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Telde
Mari Carmen Hernández Maestra y pianista

Mari Carmen Hernández: «Le rezo al Cristo de Telde desde que vivía en el desierto de Cabo Juby con cinco años»

Mari Carmen Hernández frente a la basílica de San Juan, donde pregonará las fiestas de El Cristo Juan Carlos Castro

Mari Carmen Hernández es conocida por su labor como pianista en las parroquias de toda la Isla. Este año ha sido elegida para pregonar las fiestas de El Cristo, en San Juan, que comienzan el sábado.

Es usted la pregonera de esta nueva edición de las fiestas de El Cristo. ¿Qué pensó cuando se lo ofrecieron?

Fue terrible [ríe]. Al principio no creía que yo pudiera realizar esta tarea. ¿Quién soy yo para hablar sobre el creador del universo? Le dije al sacerdote que pensaba que habría otra persona que pudiera hacerlo mejor que yo, porque me sentía poca cosa para un pregón de tanta categoría; sin embargo, el párroco me quitó esas ideas de la cabeza y me calme. Empecé a documentarme sobre la historia de la imagen en libros de historia y declaraciones de personas influyentes como el Doctor Hernández Benítez, así como información sobre el jubileo 2000. De esa manera he sacado reflexiones y conclusiones para poder escribir el pregón.

¿Qué significa para usted la imagen?

Desde que vivía cuando tenía cinco años en Cabo Juby, que es el puro desierto, donde mi padre trabajaba como militar, le rezo al Cristo. Estábamos allí durante nueve meses y volvíamos tres meses a la Isla; en el trayecto en avión, que era complicado porque siempre habían muchas turbulencias, mi padre siempre nos incitaba a rezar y así empezó mi relación con él.

Siempre ha estado vinculada con la Iglesia tocando el piano en misas. ¿Cuándo se sintió atraída por la música?

Empecé a tocar en las parroquias cuando apenas tenía 10 años. Sacaba las canciones sólo de oído, sin saber dónde estaba el do o el re. Los párrocos le decían a mi madre que tenía que inscribirme en clases de música, así que acabé estudiando en el colegio de las monjas -el María Auxiliadora- y después en el conservatorio hice la carrera de solfeo, historia de la música, transposición y acompañamiento. Siempre he ido con la música a todos lados. De hecho, cuando tengo dolor de cabeza solo me lo quita la música. También me gusta mucho escribir. Por ejemplo, hice el himno a San Gregorio y también a Santa Lucía de Tirajana, fue algo encargado por los párrocos, que me dieron información sobre estos santos. Son canciones con aires canarios.

También se ha recorrido la Isla gracias a esta afición.

He tocado en todas las iglesias de Gran Canaria, porque siempre me llaman sus párrocos. Solo me queda tocar el órgano de la iglesia ecuménica de San Bartolomé de Tirajana. A Tasartico he ido también, aunque no hay órgano, y me costaba más llegar en coche que irme en avión a Lanzarote. Aún así mi iglesia siempre será la de San Gregorio, es donde me siento como en casa. La iglesia de San Juan la relaciono más con la espiritualidad, es un espacio que invita a la reflexión.

¿Va a quedar reflejada su amor por la música en el pregón de alguna manera?

Sí. El pregón lo separaré en tres partes, hablando primero de la historia de la imagen; después sobre las bajadas del Cristo y finalmente haré una reflexión sobre lo que estas significan. Mi hija cantará tras cada intervención mía para enfatizar a través de una canción lo que yo estoy diciendo. Eso fue una idea del párroco que nos gustó mucho y lo vamos a llevar adelante.

Sobre el tema de la bajada del Cristo, ¿cómo se siente con la suspensión este año.

Él está en todas partes. Está allí dónde estés, no le hace falta bajar. Hay que pedirle, rezarle por la pandemia; por los que lo están pasando mal; las personas sin hogar; los niños abandonados... El señor nos escucha donde esté, es algo que yo tengo muy claro.

¿Cree que la gente tiene la misma devoción ahora que antes?

Sí, siguen pidiéndole con muchísima fe y a lo largo de los años se han producido muchísimos milagros a raíz de los rezos. En mi discurso voy a contar dos de esas historias que me impresionaron mucho, aunque hay muchísimas. Creo que la fe mueve montañas.

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