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El niño que adoptó el Barranco Real

Javier Littler, de seis años, se ha comprometido

a cuidar y limpiar un tramo de este espacio

Javier Littler, de seis años, recoge basura del barranco de Telde con su padre. | | ANDRÉS CRUZ

Javier recoge con cuidado las latas de refresco, las botellas de plástico y algunos cartones que encuentra tirados por el sendero natural del Barranco Real de Telde. Tiene sus guantes puestos para evitar tocar la basura acumulada en este entorno natural, pero además también utiliza una pinza para captar los objetos más pequeños y depositarlos después en la bolsa de basura. Solo tiene seis años, pero está bien preparado porque ya tiene experiencia realizando este tipo de acciones.

No es la primera vez que acude a limpiar la zona. De hecho es la tercera visita que hace en exclusiva para recoger desechos con su padre, Chris Littler, que lo apuntó el pasado febrero en Plastic Busters, una iniciativa de nivel internacional que propone la “adopción” de un espacio natural con el compromiso de cuidarlo de forma periódica. A partir de ahí decidieron escoger un tramo del barranco, partiendo desde el barrio de Valle de los Nueve -en donde reside parte del año- hasta la zona de Punto Fielato, lo que supone unos diez minutos caminando cuesta abajo. El pequeño se sintió entusiasmado por la idea y desde entonces tienen como objetivo acudir una vez al mes con los utensilios necesarios para limpiar.

“Cada vez que venimos llenamos una bolsa entera”, expresa Javi impresionado, aunque en realidad es consciente de que la basura está en todas partes. “Hay gente que no está concienciada, que tira sus cosas en cualquier lugar”, expresa decepcionado, pero a pesar de todo él continúa luchando por cuidar el planeta para tener un futuro más seguro. Es el primer niño de toda Canarias en formar parte de este proyecto, en el que hay apuntadas miles de personas alrededor de todo el mundo. “Su padre lo encontró de casualidad navegando por internet y nos pareció una buena idea”, explica su madre, Victoria Munguía, que defiende que solo desde la práctica se adquieren los hábitos.

“No sirve de nada decirle que debemos cuidar nuestro medio, lo importante es que realice acciones para aprender”, sostiene convencida, por eso ha mantenido contacto con algunas entidades y centros educativos para hacerles conocer el proyecto, que solo precisa de una inscripción gratuita en la página web oficial y la elección de un espacio natural. “Puede ser cualquier sitio, pero la idea es que sea una zona pública que precise de cuidados”, explica Munguía, que hace unos días pudo reunirse con el equipo directivo del colegio de Valle de los Nueve, que alabaron la iniciativa.

También ha compartido la tarea de su hijo con sus amigos, con el fin de que animen a sus propios pequeños y lo compartan con otros padres de sus centros educativos. Y, de hecho, ya ha conseguido que la iniciativa interese a más personas. “Mi amiga Pilar ya se ha registrado en la web de Plastic Busters y ha adoptado un espacio en Montaña Las Palmas, tras conocer lo que nosotros estábamos haciendo”, explica. La familia, que regresó ayer a Inglaterra, en donde residen la mayor parte del año, aseveran que continuarán difundiendo este proyecto en Sheffield, la ciudad donde viven. “Me parece buena idea, porque con un poco que se haga se puede conseguir mucho”, asevera, aunque Javi ya realiza una actividad parecida allá.

“La biblioteca local organiza cada cierto tiempo salidas para recoger basura por diferentes calles”, explica. Lo niños inscritos recorren las calles, divididos en diferentes grupos y ataviados con chalecos fluorescentes, para recoger de las aceras papeles, plásticos y cartones tirados. “A ellos les encanta porque siente que están haciendo algo por la comunidad; además la gente les mira, les anima y también crean consciencia entre los mayores”, añade .

“Creo que esto es muy bueno para la naturaleza y a mi me alegra saber que ayudo al medio ambiente”, explica con emoción el propio niño, que asegura que en su colegio todos sus compañeros tienen su misma visión de las cosas. Sobre su trabajo en el Barranco Real de Telde asevera que disfruta. En sus trayectorias ha encontrado todo tipo de desechos y le entristece saber que hay gente que no está concienciada. “En donde más basura he visto no es aquí; una vez fui a bañarme a una playa de rocas con mi padre, en Francia, y había tanta basura que no se veían las piedras”, expresa.

Sus padres le han educado en la filosofía del zero waste, que consiste en evitar al máximo posible la generación de residuos (utilizando ropa, muebles e incluso juguetes de segunda mano, que puedan tener otra vida tras su uso inicial), algo que recomiendan a todos. “Es importante que los niños ahora actuemos, porque así al crecer se lo enseñaremos a nuestros hijos y todo mejorara”, concluye con convicción.

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