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Telde

Laboratorio de análisis creativo

Octavio Camino abre un centro artístico en medio de la pandemia para apoyar la cultura

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Disparate Lab Andrés Cruz

La crisis por el coronavirus ha dejado un panorama desolador, especialmente para la cultura. Sin embargo, aún quedan valientes que deciden apostar por el arte y por quienes lo hacen. Octavio Camino inauguró apenas hace una semana un centro de creación y exposición artística con características únicas. 

Tapizados, pinturas y fotografías decoran las paredes de la estancia. Muebles artesanales construidos con piezas y materiales reciclados construyen los diferentes espacios, cuyos vacíos han sido completados con vitrinas y estantes llenos de libros, ropa, instrumentos musicales e incluso piedras. A lo lejos cientos de vinilos se aglomeran en unas estanterías horizontales, junto a la mesa de mezclas y otro espacio dedicado al tatuaje. Es un batiburrillo, es un disparate. Es el nuevo centro de arte multidisciplinar que abrió las puertas la semana pasada de la mano de Octavio Camino, un tatuador con mucha ambición y ganas de cambiar el mundo.

“Creo que un proyecto así es necesario; quiero que sea un antes y un después”, expresa el impulsor emocionado. Disparate Lab, como ha sido denominado el proyecto, se define como un laboratorio psicotropical. Se ubica en el barrio de El Calero, en el municipio de Telde, y “es un espacio donde se experimenta, que está abierto solo para mentes -psico- frescas -tropical-”, señala Camino con orgullo, manifestando que espera que en él solo se inmiscuyan personas con mentes positivas que quieran crear y explotar su creatividad.

Trabajos alternativos

Y es que lo único que busca el promotor es dar apoyo a los artistas y artesanos que lo precisen, junto con algunos de sus colaboradores y socios, como Luciano Montesdeoca; cediéndoles las instalaciones para que organicen exposiciones, elaboren talleres o para ejecutar la venta de sus obras, entre muchas otras actividades.

“También tenemos pensado realizar cursos de formación profesional orientados a trabajos alternativos”, añade el tatuador, que explica que se inició en su profesión hace seis años. “Empecé a tatuar por accidente”, declara. Y literalmente, pues el teldense decidió probar suerte en este arte cuando se rompió la pierna durante su estancia en Andorra, donde trabajaba en la temporada de invierno como camarero y disc-jokey. “Ideé una forma de seguir trabajando sin tener que moverme”, rememora. Cuando le llegó la oportunidad de comenzar a tatuar, a través de un compañero de piso, quiso pedir ayuda a un conocido que se dedicaba a ese mundo. “No me ayudó, decía que tatuar no podía hacerlo cualquiera porque era un arte milenario”, recuerda.

El inmueble cuenta con varias salas para realizar talleres, una terraza y una gran azotea

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La rabia que sintió en ese momento le impulsó a mejorar, hasta que finalmente no solo aprendió sino que hasta el momento ha podido dedicarse plenamente a ello. “He viajado por todo el mundo con mi máquina de tatuar bajo el brazo”, asegura, una experiencia que le ha abierto totalmente la mente. “Yo quiero ayudar a la gente que tenga proyectos en mente a que lo desarrollen, al contrario de esa persona que no me tendió la mano a mí”, declara con convicción y confiesa que la rentabilidad del negocio llegará casi por completo de la parte del estudio de tatuajes. “El resto de actividades que se hagan no darán tanto beneficio, pero no es eso en lo que me quiero centrar”, asevera. “No veo esto como un proyecto empresarial, sino humano”.

De esta forma recalca que como parte del sentido humanitario que tiene el proyecto, debe enfocar sus acciones en la concienciación medioambiental. “El ser humano necesita unos cambios de conducta”, adelanta, y él quiere ser parte de esa transformación. Por este motivo declara que busca colaborar con personas que tengan este mismo fin, que presenten proyectos que respondan a su perspectiva sobre el cuidado del planeta. Tras un recorrido por el centro enseña el trabajo realizado por Sharai Guedes, conocida por su marca artística Musharte, un cuadro en madera con incrustaciones de vidrio encontrado en la calle; o los muebles de Cocoa, que ejecuta el artesano Aduén Rodríguez con materiales reciclados.

Todos los objetos que se encuentran en Disparate Lab están disponibles para su compra. “La idea es que lo que se gane con la venta de estos objetos, que realizan por el momento marcas canarias, pueda invertirse en el desarrollo de proyectos para los propios artistas”, añade, como podría ser el material de promoción.

Asimismo, incide en que esta idea ha sido desarrollado para “enseñar a las personas a valorar la vida, solo el hecho de estar vivo es algo por lo que debemos ser conscientes; no es que yo sepa más que nadie, pero tengo una perspectiva que quiero mostrar”.

“No veo esto como un proyecto empresarial, sino humano”, expresa el fundador

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Por eso además del arte también cabe en el centro actividades destinadas al saneamiento interior; clases de psicología, de yoga o sobre plantas medicinales. “Soy consciente del disparate que es todo esto, de ahí el nombre”, ríe Camino con buen humor. Y es que a pesar de todo confía cien por cien en esto, de ahí que no haya temido inaugurar este espacio en estos momentos de crisis. “He invertido todo lo que tengo en esto, por que realmente pienso que es necesario”, explica ilusionado.

El inmueble cuenta con tres pisos en donde se reparten varias salas y espacios donde efectuar diferentes actividades. Asimismo, en la parte trasera cuenta con una extensa terraza donde poder efectuar eventos con música cuando sea posible y una gran azotea que pretende acondicionar con containers del puerto, que serán rehabilitados para servir como aulas. “Y todo esto no tardaré en hacerlo, no me puedo parar”, concluye.En la imagen principal, Octavio Camino pincha un vinilo en una mesa de mezclas. Abajo a la izquierda, algunas ilustraciones y cuadros que están expuestos para la venta en Disparate Lab. A la derecha, parte de la ropa y muebles artesanales que se encuentran en el local. |

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