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Telde

Regreso a las calles de Jinámar

Personas sin hogar denuncian el cierre repentino del centro de acogida temporal | El Ayuntamiento defiende la reubicación de los usuarios

Persona sin hogar durmiendo en un banco.

Hace apenas unos días que el Ayuntamiento anunció el cierre definitivo de las instalaciones que habían preparado en un antiguo colegio de Jinámar para acoger a personas sin hogar durante los meses de pandemia. Las criticas no han dejado de aflorar entre la ciudadanía y los partidos de la oposición, pero también entre los propios usuarios, que denuncian las pocas alternativas ofrecidas y la obligación en algunos casos de volver a la calle. 

“En diez días cerrará el albergue”. De esta forma tan abrupta comunicaron hace dos semanas a los usuarios del centro de acogida para personas sin hogar de Jinámar que iban a tener que trasladarse porque se procedería a cerrar definitivamente las instalaciones en las que han residido desde hace meses. El Ayuntamiento de Telde anunció el pasado lunes que el servicio que se ofrece en este espacio no va a continuar realizándose, obviando los motivos y aclarando que desde el área de Servicios Sociales habían encontrado una alternativa alojativa para todos los afectados. Pero esto no era del todo cierto.

El regreso a las calles en estos días ha sido una chocante realidad que se han visto obligados a vivir algunos de los perjudicados por el repentino cierre del albergue, ubicado en el antiguo RAM de Pedro Lezcano. La batería de críticas por parte de la ciudadanía y de las formaciones políticas de la oposición se han reforzado estos días, ante la incomprensión de que el Gobierno local se deshaga de un recurso más para atender a los desfavorecidos del municipio y al comprobar que no todos han tenido la suerte de ser reubicados. El cierre ha causado el desazón de los propios usuarios, que admiten que, a pesar de algunos dificultades, se sentían bien atendidos y califican el trato de los auxiliares y asistentes como excelente, así como la comida.

Desde el Gobierno municipal niegan rotundamente que se hayan echado usuarios a la calle, explicando que se ofrecieron las opciones de ser derivados a las estancias de Yrichen -en los casos en los que sea necesario que sigan un programa para liberarse de adicciones-, a la Residencia de las Hermanas de la Caridad para los convalecientes, y a pisos tutelados o compartidos. En otros casos, añaden que se realizaron gestiones de mediación con familiares para el traslado de estas personas a sus respectivos hogares. Aunque en un primer momento el alcalde del municipio, Héctor Suárez, llegó a declarar que se había tramitado la reubicación de cada uno de los usuarios, añadiendo que todos habían sido atendidos y que por tanto se sentían realizados, unos días después se aclaró que tres personas habían rechazado los recursos propuestos y volvían a dormir en las vías públicas.

Los afectados exponen sus motivos, que varían en infinidad de detalles según las circunstancias. “Una mañana me comunicaron que tenía que marcharme”, sostiene aún asombrado Alberto Fleitas, un vecino de 40 años que se encuentra actualmente pernoctando en la Casa de la Condesa, situada en el interior del parque Jaime O'Shanahan. En su versión, confiesa que sí rechazó las opciones propuestas, porque no se correspondían con sus necesidades. “Me dijeron que había un centro al que podría acceder, pero para mí no es la mejor opción porque en las últimas semanas he podido conseguir un trabajo y si me traslado no podré seguir buscándome la vida por mi cuenta”, explica. Aun así añade que “no es que me tuvieran la plaza preparada en esta institución, me dieron una dirección y me indicaron que tenía que ir a preguntar”.

“Estoy durmiendo en la misma acera, con cartones y una manta”, relata Marcos Suárez

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Antonio Trujillo es otro de los perjudicados por el cierre del albergue. “En su caso querían ingresarlo en un centro de toxicómanos, pero él no es una persona con adicciones”, explica su hermana, María del Mar, que asegura que desde la administración pública no se pusieron en contacto con ella ni el resto de familiares para intentar hallar una solución. “Por lo que sé, iba a pararse el servicio porque no tenían dinero para seguir pagando a la empresa que gestionaba los recursos”, añade. Según la cronología que tiene, el viernes pasado se procedió a efectuar una prueba de PCR a todos los usuarios, entre ellos su hermano. Sin embargo, Fleitas explica que no todos pasaron por ella. “Yo estaba esperando a que me llamasen y cuando me di cuenta el médico se había ido, así que yo no pasé por eso”, admite.

Trujillo explica que la situación es compleja porque “mi hermano no quiere venirse con nosotros, quiere buscarse la vida por su cuenta”, confiesa la mujer, poniendo voz a una situación que se repite en la conciencia de muchas otras personas que no tienen donde dormir. Nayra Marrero, otra de las usuarias, reitera la idea de que “no puedo quedarme con mis padres, son personas mayores que tienen sus propios problemas y yo tengo que solucionarme mis propios asuntos”.

En su caso ha podido permanecer en las instalaciones del albergue estos últimos días. El Ayuntamiento prometió que le financiaría un piso de alquiler compartido con otros dos usuarios mayores para que pudiera mudarse cuanto antes, pero asegura que no han efectuado ningún trámite. “Me han dado una lista de teléfonos para que yo misma haga las gestiones”, asevera asombrada, porque considera que no es el método que debería seguirse. “Yo lo que quiero es que me aseguren un sitio donde vivir, jamás me he visto en la calle”, explica preocupada, pues asegura que tuvo que dejar forzosamente su hogar al verse envuelta en un problema judicial con el padre de sus hijos. “Agradezco que me hayan dado un techo y además el trato de los auxiliares era excelente, pero ahora no sé que va a pasar”, admite.

Por su parte, Marcos Suárez explica que tuvo que marcharse del centro cuando le dijeron que la opción que le daban era mudarse a un piso en Las Palmas de Gran Canaria. “No me parece justo; he vivido en Telde toda mi vida y no estoy dispuesto a marcharme”, asevera convencido, aunque estos días se ha visto obligado a pasar por el frío y el hambre. “Duermo en la misma calle, con cartones y unas mantas”, asegura, detallando que hasta ese momento no se había visto en circunstancias parecidas. “Antes de mudarme al albergue vivía temporadas con mi hermana o algún amigo, pero ahora no quiero pasar por eso; tengo que buscarme la vida yo solo”, añade.

El Gobierno local reitera que hay una partida de 700.000 euros para abrir un albergue oficial

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Por otro lado, la oposición política exige respuestas y además aseguran que las personas que vuelven a residir en las calles no se limitan a tres. “No hemos sido tan poco”, adelanta Fleitas, nombrando a Josemari, Wold, Pedro y Esteban, compañeros que se encontraban con él en el centro temporal. “Algunos se han ido al aeropuerto, otros están en coches”, añade el afectado. De este modo, la mayoría de formaciones ha solicitado los informes técnicos que el Gobierno local asegura que se ha redactado para concluir el servicio de atención a las personas sin hogar, pero aún no han recibido respuesta.

Mientras tanto, la promesa de abrir un albergue oficial en el municipio continúa en marcha. El Ayuntamiento reitera que aunque se cierre el centro temporal, todavía está previsto en los presupuestos para el 2021 una partida de 700.000 euros para dar solución al problema del sinhogarismo.

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