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La comunidad vecinal de San José reclama la rehabilitación del viaducto

El mal estado de las aceras y la falta de alumbrado son algunas deficiencias | Un viandante pierde la visión total de un ojo al tropezar con el hueco de una baldosa

Puente de San José de Las Longueras

Hace casi diez años que las autoridades inauguraron el viaducto de San José de las Longueras, una infraestructura que se construyó para desahogar del tráfico procedente de Valsequillo hacia el municipio de Telde. La obra de este kilométrico puente fue acogida por los vecinos de la zona con mucha ilusión, pues suponía también para los viandantes un atajo peatonal al casco. Sin embargo, tras su apertura ha acabado en convertirse en un suplicio.

Su falta de mantenimiento a lo largo de esta última década ha provocado la oxidación de sus hierros, el levantamiento de las baldosas de sus aceras y socavones en los carriles abiertos al tránsito rodado, pero lo que más indigna a la ciudadanía es la falta de alumbrado del puente. Esta situación provocó hace apenas unos días la caída de un residente que volvía de San Gregorio a su vivienda atravesando la estructura.

Carlos Almenara cruzaba el puente sobre las ocho de la noche, completamente a oscuras, cuando de pronto se tropezó con el hueco de una baldosa levantada. Cayó de bruces sobre el pavimento, perdió la visión del ojo izquierdo y una de sus paletas. El impacto además le dejó inconsciente durante algunos minutos y tuvo que ser trasladado al hospital por una ambulancia. La situación ha dejado intranquilos e indignados a la comunidad vecinal. 

«Muchas personas se han caído cruzando el puente en estos últimos años, pero no nos deja de sorprender», explica Marta Morales, integrante de la asociación vecinal El Acueducto, que asevera que desde el colectivo han denunciado en numerosas ocasiones a la administración la peligrosidad que supone el mal estado del puente. «Hemos registrado muchos escritos resaltando las numerosas deficiencias que presenta, pero nunca nos han contestado», admite encogiéndose de hombros. 

El puente ha sido escenario de robos, atropellos e intercambio de droga por la noche

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La activista alerta que mucha gente transita el puente a diario, no solo procedentes de San José. También vecinos de La Herradura y de zonas cercanas a Valsequillo lo utilizan para acercarse hasta el casco teldense y realizar sus gestiones. “Hay una parada justo al final (en la avenida Alejandro Castro) en donde paran guaguas del Sur y de Las Palmas de Gran Canaria, así que muchos se acercan a cogerla”, añade. 

Asimismo, el mal estado de la estructura y la oscuridad que le engulle cada noche no solo preocupa por las caídas. Robos, atropellos e intercambio de drogas son algunas de las acciones que han llegado a producirse en este espacio cuando cae el sol. Los problemas no han dejado de producirse, pero nadie tiene claro por qué no se ha llevado a cabo ya una reforma. "Se supone que la obra ni siquiera está terminada; tienen que quitar la torreta", sostiene Mario Barrera, otro de los residentes del barrio, que recuerda que cuando concluyeron las obras del puente, las instituciones se percataron de que una estructura eléctrica suponía un peligro para viandantes y para la circulación. «Desde el principio han estado tirándose la pelota unos a otros, pero no parece que nadie tome la responsabilidad», añade el residente irritado, pues hasta el momento no se ha podido ejecutar ninguna acción para desplazar la torre y por esta razón hay un carril cortado.

«Mientras tanto los que nos fastidiamos somos los ciudadanos, que llevamos mucho tiempo esperando el cambio», opina por su parte Juan Carlos Melián, vecino que ha denunciado la situación en numerosas ocasiones mediante su página web. «El puente está lleno de grafitis, todas sus barandillas están oxidadas y las baldosas de las aceras están rotas o desprendidas; es un desastre», agrega. Los vecinos esperan que tras los últimos sucesos, las autoridades impulsen por fin acciones de rehabilitación. O, por lo menos, que inicien algún trámite para solucionar la falta de luz.

Una inversión de seis millones


El viaducto de San José de las Longueras, que sirve como atajo al casco de Telde desde la carretera de Valsequillo, fue concebido como una de las infraestructuras estrella del municipio. Su construcción supuso un total de seis millones de euros, que fueron sufragadas por el Cabildo. Sin embargo, no estuvo excento de problemas. No fue hasta el año 2011 que iniciaron los trabajos, pero los primeros pasos ya se habían dado en el 2007. Numerosos trámites fueron retrasandose en ese periodo e incluso dio tiempo a rediseñar el puente dos veces. Finalmente en 2013 se llevaría a cabo su inauguración, pero ahí no acabaron los problemas. Nada más abrirlo tuvo que volver a cerrarse por la presencia de una torreta eléctrica que no había podido desplazarse. Aunque unos años después se volvió a abarir, la obra aún no se considera terminada. | J. P.

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