha conseguido una singularidad más para la pequeña capilla del barrio -dedicada a María Auxiliadora-, que desde hace unos años ofrece misa todos los domingos por el padre Fernando Báez.

"No viene mucha gente, solemos ser una veintena como mucho; pero es algo que se da en todas partes, ya no va mucha gente a orar" confiesa Suárez, , aunque se enorgullece porque "hace cuatro años el Obispo visitó la ermita y le encantó la idea de la piedra de molino, que ahora tenemos como sagrario". Y el orgullo surge porque el inmueble ha crecido con la ayuda de todos los vecinos del barrio.

Mariquita Pérez, Paquito Sosa, Pepe El Barquero, Santiago Florido, Francisco Suárez, Isidro Suárez, Pino Sosa y otros muchos personajes ilustres del pueblo son los que han conseguido que Tecén conserve su encanto. "Necesitamos un empujoncito de las instituciones para conseguir que esto vuelva a ser lo que era: un barrio lleno de vida, con una romería preciosa casi tan grande como la del Pino", ríe ante esta última frase.

"Puede que sea una exageración de la gente, pero estábamos todos muy unidos y aún lo estamos: el problema ha sido tener la división entre dos municipios, no nos ha venido nada bien", asegura, y espera que todo pueda cambiar.

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