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Agujas de tradición canaria

Carmen Vega confecciona trajes típicos de las Islas desde hace más de 30 años | El Ayuntamiento distinguió su labor en el Día de Canarias

Agujas de tradición canaria

Hilo, aguja y dedos para sangrar. Los ojos anclados en las punzadas precisas que hay que dar en la tela para elaborar una prenda bien hecha. La cabeza gacha y el hueso de la nuca sobresaliendo bajo la piel del cuello. El índice y el pulgar se unen en un movimiento semicircular, que se interrumpe en el momento de enhebrar y que puede durar varias horas seguidas. "La máquina se usa, pero para llegar al detalle hay que coser de forma manual", asevera Carmen Vega, una de las últimas artesanas que confecciona trajes típicos canarios en Telde.

La calidad, admite, depende de las horas que uno le ponga a la ardua tarea, también en los materiales que se usen y en la habilidad que uno tenga. Insiste en que no es complicado, pero sí laborioso. Y aunque uno reitere en que la confección no es tarea fácil, ella responde que es cuestión de práctica.

Tiene talento, aunque sus capacidades en costura vienen de forma casi heredada porque en su casa siempre han estado ligado con la cultura y la tradición canaria. La música, el baile y la confección son algunas de las aficiones que han estado siempre presentes en su familia. "Desde que era pequeña he estado integrada en un ambiente muy folclórico: aprendí a coser con mi tía, Juanita Fleitas, y llevo más de 30 años dedicándome a esto", explica.

Trayectoria

Esa larga trayectoria fue distinguida en la noche del pasado miércoles, vísperas del Día de Canarias, por el Ayuntamiento de Telde en un acto celebrado en el teatro Juan Ramón Jiménez. Vega se sonroja al recordar la velada. "Fue muy emocionante y es bonito que reconozcan que lo que haces es importante: cuando me llamaron no me lo creía, para mí esto es mi trabajo y no creo que haya ningún mérito", explica convencida la costurera, aunque igualmente agradecida. "Para dedicarte a esto tienes que sentir amor por la costura; si no, es muy difícil que aguantes con un trabajo así porque no sale para nada rentable", explica.

Recuerda sus primeros pasos enhebrando agujas con especial cariño. No sólo su afición nace de la pasión que transmite su familia por el folclore. La costurera es de La Pardilla, un barrio que se destaca, entre otras cosas, por la tradición y el interés por las costumbres más antiguas. Vecinos, amigos y familiares conforman desde siempre grupos de actividades en las que lo típico canario es usualmente el tema principal. "Comencé a confeccionar traje típico en la agrupación Neiga (ahora conocida como Tyldet), con otras mujeres a las que nos gustaba coser: en ese tiempo no teníamos el certificado de artesanas por la Fedac ni nada parecido, pero la gente nos conocía y nos hacían pequeños encargos", explica.

Ahora el nivel de trabajo es escaso. "La gente ya no tiene dinero para un traje típico: son muy caros", admite la costurera, que calcula que un buen conjunto de telar supera los 800 euros. "Un metro de tela puede valer unos 100 euros y hacen falta cinco para hacer una falda: luego hay que sumarle lo que vale confeccionarlo, las horas que se le echan y los materiales", hace cuentas la artesana. "Hoy en día te encuentras trajes confeccionados entre 30 y 70 euros", admite, y añade que quien se sigue dedicando a esto es por puro gusto. "Nunca he vivido de la confección, es un entretenimiento, aunque le hecho muchísimas horas", reitera.

La costurera, junto a su mentora Juanita Fleitas, han pasado toda su vida entre bobinas de hilo, agujas y máquinas de coser. Aunque son especialistas en el traje típico, también han realizado todo tipo de encargos. "Hemos ganado varios premios de carnaval por la confección de trajes para los murgueros", ríe por el recuerdo. En esa misma línea, han elaborado numerosas veces disfraces de carnaval "que la gente nos decía que estaban demasiado bien hechos para usarse en estas fechas festivas: pero, la verdad, es que nosotras no sabemos hacer las cosas a medias", asevera.

Por otro lado, le apena que este tipo de aficiones no calen en la juventud. "No conozco a ningún joven que sienta interés por la costura: la poca gente que tiene ganas de aprender en realidad lo enfocan a confeccionarse su propia ropa", explica Vega, aunque admite que Telde es uno de los municipios que más fomenta el folclore en sus fiestas y ferias. "Se pone en valor la artesanía, pero todavía queda mucho recorrido: la escuela de folclore, por ejemplo, está a punto de desaparecer porque con las jubilaciones de los monitores no se reponen las actividades", añade y recuerda los talleres de cestería, de confección (impartida por Fleitas) y calado (cuya monitora, Pino Suárez, recién jubilada, también acaba de ser distinguida por la corporación municipal). "Antes la escuela se trasladaba a los barrios e incluso se impartían talleres en los centros escolares: ahora solo queda el curso del barro canario y algunos monitores para impartir danza y canto", declara.

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