Hay infinidad de palabras con las que definir a José Luis González-Ruano, palabras como editor, escritor, librero, activista medioambiental, antropólogo o economista y, también, aquellas que utilizan sus amistades para describirlo como un referente cuya pasión misma era la vida. El autor teldense falleció ayer al mediodía debido a un ictus sufrido hace varios días, a la edad de 62 años. Su cuerpo será velado en el Tanatorio de San Miguel y el sepelio será este martes.

Nacido en 1957, González-Ruano estuvo íntimamente conectado con la esencia de las Islas, tanto en su forma y naturaleza como cultural y enriquecimiento social. Entre su extensa obra literaria se encuentra Chelonia en Orchilla, y el Cuaderno de Tindaya, las novelas Isla de Lobos y Surf Republic y el poemario Últimos pájaros del océano al que se une el texto El camino de Santiago en Gran Canaria (un viaje a la isla interior). El último libro que publicó fue El archipiélago nómada, y no pudo menos que invitar a que lo presentara su compañero y amigo Álvaro Monzón, hoy concejal de Medioambiente.

"Luis era un referente, le decía que era nuestro escritor ilustre y un baluarte importantísimo del medioambiente y de la escritura", reconoce Monzón, "muchos aprendimos a caminar y a conocer el planeta gracias a él, ha sido una pérdida muy grande". A explorar y averiguar qué traspasaba las fronteras de Canarias dedicó José Luis toda una vida y, por supuesto, a defender la biodiversidad con un compromiso inquebrantable.

Ecologista y escritor

Fundó el Movimiento Ecologista Garita Azul (MEGA) allá en su juventud, a donde acuden los recuerdos del periodista canario Pepe Naranjo. Lo conoció un verano de aquellos en los que se mezclaban los pies descalzos, la arena y el fútbol. José Luis estaba a portería en La Garita y, tiempo después, iniciaría su periplo con la organización ecologista. "Era un chiquillo y me acuerdo de que me apunté al movimiento", rememora Naranjo, "en esa época había un vertido de aguas fecales en La Garita y recuerdo que hicimos una cadena humana desde la playa al punto del vertido para protestar, también hacíamos recogidas de colillas, hacíamos pateos chulísimos...".

La infancia que contribuyó a ampliar los conocimientos de Naranjo también los trasladó a través de su obra y activismo, trazando y uniendo lazos con Turcón Ecologistas en Acción, cuyo presidente, Honorio Galindo, subraya el "compromiso y la dedicación al cuidado y respeto del medioambiente".

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Habían hablado hacía apenas unos días para revisar los datos del último libro del periodista africanista, publicado por la editorial fundada por González-Ruano en 2015. Su librería Azulia era la joya de la corona. La aventura comenzó en 2013 y la calle Venegas de la capital grancanaria construyó un reino lleno de curiosidades literarias, rarezas y clásicos, y un extenso mundo por el que viajar con la imaginación. Su pasión, los viajes, le llevaron hasta Nueva Zelanda y a Italia, y a saber quién sabe dónde. Naranjo y él se echaban horas y horas a hablar en aquel lugar apartado del mundanal ruido, "nos echábamos a hablar de viajes, personajes, y ya nos salíamos del libro totalmente cuando me contaba sus viajes. Siempre me ofrecía referencias literarias según el país que visitara y yo, por supuesto, le compraba libros", ríe.

A su amigo José Manuel Espiño lo acongojan las palabras. El tanatorio que guardó su cuerpo estuvo lleno. Las inquietudes culturales y verdes fueron el motor que lo propulsionaron a seguir cuando, hace cuatro años, sufrió problemas de corazón. "Le dije que dejara los deportes de alta exigencia y, desde entonces, hacía el camino de La Garita a Salinetas". "Ha sido un hombre comprometido con la ecología, con la literatura, ha sido un poeta, un narrador y escritor, un economista increíble y, sin embargo, un antropólogo desconocido con un saber insular brutal, hay que leer con calma sus libros... Él y yo siempre hemos comulgado que caminar es el motor vital para vivir", y el camino continúa dejando en vilo la edición de su próximo libro, en el cual dice Espiño que estaba trabajando.