Heriberto González, propietario de una finca con unos 500 animales entre cabras y ovejas (ubicada paralela a la autovía GC-1 en dirección norte), calcula que ha perdido este año casi 10.000 euros por la matanza de parte de su rebaño, que ha sido atacado por perros en dos ocasiones sin que él pudiera hacer nada para remediarlo. El último ataque se produjo ayer de madrugada, cobrándose la vida de siete ovejas preñadas e hiriendo de gravedad a otra quincena que "probablemente no sobreviva", expresa impotente el ganadero.

La pérdida de cada animal, de los corderos que llevaban en su interior y calculando la leche que podría haber sacado de cada uno suman unos 5.000 euros perdidos, aproximadamente. Asimismo, la primera vez que se produjo un suceso así en su explotación ganadera -a principios del mes de marzo- acabó con la muerte de un total de 21 ovejas, que sin preñar tenían un valor de unos 200 euros.

Por otro lado, el afectado no descarta que el estado de shock en que se encuentran el resto de ovejas preñadas provoque el aborto de muchas. "Están muy nerviosas, asustadas y con mucho estrés; eso no es bueno y es probable que acaben pariendo a animales ya muertos", sostiene con dureza.

González recibió una llamada de su sobrino sobre las cuatro de la madrugada. "Vive cerca de mi finca y su perro no paraba de ladrar, le pareció muy extraño y sospechó que algo podía estar pasando", relata el ganadero, que no dudó en acercarse hasta los establos para comprobar si realmente había sucedido algo. Al principio no reparó en ninguna incidencia, ya que tanto los retablos de sus cabras como de sus ovejas estaban tranquilos.

Sin embargo, el rebaño ovino en estado de gestación se encontraba en otra cuadra de esta explotación. "Me volví loco cuando vi todas las ovejas muertas, era una escena muy desagradable porque estaban abiertas en canal y se veía a los corderitos muertos", asevera muy afectado. Asimismo, el ganadero está seguro de que los tres perros que se introdujeron en su propiedad son los mismos que aparecieron seis meses antes.

"Los vi porque tenía las luces del camión encendidas; eran dos perros grandes y uno más pequeño, cavaron dos agujeros en el establo de mis animales y cuando yo llegué salieron corriendo", sostiene, pero la historia no acabó ahí. "Les seguí hasta la gasolinera que hay frente a la zona comercial La Mareta", detalla. Allí llamó a la Policía Local para denunciar los hechos e indicar en dónde se encontraban los perros. "Al principio nadie me lo cogía, pero después me devolvieron la llamada y me dijeron que hasta las siete no podría aparecer ningún efectivo", sostiene. Finalmente se marchó "porque no iba a estar vigilando durante dos horas", aseveró.

Por otro lado, el ganadero sospecha que los perros no son salvajes y espera que las autoridades descubran su paradero. "Estoy seguro que eran los mismo de la última vez, y ahora que los pude ver un poco mejor me di cuenta que su apariencia no era de perros de la calle: estaban limpios y sanos", aseveró.

Asimismo, lamenta la pérdida de sus animales y sostiene que "nadie me va a devolver ese dinero perdido, y ya son dos veces", recalca. Asimismo, hace cuatro años también sufrió un incidente de este tipo. "En esa ocasión me mataron una treintena de cabras", rememora indignado.