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Científicos de seis países estudian en Taliarte cómo el mar elimina el CO2

Los expertos utilizan nueve tubos de ensayo para efectuar sus pruebas | El instituto alemán Geomar impulsa este proyecto para combatir el cambio climático

Algunos de los investigadores junto a los tubos de ensayo que han instalado en el puerto de Taliarte | | LP/DLP

Un grupo de 50 científicos de seis países del mundo iniciaron la semana pasada un experimento en el puerto de Taliarte para comprobar la capacidad que tiene el mar para absorber el dióxido de carbono (CO2) esparcido actualmente en la atmósfera. La finalidad de este estudio es la de crear procesos tecnológicos que reduzcan con rapidez el efecto invernadero que desarrolla este gas en la tierra, de modo que puedan aplicarse para combatir con eficacia los efectos del cambio climático.

El instituto alemán Geomar (Centro Helmholtz de Investigación Oceánica de Kiel) impulsa esta investigación, que forma parte del proyecto europeo OceanNets, con la colaboración de la Plataforma Oceánica de Canarias (Plocan) y el Cabildo insular, que ha cedido el pantalán del puerto teldense para la instalación de nueve aulas de plástico flotantes (denominadas mesocosmos) que sirven como tubos de ensayo para los expertos.

Los investigadores se encargan de verter en estos instrumentos -bolsas grandes con capacidad para albergar nueve metros cúbicos de agua salada- una serie de minerales procedentes de superficies rocosas que realizan de manera innata la absorción del CO2. «Es un proceso natural de la tierra que se conoce como meteorización, pero que tarda muchísimos años en efectuarse; las rocas erosionan por la lluvia o el aire sueltan una serie de minerales que a largo plazo acaban en los fondos del océano, en este momento se producen reacciones químicas que acaban por absorber el dióxido de carbono», explica uno de los componentes del grupo, Joaquín Ortiz, que está realizando a su vez un doctorado. «Nosotros nos hemos inspirado en este ciclo para realizar este experimento, que es muy novedoso para la comunidad científica», asevera.

La investigación busca acabar con otros efectos como la acidificación de los océanos

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«Lo que hacemos es recrear todo este procedimiento de manera manual en los mesocosmos, que nos permiten tener una muestra representativa de lo que se produciría en el océano», añade el experto. «Digamos que estos tubos son un punto intermedio entre un experimento efectuado en un laboratorio, que sería a pequeña escala, y otro realizado directamente sobre mar abierto», explica. «Nos permiten tener control sobre nuestro estudio, sin que afecten las condiciones ambientales porque está aislado, y además también comprobamos el efecto que tiene sobre ciertos organismos como las algas o los crustáceos, algo que no podríamos hacer en un laboratorio», agrega.

Asimismo, incide en que la ejecución de este proceso de forma artificial permite aumentar las propiedades de los minerales para que efectúen la captación del CO2 mucho más rápido. «Aunque este ciclo se efectúa de forma natural, tarda bastante», sostiene Ortiz. De hecho, se necesitarían hasta diez mil años para que la huella humana se eliminase naturalmente.

El experimento no solo conlleva la eliminación de este gas, sino que cuenta con otros beneficios colaterales como que ayuda a combatir la acidificación de los océanos, que se produce precisamente por el exceso del dióxido de carbono. Aproximadamente una cuarta parte de las emisiones generadas por la actividad humana se disuelve en el océano y reacciona con el agua para formar ácido carbónico, con graves consecuencias para la vida marina.

La investigación, que cuenta con un presupuesto de medio millón de euros aproximadamente, tendrá una duración de siete semanas en la Isla. Después se volverá a efectuar en Noruega, de modo que puedan compararse los resultados en aguas más cálidas como las de la Isla con otras más frías.

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