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El envejecimiento de Las Remudas resalta las carencias de sus edificios

Los bloques no tienen ascensores y su diseño hace imposible su instalación | El barrio ha perdido a la mitad de su población, que tiene una edad media de 70 años

Edificios residenciales de Las Remudas

El barrio de Las Remudas ha experimentado en los últimos veinte años un cambio muy significativo; el índice de criminalidad ha bajado considerablemente durante este periodo y los recursos comerciales y sociales han aumentado, lo que indudablemente ha repercutido en la mejora de la calidad de vida de los vecinos. Sin embargo, el paso del tiempo también ha expuesto algunos problemas. El creciente envejecimiento de la población (auspiciado por la marcha de los jóvenes a otras zonas del municipio o de fuera) ha puesto en relieve las carencias que presentan los edificios residenciales de la localidad. 

Además de las humedades y el deterioro sistemático de las fachadas, el principal problema que presentan los bloques de viviendas es que no cuentan con ascensores. Cada uno posee un total de cuatro plantas, lo que supone un aproximado de 60 escalones. Esta cantidad dificulta en gran medida la subida y bajada de las personas mayores que residen en los pisos superiores, por las que muchas acaban quedándose encerradas en el interior de sus casas. 

Un total de 4.000 vecinos residen en estas infraestructuras construidas en el año 78, según los datos registrados por el proceso comunitario. Es la mitad de los residentes cifrado hace dos décadas, pero lo más destacado quizá es que la edad media se sitúa en los 70 años, según sostienen algunos colectivos de la zona. Esto supone que una gran parte de los ciudadanos del barrio se ven en la actualidad abocados al aislamiento en sus hogares, pero no hay una solución aparente a este problema. El diseño de estos inmuebles imposibilita en todos los casos que puedan instalarse elevadores. Por este motivo varios residentes han presentado a lo largo de los años denuncias, intentando forzar una solución alternativa. 

Según expresan desde el colectivo vecinal Teberite esta problemática se acrecenta en el caso de los residentes que viven completamente solos, pues no cuentan con ayuda directa para realizar la compra o asistir al médico si lo necesitaran. «Hace mucho tiempo se estuvo barajando la opción de colocar un montacargas, pero tampoco era posible colocar este tipo de infraestructuras. Los edificios son muy antiguos y no estaba asegurado que pudieran soportar esta herramienta», expresa Leticia del Mar Diepa, secretaria del colectivo y concejala del Partido Socialista. «Desde nuestra asociación llegamos a plantear la instalación de sillas eléctricas para las escaleras, de modo que pudieran usarla las personas más mayores y con más dificultades; sin embargo, era muy costoso instalar algo así en cada bloque y al final acabó también desechándose la idea», rememora la vecina. 

Muchas mayores no pueden subir y bajar las escaleras y acaban encerrados en sus viviendas

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De momento muchos de los mayores solicitan a los jóvenes del barrio que les realicen la compra o los ayuden a bajar las escaleras para poder realizar sus tareas en el exterior o aprovechan las visitas de sus familiares, pero no es suficiente. Desde el colectivo vecinal señalan que lo más urgente ahora mismo es un servicio de atención especializada y de acompañamiento para estas personas. «Nosotros queríamos ponerlo en marcha, pero es complejo; no tenemos recursos para poder contratar personal que pueda encargarse, así que solo podríamos hacerlo mediante voluntarios. Sin embargo, no podemos meter a cualquiera en casa de estas personas», añade la secretaria. 

Por otro lado, la comunidad vecinal no solo achaca los problemas de los edificios a su falta de ascensores (aunque es la principal carencia). También afirman que muchos cuentan con humedades y con sistemas de saneamiento anticuados, además de fallos estructurales. Alexis Ravelo, uno de los residentes, agrega que en algunos edificios han llegado a producirse desprendimientos. «La estructura de hierro está visible también en algunos casos y puede verse oxidación», alerta. La última rehabilitación fue llevada a cabo hace ocho años. 

Esta situación, sin embargo, no ensombrece la sensación de bienestar de la mayoría de vecinos del barrio. El proceso comunitario lleva desde principios de octubre repartiendo encuestas a los vecinos de Las Remudas y de La Pardilla a través de los comercios y de instituciones como el centro de salud o los colegios con el fin de recopilar datos sobre la visión que tienen los propios ciudadanos sobre su entorno, como paso previo para poder redactar un diagnóstico de la situación actual del barrio que esclarezca cómo se ha desarrollado en la última década y qué queda por mejorar. 

El equipo técnico subraya que las personas que han participado valoran muy positivamente la zona: por un lado destacan la ubicación, pues está perfectamente conectado al encontrarse a orillas de la autopista, cerca de la capital grancanaria, del casco teldense y de núcleos comerciales como La Mareta o los centros comerciales de Jinámar. Por el otro, señalan cuentan con todos los recursos necesarios al alcance de la mano: supermercado, farmacia, gimnasio, cafetería, etc. En los cuestionarios también resaltan de forma negativa la falta de limpieza y de presencia policial, demandas que tienen la mayoría de barrios del municipio. 

El equipo del proceso continuará recopilando información hasta finales de año para poder redactar un análisis completo. Además de las encuestas también se están efectuando entrevistas a personas implicadas en el movimiento vecinal, empresarios afincados en la zona y entidades sin ánimo de lucro, entre otros. 

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