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Los vecinos no tienen miedo: «Jinámar es un buen sitio para vivir»

Los vecinos de Lomo Las Brujas consideran que el tiroteo y el homicidio son hechos aislados | Creen que el presunto autor sufrió un brote psicótico

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Uno de los tiroteados en Jinámar mata a su abuela a puñaladas

La inquietud y el silencio se extienden en el Valle de Jinámar a raíz de los últimos acontecimientos. El tiroteo que transcurrió en la noche del Viernes Santo y el reciente asesinato de una vecina mayor a manos de su nieto, casualmente uno de los afectados por el enfrentamiento con armas días antes, ha causado conmoción e incertidumbre en el sector de Lomo de las Brujas (urbanización situada junto al centro cívico), en donde sucedieron los hechos. 

La comunidad vecinal, que prefiere mantenerse en el anonimato, no puede más que sorprenderse por lo que ha pasado este último fin de semana. «Es un como un jarro de agua fría, estas cosas no pasan desde hace mucho tiempo», afirmaron muchos de los residentes que transitaban ayer la zona donde sucedieron los escabrosos sucesos (en el interior y los alrededores del bloque residencial número 3 de la calle), aún sin asimilarlos bien. Diversas teorías se desarrollan entre los corrillos de gente que se forman frente a los bazares y supermercados de la zona, pero nadie sabe a ciencia cierta qué es lo que realmente pasó y, sobre todo, el por qué. 

«Jinámar es una buena zona para vivir», expresan convencidos algunos de los vecinos, que opinan que las noticias que se están difundiendo en los medios «están volviendo a manchar la imagen del barrio». De hecho, la minoría que decide hablar sobre el asunto declara que aquellos que iniciaron los disparos el pasado viernes no eran de la zona, ni siquiera pertenecían al distrito jinamero. Las fuentes oficiales de los cuerpos de seguridad han manifestado que el origen de esta batalla armada podría deberse a una pelea entre bandas rivales relacionadas con el tráfico de drogas, pero aún el caso continúa abierto. 

Por otro lado, sobre el homicidio de Sara Mújica, conocida vecina del municipio y abuela de su presunto agresor, manifiestan también asombro y extrañeza. «Es una auténtica tragedia», comenta en alto un señor apenado un señor mientras espera ser atendido en el bazar de la plaza principal. 

Algunos conocidos de Kike el Peluquero, como suelen llamar en la urbanización al presunto homicida, defienden que desde pequeño fue siempre un buen chico, que no tenía actitudes violentas con nadie y que se llevaba bien con los vecinos. «Era un chico como otro cualquiera, fue compañero de mis hijos en el colegio», concreta una señora que conocía al joven y a sus familiares. Asimismo, muchos otros vecinos afirman que les cortaba el pelo o les afeitaba en sus domicilios o en la misma calle porque «era muy bueno en eso». 

Por esta razón les sorprende lo que ha pasado y sobre todo que pudiera hacerle algo así a su propia abuela, «que fue una madre para él». La suposición que más se repite entre los residentes del barrio tiene que ver con su salud mental. «No estaba bien, tenía muchos problemas», concretan, a la par que agregan también que tomaba una fuerte medicación que pudo afectarle con especial hincapié en estos últimos días debido al agobio y el estrés que sintió a raíz del tiroteo. «Él no tuvo nada que ver en eso, solo tuvo la mala suerte de encontrarse ahí en el momento en que empezó todo», defienden. 

A pesar de todo no deja de palparse miedo, inseguridad y sobre todo mucha preocupación por ver el barrio retornar a épocas en las que la violencia estaba a la orden del día. Para paliar la situación solicitan mayor presencia policial. En este sentido, denuncian que tras los hechos acontecidos no se haya visto con más frecuencia a la Policía Nacional patrullando. 

La alcaldesa, Carmen Hernández, ha tomado la iniciativa de remitir un oficio a la Delegación del Gobierno para solicitar una reunión con su titular, Anselmo Pestana, para buscar soluciones en el ámbito de la seguridad. La mandataria recuerda en la misiva lo sucedido y destaca que esta situación se suman a los actos vandálicos y robos en comercios y centros educativos en este distrito, tanto en el Valle como en el pueblo. De hecho, solo en el último mes se han contabilizado hurtos en más de diez establecimientos del barrio.

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