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Las 'batallas canarias' de Paco Bello

El 22 de diciembre se cumplen 10 años de la muerte del párroco de La Garita, impulsor de sus fiestas y de la petición de un obispo canario l Un grupo de sacerdotes retoma esta propuesta

El sacerdote Paco Bello, en la iglesia de La Garita, de la que era párroco. LP/DLP

El 22 de diciembre se cumplen 10 años del óbito del sacerdote Francisco Pérez Bello, más conocido por Paco Bello, convertido por su feligresía y seguidores en un símbolo del cura cercano, defensor de la canariedad y de la reivindicación por el nombramiento de un obispo isleño para la Diócesis de Canarias. Una petición que se retoma 15 años después del documento firmado por varios sacerdotes, entre ellos Bello, y tras el anuncio del obispo, Francisco Cases, de su renuncia al cargo.

La reclamación de un obispo canario se sustenta en un documento de 18 páginas que critica que solo haya nombrado a un prelado nacido en el Archipiélago -Manuel José Verdugo Albiturría, en 1521- de los 73 nombrados hasta ahora en la Diócesis y solo otro en la de Tenerife, Domingo Pérez Cáceres, en 1947 y unos pocos más originarios de las Islas designados en la Península.

Colonialismo, infravaloración del clero isleño e inferiorización del canario, "inculcada por los sistemas con perfiles feudales y esclavistas implantados en las Islas, la desvalorización del esclavo y la exaltación del mito del amo". Un obispo canario, de cualquiera de las Islas, la creación de la Archidiócesis Canaria, el fomento de una Iglesia canaria, de vigilancia de la idolatría, la purificación de los sacramentos y una mayor participación de los laicos son sus propuestas y tareas para el prelado.

La efemérides del óbito de Bello es también la de la reivindicación sacerdotal que promueve la asociación que lleva su nombre para que el nuevo obispo de la Diócesis de Canarias sea un prelado nacido en el Archipiélago, en cualquiera de las islas, matizan. En el prólogo de una publicación que recupera la reflexión firmada el 15 de julio de 2004 por un grupo de sacerdotes, se expone que "hoy como hace 15 años, en que un grupo de sacerdotes canarios elaboró y publicó esta reflexión por iniciativa del entonces párroco de La Garita y Marpequeña, Francisco Pérez Bello, Paco Bello y ahora, después de siglos, con honda esperanza y una espera más intensa y extensa reclamando un sacerdote canario para obispo de la Diócesis de Canarias con motivo del cercano relevo de su actual obispo, sumándose a este reclamo Paco Bello somos todos con esta reflexión".

Una propuesta cuya tesis es que después de más de 600 años de presencia de la Iglesia en Canarias -el aniversario se cumplía en 2004- "el 'clero nativo' canario no ha sido considerado apto para ser obispo ni de lugares fuera de Canarias ni de la propia Canarias, pero sí el 'clero nativo' de la Península Ibérica española para obispos de Canarias, lo que pone al descubierto una supravaloración del clero foráneo y una infravaloración e inferiorización del clero canario, actitudes semejantes a las propias del colonialismo español en Canarias".

Sus redactores sustentan esta reivindicación esgrimiendo datos extraídos de la Agenda Pastoral del curso 2003-2004 y de Historia de la Iglesia en Canarias, ambas de la Diócesis de Canarias y realizan un recorrido por el pasado del Archipiélago hasta nuestros días, donde las consecuencias de la Conquista han dejado como herencia, apuntan, una sociedad canaria descentrada y con una estructura sociológica que "nos explica el nacimiento de ese triple fenómeno psicológico del comportamiento canario, el mimetismo, actitud de mito y mutismo".

Una psique colectiva a lo largo de la historia que ha motivado que el canario imite lo que viene de fuera, lo admire y guarde silencio y que, se argumenta en el documento, "la implantación en Canarias de la voluntad de poder es clave básica interpretativa para la comprensión psicológica de nuestro pueblo", de crear un proceso psicológico de inferiorización que "no se trata de una inferioridad real".

Pero el compromiso de Paco Bello no solo se limitó a proponer un giro en el nombramiento del obispo de la Diócesis. En un tema sin jerarquía por medio como el de las fiestas de La Garita, su influencia se mantiene vivo. Julia Martel, presidenta del patronato La Sal, evoca su gran labor y su apoyo decidido por la cercanía de la parroquia con los vecinos.

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