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Telde

Un edificio camaleónico

El proyecto ‘Casas apiladas’ recibe un premio del Colegio de Arquitectos por su innovación al adaptar el inmueble a recursos naturales como el sol o el viento

Un edificio camaleónico

Entre bloques homogéneos con poca gracia destaca un edificio singular ubicado en la calle Lola Massieu del barrio de San Gregorio, en el municipio de Telde. El inmueble ha sido galardonado por el Colegio de Arquitectos de Gran Canaria por su innovación arquitectónica, especialmente orientada a adaptar la infraestructura al medio aprovechando los recursos naturales del entorno como el sol o el viento. Entre algunas de las características primordiales destaca que todas las viviendas comparten la fachada delantera y trasera; la composición del edificio permite una regulación térmica de forma natural. 

“La arquitectura lleva implícito un compromiso social y cultural del que no podemos evadirnos”, expresa con contundencia Ángela Ruiz al definir su profesión, que ha desarrollado desde hace más de veinte años. Junto con Pedro Romera, otro profesional de este sector, fundó en 1999 un estudio de arquitectura que en la actualidad se alza con una decena de premios. Quizá ese profundo éxito que desprenden sus obras llegue precisamente por el concepto apasionado que tienen de su trabajo, siempre enfocado en mejorar la calidad de vida de las personas y en conseguir un equilibrio con el medio que nos rodea.

El último de los galardones que han obtenido está asociado a un inmueble de viviendas ubicado en el municipio de Telde. Entre bloques homogéneos de colores apagados se halla como una sorpresa el edificio residencial Lola Massieu -situado en la calle del mismo nombre, en el barrio de San Gregorio-, que surge de un proyecto que comenzó a desarrollarse hace unos cinco años y que ha sido finalmente denominado como 'Casas apiladas'. El nombre fue dado por la visualización exterior de los apartamentos que componen la infraestructura, ya que se sitúan uno encima del otro y ofrecen desde su fachada, y gracias a las terrazas de cada vivienda, el aspecto casi de casas terreras en altura.

El diseño está inspirado en la forma de construir las viviendas de los antiguos canarios

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El bloque ha sido reconocido en la categoría de 'obra nueva residencial' que se incluye en la segunda edición del premio de arquitectura Miguel Martín-Fernández de la Torre por sus numerosas y originales características, entre las que destaca su novedosa estrategia medioambiental que consigue que las viviendas alcancen una alta eficiencia energética aprovechando los recursos naturales del entorno como el sol y el viento. “El cambio climático es una preocupación que viene heredada de nuestros abuelos, de querer vivir de manera equilibrada en el mundo y de forma personal; eso se traslada al terreno profesional”, sostiene Ruiz, aclarando que la inquietud por que el edificio mantenga unas condiciones amables con el medio es algo propio que desarrollan en todos sus proyectos.

Asimismo, explica del diseño de este edificio que fue presentado a un concurso restringido organizado por la promotora del inmueble. “Todas las ideas importantes planteadas en el anteproyecto se han mantenido; la más importante era que no existiera vivienda trasera y delantera, sino que todas participaran de ambas fachadas”, explica Ángela Ruiz, que considera que esta decisión fue una de las claves que les hicieron destacar ante el resto de propuestas y precisamente esta apuesta ha permitido solucionar los problemas de regulación térmica que poseen muchos edificios en Canarias. “En las islas tenemos principalmente dos dificultades; el exceso de sol y la humedad, que producen una sensación de bochorno aunque la temperatura no sea excesiva”, explica Romera. Para paliar con esta problemática se planteó un edificio compuesto por 25 viviendas construidas mediante el apilamiento de tubos de hormigón de sección casi cuadrada, que estuviesen repartidas en cinco pisos (y un ático retranqueado).

