La tremenda polvareda que ha arrasado con las islas en los últimos días no deja indiferente a Telde. El temor por los efectos que la calima pueda causar en la salud se tradujo durante el fin de semana en la demanda masiva de mascarillas, que se agotaron en prácticamente todas las farmacias. Asimismo, a pesar de que la alerta rebajó el nivel durante el día de ayer, el municipio no evitó ver sus calles desérticas, tanto por el vacío como por la arena que ensuciaba el suelo.

"Habrá venido un centenar de personas durante la mañana, todas pidiendo mascarillas", expresan desde una farmacia del casco teldense con verdadero asombro, indicando que no solo es que se le hubieran acabo en la tienda sino que además al llamar a los proveedores "me contestan sin siquiera preguntar que no les quedan, que no sigamos preguntando", asevera. A media mañana las personas que pasean por la calle son pocas, pero aún así se nota el movimiento comparado con el fin de semana y comienza a preverse el cielo azul frente a tanta partícula de polvo del este.

Pau De Sardi es uno de los interesados en las máscaras de protección, aunque no ha tenido éxito durante la mañana. "Me tengo que proteger con la braga del cuello", expresa encogiéndose de hombros. Procede de la capital, pero trabaja en Telde y después de estar durante todo el domingo metido en casa ahora busca protegerse. "Creo que la gente no es consciente de los efectos que puede causar respirar el polvo; he visto como mucha gente sale de fiesta durante el fin de semana, hay mucha inconsciencia", asevera preocupado, confesando que su temor procede en parte porque que hace un tiempo tuvo sinusitis.

Espacios como la zona comercial de San Gregorio se ven pintarrajeadas durante el día con alguna silueta puntual de vecinos que se han atrevido a realizar algunas compras esenciales. "En nuestro caso hemos bajado al casco para comprar una mascarilla", puntualiza Ángel Rodríguez, acompañado de su padre. "Padezco del corazón, lo he pasado muy mal estos días", asevera Santiago Rodríguez, de 81 años. Proceden del Valle de los Nueve, en donde no pudieron encontrar las ansiadas máscaras para protegerse de la polvareda. "En las farmacias nos han dicho que están agotadas, pero en el centro de salud están dando una unidad por paciente; así que nos hemos salvado", expresan agradecidos y añaden que respirar el aire en esas condiciones les produce dolor en el pecho. "Estos días he sentido una presión, la verdad es que no ha sido un buen fin de semana y agradezco tener unos días libres en el trabajo para poder resguardarme del polvo", asegura, pues es trabajador de la construcción. Y aunque levantar más polvo quizá no es una buena idea, la realidad es que en el casco no pararon las obras de peatonalización de la calle Andrés Manjón. "Yo agradezco poder quedarme en casa" reitera.

Asimismo, no son los únicos cuyo paseo se debe a cuestiones de salud. Rosa, vecina de Marpequeña, se acercó a primera hora hasta San Gregorio con su hija María, de 11 años, para visitar a un médico. "Hemos pasado el peor fin de semana que recordamos", expresa apurada, pues la pequeña tuvo que ser atendida por sanitarios en tres ocasiones entre el sábado y el domingo. "Hacía un tiempo que no me daban estos ataques tan fuertes, pero con todo el polvo ha sido horrible", asevera por su parte María, que no se ha separado de su inhalador y correspondiente medicación durante estos últimos días. Su madre detalla las exhaustivas medidas que tuvieron que tomar para evitar el malestar de la niña "como los grados exactos en los que tiene que estar elevada la cama, la fórmula de las personas mayores con la cebolla y cosas de ese estilo".

Frente al centro de salud de San Gregorio, Sandra Asprilla espera ser atendida. "Vengo por otros motivos, pero la verdad es que la calima nos ha afectado mucho en casa; de hecho, a mi bebé le dio una reacción en la piel", declara ahora tranquila, pues tras llevarlo el pasado sábado al Hospital le atendieron con rapidez. Apenas tiene dos meses y medio y el poco tiempo que promete su madre que estuvo en la calle "fue suficiente para que le afectara, lo pasamos muy mal", y además confiesa que le pilló de improvisto y ni siquiera lo achacó al clima en primera instancia. "La verdad es que no recomiendo a nadie que salga de su casa estos días; nosotros nos pasamos el domingo en casa, el picor de los ojos era insoportable y tenía que aplicarme bolsitas de té para aliviar".

La poco afluencia de gente en la calle se sufre en primera instancia por los comercios. Muchos han tenido que cerrar sus puertas varios días seguidos atisbando la falta de clientela. "Esta zona vive de las terrazas principalmente, siempre está muy viva; es la primera vez que noto que durante varios días seguidos el centro de Telde está decaído", confirma Xiomara Mejías, que regenta una cafetería en el mismo corazón del casco. "Muchos compañeros de profesión ni si quiera abrieron; nosotros optamos por abrir por la mañana, pero tanto el sábado como el domingo tuvimos que cerrar mucho antes de lo estipulado en el horario porque apenas venía gente", expresa.

Musa Dia, dueño de la cafetería M2, opina lo mismo. "Para nosotros un día sin trabajar es horrible, son muchas pérdidas y este fin de semana no abrimos el domingo porque sabíamos que no iba a ser rentable", expresa mientras limpia las instalaciones, a las que les ha entrado polvo desde primera hora.

"Tenemos la terraza, pero apenas ha venido nadie", recalca. También se ve en la misma tesitura Melo Diaz, propietario de la cafetería Tittimelo, ubicada junto a la plaza. "Hoy no hemos sacado ni las mesas al exterior", expresa encogiéndose de hombros. En su caso tuvieron que cerrar el local el sábado a las cuatro de la tarde, cuando por norma general lo cierran sobre la una de la mañana para aprovechar las salidas nocturnas hacia las discotecas de la zona. "El sábado a nuestro padecer es el mejor día, pero este fin de semana ha estado imposible", recalca. Por otro lado, la dueña del Smiley Bar expresa que "no me ha sorprendido la falta de gente, siempre que prevén mal tiempo pasa lo mismo". "Sobre todo la gente viene para pedir bocadillos para llevar, pero no para quedarse; evidentemente no monté la terraza", confiesa.

Y es que la mayor parte de los teldenses han seguido las indicaciones de las instituciones, que recomendaron que no saliesen de sus casas ante la peligrosidad del viento y del polvo. Decenas de asociaciones de vecinos cancelaron las actividades previstas."Nosotros no abriremos las instalaciones por lo menos hasta el jueves, cuando veamos que realmente se ha ido la calima y podamos empezar a limpiar", sentencia Julia Martel, presidenta del Patronato de La Garita, que asegura que en el sector de la costa no sufrieron incidentes graves.