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El agricultor de las manos inquietas

José Medina tiene 89 años y ninguna intención de retirarse | Cultiva todo tipo de frutas tropicales

José Medina, agricultor de naranjas de Telde

José Medina no recuerda un momento de su vida en el que no haya estado trabajando en la agricultura. Comenzó cuando solo era un niño y ahora, con 89 años, no ve el momento de retirarse 

José Medina no recuerda un momento en el que no haya estado trabajando en la agricultura. Incluso siendo un niño rememora sus visitas a las fincas de sus padres, en donde ayudaba a cuidar de los cultivos de "frutos ordinarios", como llama a las papas y tomates. A sus veinte ya había decidido invertir para tener sus propios terrenos, en los que durante años ha plantado todo tipo de plantas. Ahora tiene 89 años, está centrado en las frutas tropicales y tiene claro que no va a retirarse.

Tras tantos años de labranza parece que la tierra no guarda secretos para él. Quizá ese es el motivo por el que se resiste a desvincularse del mundo del sector primario, que tanto le ha apartado. Si piensa en un momento concreto que le cambió la vida, lo primero que le viene a la mente es el cultivo de pepinos. Antes de cumplir los 30 tomó la decisión de introducir este producto en sus fincas, construyendo invernaderos para conservarlo. El éxito fue prácticamente inmediato. «Pude exportar a países europeos, así me fui extendiendo cada vez más hasta tener unas 40 fanegadas», añade. El negocio además le proporcionó la oportunidad de viajar, particularmente a Inglaterra y Holanda. Fue en este último lugar donde descubrió el mundo de las flores. 

«Me encantaron los claveles, así que solicité un buen número para llevarme a Gran Canaria y empecé a preparar las tierras», asevera Medina, que detalla que primero plantó una pequeña parcela para probar. «Siempre que introduzco un nuevo cultivo empiezo con poco para comprobar que funciona», asegura. Y en el caso de estas flores, lo hizo. «Pude importar a la península, después a Alemania y cuando me di cuenta tenía más de cien personas trabajando para mí el cuidado de los claveles», añade. 

Pasado un tiempo, el agricultor explica que el negocio cada vez fue menguando más por el incremento de este tipo de cultivos en comunidades como Andalucía. «Entonces decidí pasarme a los frutales», señala. No fue el primer punto de inflexión que tuvo en su trayectoria, como ha relatado, pero sin duda fue otro gran cambio con el que pudo reinventarse y continuar hasta el día de hoy y ha conseguido tener una producción inmensa. «No soy capaz de contar cuantos árboles tengo, ¡son muchos!», asevera riendo. Sin embargo, si uno entra a una de sus fincas acaba por tener claro una sola cosa: su insignia son las naranjas. 

A juzgar por los numerosos premios que atesora, Medina cuenta con las mejores naranjas del municipio. En prácticamente todos los certámenes que se han efectuado en las ferias que ha organizado la administración pública para promocionar esta fruta, su producto ha acabado llevándose los primeros puestos. Considera que tiene tan buena calidad por la ubicación en donde están plantados sus árboles (en las medianías de Telde, a poco altitud con respecto al nivel del mar) y sobre todo por el agua con la que riegan, que procede de sus propios pozos.

En el almacén enseñando sus aceitunas y los racimos de plátanos. Andrés Cruz

Durante todo el año vende las frutas que cosecha en la tienda que regenta en la gasolinera de Punto Fielato -que es también de su propiedad-. Y aunque no tiene contabilizado cuantas cajas puede vender en un día, calcula que pueden llegar a las 50 diarias. Es decir, unos 500 kilos aproximadamente. «Lo bueno es que las naranjas las podemos recoger durante todo el año», explica. 

Pero no solo de naranjas vive. También cuenta en sus terrenos con mangas, aguacates, racimos de plátanos que deja madurar al natural (sólo con airea acondicionada para evitar que el calor los estropee) y aceitunas. Además recientemente ha empezado a trabajar en el cultivo de piña tropical, lo que solo demuestra aún más sus insaciables ganas de seguir creando, aprendiendo y trabajando. En lo único que reflexiona con tristeza es en la situación actual de la agricultura. «Esto ahora mismo no da para comer y las instituciones no están haciendo mucho, están despistados», considera. 

«Hay que tenerle mucha fe al trabajo», señala con sabiduría. Y nadie mejor que él para defender estar activo, puesto que se ha jubilado en dos ocasiones sin aguantar en ninguno de los dos casos el estar parado. «Siento que estoy perdiendo el tiempo y no me gusta», sostiene sinceramente. 

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José Medina Rodríguez, en su finca de El Ejido Andrés Cruz

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