Presentación Suárez se obsesionó con las firmas de la correspondencia que manejaba cuando trabajaba como cartero en Las Palmas de Gran Canaria. Su afición por coleccionar rúbricas le llevó a mantener una breve correspondencia con personas tan importantes como el presidente estadounidense Rooselvelt, el inventor Thomas Edison o el general japonés Yamamoto. La casa museo León y Castillo expone por tercera vez parte de su colección; en este caso 16 caricaturas y viñetas autografiadas por ilustradores reconocidos del momento como Francisco González, Alberto Manrique de Lara o Eladio Moreno.
En un habitación de tres metros cuadrados guardaba Presentación Suárez de la Vega más de 5.000 firmas de políticos, militares, artistas de todas las disciplinas, inventores, científicos e incluso miembros de familiares reales de Europa y dirigentes religiosos. Colgados en las paredes de tan pequeño cuarto, se presentaban cientos de fotografías, pinturas y dibujos que le dedicaron los personajes ilustres de principios y mediados de siglo XX, así como más de 1.000 libros de sus escritores preferidos en los estantes de las librerías de esta habitación.
“Toda mi vida he estado leyendo”, afirmó el coleccionista en una entrevista concedida al Diario de Las Palmas durante los años 50, como respuesta para justificar su afición. Y es que el conocimiento que tenía sobre literatura, arte, historia y política, entre otros ámbitos, no podía haberla adquirido más que leyendo, leyendo y leyendo. Novelas; ensayos; artículos de periódico y revistas. Su curiosidad fue insaciable, así como su atracción a las rúbricas, que es ahora por lo que se le recuerda. Su aprecio por la cultura le indujo en el año 1900, con apenas 18 años, a coleccionar las postales del momento, que conseguía principalmente a través de las mujeres de su familia. Más tarde guardaría la correspondencia, interesado principalmente por las firmas, y su profesión de cartero fue de gran ayuda para desarrollar esta curiosa afición, que mantuvo durante más de 60 años.
Experiencia única
Tener la oportunidad de revisar su inventario, que está repartido en diferentes espacios culturales de titularidad insular, es una experiencia única, que no deja indiferente. La casa museo León y Castillo, que posee una buena parte de la colección del conocido coleccionista, no ha dejado pasar la oportunidad de mostrar, una vez más, las pequeñas joyas que escondía (sin quererlo) Suárez en su pequeño museo de la casa de Chamán, en donde murió.
Rechazó 20 millones de pesetas para evitar que su colección saliese de Gran Canaria
Tras presentar las firmas y dedicatorias de los dirigentes y militantes que más eco hicieron en la primera mitad del pasado siglo, en la que fue la primera de una consolidada serie de exposiciones de la colección, y después las de los artistas musicales más aclamados de la época; el museo presenta ahora la relación de la afición de Suárez con el arte y, concretamente, con el mundo de la caricatura. Así se exhiben por primera vez al público con esta muestra, comisariada por Juan Ismael Santana, 16 dibujos y viñetas humorísticas (de un total de 80 que conserva el museo) que datan desde principios de los años 20 hasta finales de los 50, que estará disponible hasta el próximo 28 de febrero.
Entre el conjunto llaman la atención especialmente las caricaturas realizadas por Francisco González Padrón de personajes del momento y situaciones noticiosas del momento, como por ejemplo, la vez que Sir Clifford Cory Bart, propietario de la Compañía Británica Cory Brothers, trajo dos tanques de aceites pesados para el suministro de buques en el Puerto de La Luz, o la actuación de dotación bancos y farolas en los parques de Las Palmas de Gran Canaria de Julián Torón durante su etapa de concejal en el Ayuntamiento.
También puede resaltarse una caricatura del poeta teldense Montiano Placeres, erguido encima del puente de los siete ojos de San Juan (aunque en el dibujo sólo quedaron plasmados seis de los arcos que forman la infraestructura) o un retrato del propio Suárez, al que también dibujaron otros caricaturistas de la época como Eladio Moreno Durán, Alberto Manrique de Lara o Eduardo Millares Sall, conocido popularmente como Cho Juáa. Por otro lado, esta obra gráfica se entremezcla también con los de sátira social, habitual en los trabajos humorísticos de José Medal Torrado o Luis Sánchez Brito, artistas que publicaban también en los diarios de la época como el Eco de Canarias.
