Un equipo de especialistas ha recuperado más de 3.000 piezas arqueológicas a raíz de dos campañas de excavaciones en el yacimiento de El Portichuelo, que se ubica en el barrio de Cendro del municipio de Telde. La mayor parte han sido identificadas como pequeños huesos de neonatos humanos, que ya habían sido descubiertos dentro de vasijas en la década de los 90 por el arqueólogo Julio Cuenca, que será el coordinador de esta nueva etapa de estudio e investigación. El hallazgo de estos pequeños huesos parece que tiene relación con rituales que se practicaban en épocas de hambrunas, de sequía o conflictos bélicos en donde no se podía garantizar la crianza de esos niños recién nacidos, según ha explicado en otras ocasiones el arqueólogo.

La Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno canario ha sido la institución encargada de llevar a cabo las investigaciones en la zona y financiará el proyecto de estudio para identificar aquellas piezas que no han sido documentadas y aportar una base de datos detallada.

En total, hay 2.834 piezas arqueológicas, de las que 1.165 corresponden a elementos óseos de neonatos humanos, 679 piezas óseas de ovicápridos y cerdos, 145 registros de malacofauna, 208 registros de fauna sin identificar, 657 registros de fragmentos y recipientes cerámicos, 124 registros de útiles líticos, 84 registros de fragmentos de maderas carbonizadas y 72 registros de semillas. Cuenca desvela que "se intentará determinar en lo posible la edad aproximada de las piezas encontradas, y se seleccionarán cuatro muestras orgánicas para su datación mediante Carbono 14".

También se van a realizar estudios para determinar, en base a análisis de ADN, el género y relaciones de parentescos procedentes de muestras óseas de los esqueletos neonatos y análisis de isótopos de estroncio para determinar el origen de las poblaciones, lo que constituye un estudio novedoso en el ámbito de la investigación arqueológica del archipiélago canario, según expresan desde el Ejecutivo regional.

La directora general de Patrimonio Cultural, María Antonia Perera, explica que El Portichuelo se encuentra en una ladera erosionada de fuerte pendiente situada al norte del complejo de cuevas artificiales de Cendro. "Fue un lugar especial destinado al entierro ritual de personas recién nacidas depositadas en el interior de vasijas de barro, cuyas paredes exteriores se encuentran quemadas y ahumadas, y siempre relacionadas con ofrendas alimenticias como cabras, ovejas, cerdos, moluscos marinos, de animales en todos los casos inmaduros, depositados en cerámicas decoradas", agrega.

Perera explica que la abundancia de vestigios es de tal envergadura "que implica disponer de un equipo humano especializado, amplio, con instalaciones adecuadas para los primeros tratamientos y registros para abordar el inventario, estudio y análisis de los materiales recuperados durante las campañas de excavación arqueológica".

Asimismo, este estudio se realizará en el marco de un proyecto más amplio, financiado con fondos europeos a través del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, y lleva por título 'Aislamiento y Evolución en las Islas Oceánicas. Intensificación agrícola desde el período indígena al período colonial en Gran Canaria'

El proyecto de investigación en el yacimiento de El Portichuelo se retomó hace aproximadamente un año. Cuenca y la consejera del área visitaron la zona en octubre para comprobar el mal estado en el que se encontraba la zona; llena de maleza y basura. En ese momento se proyectó actuar en la zona y durante este año se ha llevado a cabo las excavaciones pertinentes para rescatar los elementos arqueológicos del lugar. En concreto, se planteó recoger todo el material arqueológico situado en la superficie con riesgo de pérdida; pues al estar situado en una ladera los desprendimientos de arena de las zonas superiores al yacimiento han provocado en años anteriores que la parte más externa quede cubierta por una capa geológica de arena. La idea era recuperar esas piezas y contener el avance del desplome de la montaña.

La consejera adelantó tras su última visita que el Gobierno de Canarias llevaría también a cabo una intervención en el edificio abandonado que se sitúa en el yacimiento (donde residian los dueños originales del terreno antes de que fuese comprado por la institución). La infraestructura ha sido azotada por el vandalismo en múltiples ocasiones; e incluso ha sido habitada por okupas y quemada en varias ocasiones. La idea es poder transformarla en un centro de almacenamiento y en un espacio dedicado a las tareas de estudio y análisis de los elementos arqueológico y antropológicos encontrados en el yacimiento.