Jinámar vivió ayer una de las grandes jornadas de su programación por las fiestas de la Concepción y la caña dulce: el día del artesano y el labrador, que conmemora las tradiciones autóctonas de Canarias en un ejercicio necesario de memoria y reivindicación por la idiosincrasia del Archipiélago. Y todo ello a pesar del temporal de viento y lluvia bajo el que se encuentra Gran Canaria, y que hizo acto de presencia en varios momentos de la mañana, aunque sin aguar los ánimos de los vecinos del barrio, que acudieron fieles a su cita.

"Lo que yo quiero es divulgar esta cultura, porque un pueblo sin su cultura es como un árbol sin raíces, se seca y se muere". Con esta aseveración, Ana Rosa Santana deja clara cuál es su hoja de ruta. Es la presidenta de la escuela de garrote del Maestro Paquito Santana en Lomo del Cementerio y sus familiares y pupilos estuvieron en las calles de Jinámar para mostrarle a los vecinos y devotos de la Virgen de la Concepción "la nobleza de este deporte autóctono", único de la isla de Gran Canaria. Mientras los más pequeños se acercan con curiosidad y preguntan si pueden coger los garrotes, ella habla con fervor de ese juego que le enseñó su padre hace ya muchos años y que ahora se empeña en dar a conocer en diferentes ferias y fiestas por todo el municipio.

En su escuela enseñan "a todo el que quiera" sin cobrar ni un solo euro. De este modo, ya han mostrado la técnica del garrote a decenas de niños, aunque una vez llegan al instituto, "por lo mucho que tienen que estudiar", comienzan a dejar de asistir. Con todo, reconoce que en Telde existe cierta cultura en relación a este deporte vernáculo.

Poco antes de que comenzara la exhibición del juego del garrote, una escuela de lucha canaria hizo lo propio sobre un tatami y mostró al público alguna que otra agarrada. Sin embargo, un "zarpazo" de lluvia les obligó a salir en retirada. Con todo, las precipitaciones no impidieron que decenas de personas disfrutaran de esta jornada consagrada a la tradición canaria, en la que estuvieron presentes algunos de los vehículos del Club de Automóviles Antiguos y Clásicos de Telde, ocho artesanos que mostraron sus productos en una feria de artesanía, una familia ataviada con la vestimenta típica repartiendo leche caliente con gofio y varios agricultores que ofertaron sus verduras y frutas.

Uno de ellos fue Rogelio Peñate, de Vecindario, quien trajo caña dulce de su cosecha en honor a una de las festividades más antiguas de toda Canarias -hay registros oficiales que la sitúan ya en 1506-. "Cultivar la caña es difícil según como se mire: necesita mucha agua, por ejemplo, y aquí no es que andemos muy sobrados", comentó al tiempo que pelaba la caña de azúcar para disponerla luego en una mesa. De hecho, él es uno de los pocos agricultores que siguen dedicándose al cultivo de este producto que en la actualidad se da mejor en la zona de Arucas.

Mientras en el exterior se disfrutaba de la artesanía y los deportes autóctonos, en el patio de la parroquia, y bajo un techo de plancha, dos grandes ollas borboteaban con 15 kilos de berros en su interior. Eran las más de 400 raciones de potaje que por la noche se repartió entre los peregrinos y vecinos que acudieron a la ofrenda a la Virgen. Siete vecinos se dedicaban a ellas "con mucho amor y paciencia", el arma secreta que hacía que supiera tan bien. Con el frío que hizo anoche, muchos estómagos lo agradecieron.