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La emblemática fábrica de azúcar de Telde recupera su esplendor

El Ayuntamiento adecenta el edificio y medita recuperar el proyecto del museo etnoagrario

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Acondicionamiento de la antigua Fábrica de Azúcar de Telde

"Este inmueble tiene un potencial asombroso: va a quedar muy bonito cuando se termine", asevera ilusionado José Diego Amador, uno de los trabajadores que adecenta en estos días la antigua fábrica de azúcar del municipio. Su entusiasmo por ver recuperarse un inmueble histórico podría trasladarse al resto de ciudadanos teldenses, que durante años han visto cómo el patrimonio local ha sido desvalijado y casi perdido valor. La imagen que mostraba la azucarera de Telde hace solo un par de meses era totalmente desesperanzadora: ventanas rotas, paredes descascarilladas, pavimento despegado y sucio por los excrementos de las palomas... La lista de desperfectos y destrozos que ha albergado la fábrica durante los últimos años es interminable. Sin embargo, la realidad ha tornado de una dirección a la opuesta en apenas medio año.

Una treintena de trabajadores de diferentes programas de empleo y formación que ha impulsado el área de Desarrollo Local del Ayuntamiento de Telde se encuentra estos días trabajando en la rehabilitación y mejora del emblemático complejo, que cuenta a sus espaldas con más de 120 años de vida (pues fue construido en 1868 por el ingeniero Juan León y Castillo) y está compuesto por un edificio principal, un taller de reparación de maquinaria, algunas edificaciones auxiliares y oficinas.

Actuaciones

En concreto, una quincena de alumnos del proyecto de formación de Pintura Industrial (que pertenece al Plan Extraordinario de Empleo G4) están llevando a cabo desde principios de septiembre tareas de saneamiento y limpieza del exterior de la azucarera, así como de la rehabilitación de la estructura externa con tratamiento antihumedades y su pintura final.

Asimismo, los trabajadores del Plan Extraordinario de Empleo Social (programa que concluye hoy) están finalizando este mes la reposición de los adoquines del suelo, así como el lijado de maderas y restauración de piezas deterioradas, la renovación y reparación de la instalación eléctrica y una limpieza de choque de las instalaciones en general, entre otras actuaciones. Son un total de 13 personas: dos oficiales de albañil, uno de electricista, uno de carpintero, un oficial de pintor y ocho peones que realizan tareas generales.

Por otra parte, los alumnos del Programa de Formación y Alternancia con el Empleo (Pfae) Uniones, que desde diciembre del pasado año se encargan de realizar obras de adecuación en el ámbito de la carpintería metálica y ejecutan prácticas en el municipio, ya se han encargado de diseñar las nuevas puertas de acceso al complejo, así como las ventanas de los diferentes edificios y serán instaladas muy pronto.

"Lo bonito de este proyecto es que están entrelazándose diferentes programas para alcanzar un único objetivo; estamos aunando esfuerzos para llevar la rehabilitación de todas las áreas del complejo", expresa la concejala al cargo, Lidia Mejías.

"Con todo vamos a conseguir recuperar el buen estado de la antigua máquina de azúcar", resuelve emocionada. Tanto la concejala como el alcalde, Héctor Suárez, se acercaron durante la semana para comprobar el estado de las obras que se están realizando en el edificio. El alcalde aportó algunas palabras de ánimo a los trabajadores, que asimismo agradecieron la oportunidad concedida y aseveraron la importancia de la tarea encomendada. "Esto no es solo una alegría para nosotros, que estamos trabajando durante este tiempo; también supone una alegría para todos los teldenses, que verán rehabilitado un edificio con tanta historia e importancia para el municipio", le aseguró Amador al alcalde.

Por otro lado, los operarios aprovecharon la visita de las autoridades políticas para alertarles sobre la importancia de mantener un edificio de esas dimensiones y, sobre todo, darle uso una vez sea completamente restaurado y adecentado. "Yo veo en la antigua máquina de azúcar un enclave perfecto para la organización de eventos, veo en muchas de sus salas futuras exposiciones de arte: creo además que el enclave donde está situado es perfecto para que los foráneos visiten las instalaciones", añadió con proyección el trabajador, refiriéndose a la situación geográfica del edificio, pues aunque se ubica en el casco tiene fácil acceso desde la circunvalación del puente de los siete ojos para la visita de los foráneos.

