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La memoria de un poeta olvidado

Familiares de Fernando González piden que sea Hijo Predilecto en el aniversario de su nacimiento

La memoria de un poeta olvidado LP / DLP

“Laureles de la alameda rendidos a la violencia del indomable huracán ; primogénitos augustos de la espléndida arboleda, el recuerdo sólo queda ya de vosotros, laureles de la plaza de San Juan”. De esa forma comienza la Elegía de los laureles que el poeta teldense Fernando González dedicó a su amigo Luis Doreste Silva y en que aludía a los árboles derribados por un temporal. Y ese recuerdo que el escritor grancanario tenía por aquellos laureles es el mismo que queda hoy de su figura, dormida en el olvido. Para rescatar su memoria, familiares del poeta y colaborador y director de periódicos aprovechan la conmemoración ayer del 120 aniversario de su nacimiento para reclamar al Ayuntamiento de Telde un impulso a su memoria que lo reconozca como el poeta más universal que jamás ha tenido el municipio. Nació en Telde el 4 de enero de 1901 y falleció en la ciudad de Valencia el 24 de junio de 1972.

Sus familiares, capitaneados por su sobrino José Luis Pérez González, director de la Guía Histórico Cultural de Telde, han registrado un escrito en el Ayuntamiento en el cual instan al Pleno a declarar a Fernando González Hijo Predilecto del municipio a título póstumo. “Queremos que se le reconozca como el poeta más universal que ha tenido Telde”, explicó ayer Pérez González, “las nuevas generaciones no conocen la trayectoria del poeta y por eso es importante realzar su figura”.

La memoria de un poeta olvidado

La memoria de un poeta olvidado

Y para lograrlo, en ese documento presentado al Consistorio sus familiares proponen también la reedición de Canciones al alba (1918), Manantiales en ruta (1923), Hogueras (1924), Reloj (1929), Piedras (1934) y Ofrendas (1949), sus seis libros publicados, y la instalación de una escultura del poeta tallada en bronce en la plaza de San Juan Telde, espacio donde cantó sus versos Elegía de los laureles y Las piedras de esta calle. Además, solicitan a la Corporación el inicio de todas las gestiones necesarias para que la biblioteca de Fernando González, que compró el Cabildo de Gran Canaria a su hijo a principios de la década de los años 70, sea trasladada a su ciudad natal, siguiendo el expreso deseo que siempre manifestó el autor. Sus obras están ahora en la Biblioteca Insular de Gran Canaria.

Desde los 16 años, el poeta Fernando González trabajó en el diario LA PROVINCIA y fue en este periódico en donde escribió y publicó su primer poema en diciembre de 1916, dos años antes de que en 1918 publicase Canciones al alba, su primer libro de versos.

Tal y como recuerda Joaquín Artiles en el prólogo del libro Poesías elegidas, el escritor canario González Díaz reflejó en el Diario de Las Palmas “un caso de precocidad y espontaneidad poética maravilloso” para referirse a las primeras obras del poeta teldense.

Cinco años más tarde, y ya en Madrid, Fernando González publicó Manantiales en Ruta, su segundo libro, una obra que le valió para que el periódico El Sol de Madrid le reconociese “un lugar entre los buenos poetas de ahora”, en palabras del periodista Díez-Canedo, recuerda Artiles. Por esa época, también Azorín le dedicó unas palabras en el diario ABC. “Un exquisito poeta”, escribió. Las referencias nacionales e internacionales a la obra del teldense Fernando González se contaron por decenas.

Colaborador en periódicos provinciales y nacionales, el poeta Fernando González fue también director de varios tabloides y revistas literarias en Madrid, como El Sol de Madrid o La Pluma.

Además de su faceta literaria, no dejó atrás la vida política. Haciendo gala de su amistad con Manuel Hazaña, que sería meses después presidente de la República, Fernando González se presentó a las elecciones al Congreso de los Diputados en febrero de 1936. Fue cabeza de lista del Frente Popular de Izquierdas por Las Palmas.

El sobrino del autor propone reeditar sus obras y una escultura en la plaza de San Juan

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Al margen de su coqueteo con la política, su familia considera que Fernando González es un poeta olvidado. Más aún cuando, dice su sobrino José Luis Pérez González, en Telde hay recordatorios a otros personajes ilustres que, sin dudar de sus méritos, nada tienen que ver con un municipio que ni han pisado. “Se le ha dedicado una calle y un colegio, pero nada más; Saulo Torón escribió mucho menos y tiene una calle, un colegio y una biblioteca con su nombre”, expone, “y hasta Juan Ramón Jiménez tiene un teatro”.

Pone como ejemplo también la escultura de Che Guevara en el parque de San Juan, la estatua de John Lennon en la Avenida del Cabildo, la del político cubano José Martí y hasta de Teresa de Calcuta. “Lo merecen, pero no tiene sentido que haya referencias a ellos, pero de Fernando González, nacido y criado en Telde, poco hay y ninguna escultura”, añade.

“Las nuevas generaciones no conocen su trayectoria y por eso es necesario reeditar su obra”, sostiene su sobrino José Luis Pérez González, “sería positivo que, en los colegios, los profesores de literatura expusieran su poesía; porque sus libros son poesía de Telde, poesía de Gran Canaria”.

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