La Guerra Civil apenas duró un suspiro en Canarias, porque los sublevados se hicieron con el archipiélago desde el primer día, pero la represión contra quienes se significaron por la República se practicó con saña en varias islas, buscando la complicidad de lugares que se tragaran para siempre a los asesinados, como la Sima de Jimánar (Gran Canaria).

Esta chimenea volcánica de 76 metros de profundidad, situada a los pies de un precipicio de otros 20 o 30 metros de altura no es un lugar cualquiera en la historia contemporánea de Canarias, es la fosa común donde según algunos testimonios pueden yacer varios cientos de personas asesinadas mientras la Guerra Civil continuaba en el resto de España, en particular en la primavera de 1937.

Si bien no ha sido explorada hasta ahora de una forma sistemática, sí hay constancia de que fue utilizada como lugar para hacer desaparecer a las víctimas de las "sacas" durante la represión: de ella, se han recuperado en algunas exploraciones puntuales los restos de cinco personas, una de ellas con un tiro en el cráneo.

De los pozos de Arucas (Gran Canaria), como Tenoya o el Llano de las Brujas, donde en las mismas fechas se ejecutó de forma clandestina e impune a decenas de republicanos, había testimonios concretos de supervivientes sobre quiénes eran las personas que allí yacían desde los años treinta o de qué pueblo procedían, algo que luego confirmaron las recientes excavaciones en ambos enclaves.

Pero en torno a la Sima de Jinámar todo ha sido silencio y mito durante décadas, ha reconocido el arqueólogo de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y del Cabildo que va a dirigir los trabajos en ella, Javier Velasco, porque los testimonios son pocos y difusos y porque los asesinos de aquella época procuraron borrar pronto sus huellas, con una voladura realizada en los años cuarenta.

Después, el tiempo hizo el resto: la Sima de Jimámar se fue llenando de tierras y aguas de escorrentía y, sobre todo, de basura y restos animales de todo tipo arrojados durante décadas a su interior, como han comprobado este jueves los Bomberos del Consorcio de Emergencias de Gran Canaria al descender por primera vez hasta su fondo, para preparar el terreno a los historiadores.

"No sabemos con lo que nos vamos a encontrar. Esperemos que esto contribuya a hacer justicia, a hacer memoria colectiva para que estas cosas no vuelvan a suceder, para crear una ciudadanía consciente, capaz de interiorizar y transmitir a las nuevas generaciones que con odio no se avanza en democracia y convivencia", ha señalado el presidente del Cabildo, Antonio Morales.

De momento, los bomberos han descartado que existan emanaciones peligrosas en la sima, pero se han topado con basura, barro y mucha humedad, que hace agotador el trabajo sobre el terreno tras los 20 minutos de descenso con cuerdas para llegar al fondo.

"Es un trabajo ambicioso que tiene como objetivo recuperar a las personas que están en el interior de la sima", destaca el arqueólogo Javier Velasco

Javier Velasco ha subrayado que el trabajo que espera en esta chimenea volcánica llevará mucho tiempo y no solo atañe a su interior: el equipo deberá esforzarse en buscar testimonios orales de personas que todavía puedan recordar aquellos sucesos para llenar las lagunas de lo que pasó en la boca de esta sima en 1937.

"Es un trabajo ambicioso que tiene como objetivo recuperar a las personas que están en el interior de la sima y, en el caso de que sea posible, identificarlas y devolverlas a sus familiares. Pero también se trata de escribir una página de nuestra historia que no está escrita. Y, de esa forma, no solo dignificar a esas personas sino también a la sociedad", ha añadido el arqueólogo.

En su primer descenso, los bomberos han encontrado en las terrazas que existen en el tercio superior de la sima maletas, joyas, fotografías, según ha relatado Ismael Llarena, sargento del cuerpo.

Pero por su posición y estado de conservación, pueden ser de tiempos más recientes y responder a propósitos por parte de quienes las arrojaron que poco o nada tengan que ver con la represión del franquismo.

El trabajo de los arqueólogos pondrá luz en los próximos meses sobre lo que se esconde en el fondo de la sima. Mientras tanto, seguirán imperando las historias contadas de boca en boca y en voz baja durante generaciones en algunas familias. Como la de aquel luchador al que empujaron al abismo: él se abrazó a su verdugo y con él se lo llevó.