Las sugerencias fueron apuntadas por los dirigentes políticos, aunque la concejala de Desarrollo Local y Urbanismo aseveró que desde el Ayuntamiento aún se sopesa recuperar el antiguo proyecto de convertir la antigua destilería en un museo etnoagrario de la caña de azúcar. "Hace años un arquitecto redactó un proyecto, pero se perdió con su muerte y tendríamos que buscar la manera de retomarlo: es uno de nuestros objetivos, pero tenemos que ir paso a paso", asevera prudente, aunque adelanta que el inmueble estará integrado en una futura ruta turística que se iniciará en el histórico barrio de San Francisco, prolongándose a lo largo del Barranco de Telde, que prepara el área. Otros puntos de interés serán el poblado aborigen de Tara y la ermita de San José de Las Longueras.

La idea es aprovechar los recursos que aún se encuentran en la fábrica para que los visitantes conozcan un poco más de la historia del municipio y del funcionamiento de una destilería (siendo esta la única fábrica que se encontraba en la Isla, junto con la de Arucas). En pos de esta intención, los trabajadores del proyecto de formación realizarán en unos meses (cuando concluyan el periodo de aprendizaje teórico, que comenzará en pocos días) la limpieza de toda la maquinaria que aún se encuentra en el interior de la azucarera.

"Ahora mismo los alumnos están realizando pequeñas prácticas en el exterior del complejo, como fórmula para que aprendan a utilizar las herramientas y el procedimiento que deben seguir según qué tarea", expresa el ingeniero al cargo de este programa y profesor, Álvaro Nahón, que añade que desde el 2 de septiembre se ha procedido a pintar los zócalos a rodillo, perfilar partes delicadas de las fachadas y adecentar los parterres. "Con esta preparación previa y algunas lecciones teóricas podrán adentrarse en el interior de la sala de maquinarias para comenzar con la segunda parte de la rehabilitación, que incluye la rehabilitación de las paredes hasta una altura de 1,90 metros para eliminar las humedades y limpiar las máquinas que se usaban en el proceso de destilación del ron", expresa el profesor.

Para sanear las paredes internas, los alumnos deberán picar hasta llegar al hueso (la parte estructural de la pared) y añadir un aditivo compactante hidrofugante (impermeable) y una capa de mortero rico en cemento y arena. "En ese momento se le pone una malla para que no agriete", añade el experto. Tras este paso se añade otra segunda capa de mortero, correspondiente al lucido de la pared, y impregna con una primera capa de pintura. Finalmente se concluye el procedimiento al impregnar la pared de pintura antihumedad.

Maquinaria histórica

"La sala de maquinarias es la única que nunca se ha sometido a una reforma integral", sostiene Mejías, que aclara que para conseguir que el complejo se convierta en un museo etnoagrario hace falta dar un paso más en el arreglo del edificio. La concejala sostiene que el arquitecto que había redactado el proyecto de restauración, Luis Alemán y Orella, falleció y ha complicado el procedimiento. "Ya se ha arreglado la nave principal de la empaquetadora, el taller y la chimenea; faltaría la parte principal o más histórica de la máquina de azúcar", explica.

Y esa zona con mayor historia corresponde a la sala de caldera, ocupada en la parte central por un generador de vapor monobloc que durante sus años de funcionamiento poseía una capacidad de producción de 4.500 kilos de vapor, siendo su principal ventaja el bajo consumo de combustible. La salida de los humos al exterior se realizaba a través de una chimenea de seis metros.

Asimismo se incluye la sala de molturación donde se llevaba a efecto la primera fase del proceso de elaboración del azúcar. Se trata de una dependencia alargada, equipada con dos máquinas de vapor, procedentes de una fábrica de Glasgow: The Wirles Waston Yarian Co. Ltda., que daban la energía necesaria a los dos trenes de molienda que poseía el inmueble, de tres cilindros cada uno. En la sala central, la azucarera, es donde se sitúan las máquinas específicas para el tratamiento de la caña de azúcar, así como los defecadores y concentradores.

En el momento en que toda esta maquinaría (importada de Inglaterra en el vapor inglés Glassalt) se estableció en San Juan, la fábrica empezó a funcionar principalmente como productora de ron y continuaría de esta manera hasta los años 70, cuando se cierra.

Con la adquisición de la marca de Ron de Telde por la empresa de Ron Arehucas, y el traslado de los archivos y del mejor material a su propia fábrica, la azucarera quedó en desuso. El Ayuntamiento la adquirió a principios de los años 90, y aunque en varias ocasiones utilizó las instalaciones para la realización de talleres de formación, el gran complejo acabó por convertirse en víctima del vandalismo y en el espacio perfecto para la acumulación de polvo, basura y roedores. El proyecto transversal de rehabilitación de sus instalaciones ofrece un soplo de esperanza para los teldenses que esperan ver reflotar su patrimonio histórico.

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