El inmueble está planteado para tener ventilación natural que regule la temperatura

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Esta composición permite que se desarrolle una ventilación cruzada, que favorece la regulación de la temperatura para evitar que se acumule calor en el interior de las viviendas. “Una especie de aire acondicionado natural y gratuito”, aclara Romera, que se consigue mediante pasillos comunes, huecos de espacio abierto y patios verticales que permiten tiros de aire caliente hacia arriba. Los arquitectos admiten que la inspiración principal surge del estudio de los métodos tradicionales canarios. “La arquitectura está viva, va avanzando; pero tenemos orígenes”, recuerda Romera, que explica que las viviendas más antiguas están planteadas para aprovechar al máximo los recursos naturales, atendiendo a la orientación del viento o la luz solar. “Las casas que encontramos en los cascos antiguos de Las Palmas de Gran Canaria o Telde son siempre muy altas”, añade el arquitecto, lo que explica que los antiguos comprendían que para mantener fresco el interior el aire caliente, que siempre sube, debía estar lo más lejos del suelo posible. “Hemos perdido un poco la intuición que tenían nuestros antepasados sin tener tantos conocimientos; hoy en día se hace una arquitectura que no atiende a los elementos de los alrededores”, sostiene.

Por otro lado, otros de los elementos en los que han basado el diseño es el sol y las vistas hacia el mar. En el interior de las viviendas se distinguen dos espacios, uno diáfano que conecta directamente la terraza que ofrece la imagen del océano con la cocina y la puerta principal, lo que ayuda a proporcionar mayor luminosidad; y otro divido por estancias, entre las que se encuentran el baño y los dormitorios. “Los pisos están diseñados de forma estratégica para el aprovechamiento máximo de la luz natural”, explica Romera, mientras que Ruiz destaca a su vez que las viviendas alcanzan una máxima de calidad en el mínimo de metros cuadrados. “No renuncian a tener una calidad espacial; son viviendas que tienen muchos micro espacios, pese a ser pequeñas”, añade, pues cada piso posee una dimensión de 50 metros cuadrados con una superficie útil de 49 metros cuadrados.

Además también han diseñado el inmueble para evitar que el sol caliente las fachadas. “Hay una tendencia en la que se construyen edificios de colores oscuros, lo que provoca que los materiales absorban al máximo la radiación; en este proyecto hemos puesto un panel blanco polar que reflecta el soleamiento”, sostiene el profesional, que añade que la fachada que da a la plaza Lola Massieu está hecha de hormigón, un material que se mantiene frío y permite regular mejor la temperatura.

Finalmente, otro de las ideas que han potenciado al planificar el edificio es la presencia de vegetación. Cada una de las viviendas posee una planta junto a la puerta de entrada y además el proyecto también contempló la ejecución de una plaza con diferentes espacios ajardinados con forma cuadrada que resultan como proyección de la fachada -que visualmente está conformado por las terrazas y espacios en blanco-. “Si abatimos esta pared con el suelo de la plaza podemos ver como se entremezclan patios con terrazas; quien se asoma ve su propio patio en la superficie del terreno”, explica Romera, que a su vez añade con ilusión que el sistema de riego se basa en la reutilización del agua que utilizan los vecinos en el lavabo. “Es un ahorro energético tremendo”, sostiene. Y no es el único que posee el edificio, pues las viviendas vienen incluidas con tecnología aerotérmica. “Tienen termos especiales que aprovechan la temperatura del aire para calentar en gran parte el agua que viene del subterráneo”, explica.

Todos los pisos poseen terraza con vistas al mar y tecnología aerotérmica

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Ruiz analiza todo el proceso y concluye que la elaboración del proyecto ha sido eficaz y sencilla. “Lo hemos realizado de manera muy ágil dentro del estudio; supongo que en parte se entiende que es parte de la experiencia adquirida en los últimos 20 años y un gran entendimiento”, añade emocionada, a la par que resalta sobre su éxito que es el trabajo diario, la búsqueda continua y ser inquietos”, explica Ruiz. De hecho, los arquitectos definen su trabajo como un proceso muy meticuloso de investigación y experimentación, otra de las características que achacan a la forma de trabajar de los antiguos arquitectos. “Acierto, error; se aprende a base de experimentación”, añade Romera.En la imagen principal se aprecia la fachada delantera del edificio residencial Lola Massieu, que parte del proyecto denominado ‘Casas apiladas’. Cada vivienda se compone de un tubo de hormigón cuadrado con terraza y da casi la impresión de que son casas terreras en altura. En la imagen de arriba, vista de la zona trasera del edificio; los pasillos y los patios verticales permiten la ventilación del inmueble y su regulación térmica. A la izquierda, una vista del interior de uno de los apartamentos. |

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