El escritor Benito Pérez Galdós le entregó el primer autógrafo de su colección
En sí estas piezas artísticas pueden destacar por su técnica o por el reflejo intrínseco de la sociología marcada en esos años. Sin embargo, la razón por la cual Suárez de la Vega los conservaba podía decirse que casi únicamente por poseer las firmas de los artistas que las crearon. Y es que esta nunca dejo de ser la razón principal para seguir desarrollando su colección, que nunca veía terminada. Es sorprenderte estudiar su modus operandi, pues enviaba sin reparo cartas a las personas que más admiraba solicitando una firma para su colección, marcando el papel con su propio sello, en donde podía leerse ‘Museo de autógrafos’ y en ocasiones pedía que le dedicaran una palabras, a la que accedían encantados sobre todos los poetas y escritores. La primera rúbrica de la larga lista pertenece a Benito Pérez Galdós, al que después se le unieron otros autores como Campoamor, Unamuno o incluso Lope de Vega. El presidente Roosevelt, el inventor Thomas Edison o incluso el general Yamamoto también le dedicaron unas palabras en las cartas que le enviaron tras recibir la petición del humilde cartero, que se las apañaba como fuese para hacerse con los autógrafos de las personas con más poder o influencia de la época, fuesen de la nacionalidad que fuesen.
Suárez dedicaba mucho tiempo y rigurosidad a esta afición; esperando durante horas en el Puerto de la Luz la llegada de algún personaje famoso de la época para solicitar su autógrafo o en el Teatro en el caso de artistas, la conversación fluía en muchos casos e incluso el coleccionista llegaba a ofrecerse como guía turístico de la Isla para los personajes de fuera. Su carisma y ambición llegó al corazón a muchos de los que le firmaban, que después podían incluso realizarles favores para darle acceso a otras celebridades. Los lazos cercanos con la Sociedad Científica el Museo Canario, el Diario de Las Palmas, el Puerto de La Luz y de personalidades del mundo de la cultura como Tomás Morales; Domingo Rivero; José Hurtado de Mendoza; Enrique García Álvarez; Prudencio Morales, o Francisco González Díaz, entre otros muchos, le brindó información para enviar miles de cartas solicitando autógrafos.
En algunas entrevistas confesó que investigaba en prensa la dirección de muchos a los que admiraba para poder hacerles llegar su petición de autógrafo, e incluso apuntaba en una lista los nombres de todas aquellas personas a las que les había enviado alguna carta de solicitud, así como la fecha de ida y más tarde la de vuelta. Los familiares -tuvo diez hijos- llegaron a recibir decenas de firmas incluso después de su muerte, pues su pasión jamás se esfumó y además siempre permaneció en la Isla.
La exposición está centrada en la relación de Suárez con el arte de la época
Aunque en los años 50 llegaron a ofrecerle la suma de 20 millones de pesetas por toda su colección -concretamente un estadounidense que se vio tentado a adquirir los valiosos objetos-, jamás aceptó ninguna oferta porque tenía claro que quería que esta permaneciese siempre en Gran Canaria. De hecho, su gran objetivo siempre fue poder abrir un museo del autógrafo; y aunque su deseo jamás traspasó las paredes del cuarto de tres metros cuadrados del barrio de Chamán, su colección sí ha podido ser apreciada por cientos de personas.
Los herederos cedieron los objetos personales de valor al Cabildo insular, con la ilusión de que fueran difundidos. Tras algunos años la institución compró la compilación de firmas y el resto de enseres, que depositó en la Biblioteca insular y en la Casa Colón. Finalmente en 2003 parte de la colección pasó a formar parte del archivo de la casa museo León y Castillo, en Telde; en concreto, unas 2.800 rúbricas y los 80 dibujos de Presentación Suárez.
Juan Ismael Santana, comisario de la exposición, en la imagen principal. Arriba, en el sentido de las agujas del relojes; Presentación Suárez realizada por Francisco González; dos dibujos de Julián Torón; dos retratos de Suárez de la Vega por Cho Juáa y Alberto Manrique de Lara; Montiano Placeres por F. González. |
Talleres complementarios
La casa museo León y Castillo ha puesto en marcha paralelamente a la exposición de los dibujos y viñetas del fondo de Presentación Suárez de la Vega, un curso de caricatura impartido por el conocido artista Néstor Dámaso. En este taller, que comenzó el día 6 de febrero y que se ofrece cada sábado hasta el 27 de febrero, han podido inscribirse tanto niños como adultos La idea es difundir la importancia de esta disciplina artística a través de la creación propia, de modo que el visionado de la muestra se enriquezca con conocimientos prácticos. Este es un método que el museo ya puso en marcha en la segunda edición de exposición de la colección de autógrafos de Suárez, que se impartió en el año 2017. En ese momento pusieron a disposición de los interesados un curso de grafología, para aprender a distinguir los rasgos de personalidad de una persona a través de las firmas: una técnica que puede ser muy funcional según las profesiones. Asimismo, los impulsores de la muestra adelantan que habrán más ediciones para seguir difundiendo los objetos del coleccionistas, así como más cursos para complementar las siguientes exposiciones. | J.P.
