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Telde

El artesano de hormigueros

Alexander Ramírez cumple un año en la primera tienda dedicada a la elaboración y venta de hormigueros de la Isla

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Tienda que vende hormigas en Telde

Dicen por ahí que el mejor amigo del hombre es el perro y, tras afirmar semejante disparate, se producen disputas de alta envergadura entre los amantes de los perrunos y de los gatos, luego alzan la voz los que prefieren un periquito o un agaporni en estos tiempos modernos y, después de una lucha acalorada, deciden entrar en barrena los defensores de una pecera llena de peces y líquenes. Pero, se lanza la pregunta, ¿y si fueran las hormigas las mejores amigas del ser humano? En Telde, Alexander Ramírez Ceballos ha abierto la primera tienda de hormigueros de Gran Canaria: Labellaant.

Un hormiguero es un reino por expandir. Técnicamente, es el refugio donde habitan las hormigas y hay de lo más variado: de arena, de tierra, subterráneas, en árboles... Y metacrilato, como los que fabrica Alexander por la calle Calderín López, cerca del centro de Telde y rodeado de establecimientos típicos. Hace un año, el joven de 21 años abrió su comercio: "Empecé por hobby, y me gustó". Desde Jinámar, empezó viendo vídeos de Youtube, le interesó, se informó aún más como autodidacta en la materia y amplió sus conocimientos hasta hacer sus propios vídeos con contenido actualizado. Tanto fue el éxito de la iniciativa que una tienda especializada en hormigueros de la Península contactó con él para que anunciara sus productos en el mundo internauta.

Entonces, vio la oportunidad de negocio. Lo que solía hacer era pedir por correo los hormigueros con sus correspondientes gastos de envío, desorbitados, más de veinte euros en algunos casos, por lo tanto, "me decidí a vender aquí". "Comencé en mi casa, haciendo una página web, vi que me iba bien al ser el único, por lo que pude alquilar un local para las dudas que puedan haber aunque la mayor parte del negocio sigue siendo por Internet", y hasta ahora.

Cada día mejora la técnica y por ahora los hormigueros que realiza son de metacrilato. Las estructuras acrílicas son las que recomienda por su limpieza y transpiración. Hace las estructuras y las delinea con la máquina láser, los monta y pega. "Trabajo yo solo", dice mirando la tienda de paredes blancas que le rodean, "cuesta darse a conocer porque es algo nuevo, se necesita mucha publicidad". Un sitio así no deja indiferente a nadie. A su puerta se acercan los mayores de la zona y "se quedan locos", ríe Alexander, y le ofrecen las hormigas que acampan por sus hogares. No obstante, muchas son las personas que vienen en estas fechas navideñas para encargar un hormiguero, algo curioso y diferente que regalar por Reyes Magos. Normalmente, ronda entre los 40 y 50 pedidos mensuales y sabe que serían más si exportara a países como México, Argentina, Ecuador y EE.UU., desde donde le llega comentarios a través de la red, pero el costo de envío se lo impide por ahora.

Las protagonistas

Mientras él trabaja, vende y organiza los pedidos, unos seres minúsculos continúan su trabajo diario ajenos al tumulto de la calle. La colonia de las hormigas es un matriarcado. Su sociedad está regida por una reina, más grande y oscura que las demás, que es la encargada de hacer la puesta de huevos para que nazcan las próximas generaciones. A sus patitas están las hormigas obreras, aquellas que realizan las tareas diarias y se encargan de expandir los dominios del hormiguero; y las hormigas soldados, preparadas para defender y atacar en caso de peligro. La organización es vital para su subsistencia. Las galerías transparentes del metacrilato conducen a la zona de cría, de almacenamiento de comida e, incluso, un minúsculo vertedero.

A priori, parecería un tanto insulso dedicarse a cuidar un hormiguero, pero Alexander lo explica así: "Es la curiosidad de verlas trabajar, son muy organizadas, y no tienen problemas para adaptarse a cualquier sitio. Por ejemplo, tengo hormigueros que después de un año y medio aún no se han terminado". Curiosidad, paciencia, observación y, cómo no, salidas de campo para recolectar. En su establecimiento regala las especies Messor Barbarus y Camponotus Rufoglaucus Feae. Realizan sus labores dentro de los hormigueros con la forma inusual de las Islas Canarias. "Se pueden tener tantas ideas y crearlas, como cuando me pidieron que fabricara la mitad de un árbol en 3D para ver cómo trabajaban las hormigas en él como si fuera natural", recuerda.

Hace balance del año, sin dudas: "Alegría, me encanta este trabajo, además, soy mi jefe". Sus próximos pasos van encaminados a realizar propuestas de venta a las tiendas de mascotas y, con algo más de tiempo, crear una comunidad aficionada en estos insectos. A su madre la terminó de convencer cuando comprobó que sacaba un mínimo beneficio de esta aventura y, ahora, también a quienes entran en Labellaant para aprender a cuidar a las hormigas.

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