Georges Méliès, el ilusionista que quería rodar más películas

La carta descubierta por el analista de documentos Luis Díaz revela la intención del cineasta francés de reabrir uno de sus estudios poco antes de fallecer

El analista de documentos cinematográficos Luis Díaz junto a algunos de los elementos que forman parte de su colección.

El analista de documentos cinematográficos Luis Díaz junto a algunos de los elementos que forman parte de su colección. / Juan Castro

Benyara Machinea

Benyara Machinea

Una carta escrita a mano por Georges Méliès y descubierta por el analista de documentos cinematográficos Luis Díaz ha permitido arrojar luz sobre el deseo de volver a rodar que mantuvo el cineasta francés en los quince años que pasó alejado de las cámaras. La correspondencia dirigida a su notario revela que trató de reabrir uno de sus estudios tres años antes de morir, pero le faltaron 2.000 francos para hacer realidad su sueño. 

Georges Méliès quedó prendado del cine en 1895, cuando asistió a una demostración del cinematógrafo por parte de Auguste Lumière, uno de los dos hermanos a los que se atribuye la invención del séptimo arte. El público se refugió esa noche detrás de sus butacas al ver cómo el caballo que se proyectaba en la pantalla se dirigía corriendo hacia ellos y el joven ilusionista se dio cuenta en ese momento de que su mejor opción para crear magia recaía en ese invento. Años después se convirtió en el padre de la ciencia ficción y en el creador de películas tan laureadas como Viaje a la Luna, pero el precio de rodar sus costosas producciones terminó materializándose en forma de múltiples deudas que le obligaron a abandonar la profesión en 1923. En los quince años que siguieron hasta su muerte, el parisino se dedicó a vender juguetes a los niños y nadie, ni siquiera su familia, sabía que bajo esa aparente tranquilidad existía el deseo de reabrir uno de sus estudios

Más de un siglo después de la proyección de su película más aplaudida, el analista de documentos cinematográficos Luis Díaz encontraba en un anticuario de París una carta escrita a mano por Méliès. La correspondencia emitida tres años antes de su muerte iba dirigida a su notario y en ella desvelaba las deudas que le obligaron a cerrar sus estudios y su intención de reabrir uno de ellos, sueño que finalmente no pudo hacerse realidad porque le faltaban 2.000 francos para lograrlo. "No tiene otro sentido reabrir uno de sus estudios sino es para rodar una última película", explicó Díaz. 

"No tiene otro sentido poner en marcha de nuevo uno de los platós sino es para filmar una última película"

Después de realizar múltiples análisis para comprobar la autenticidad del documento, el analista lo incorporó a la colección que ostenta en Telde, que con sus cerca de 500 archivos de cine y otros 200 de literatura es una de las más únicas de Europa. No obstante, para comprender en su totalidad el significado que escondían las palabras del francés necesitaba ponerse en contacto con algún familiar del cineasta, que a su vez diera el visto bueno a la veracidad de la carta. 

Fue así como salió a la luz el nombre de Anne-Marie Malthête, bisnieta de Méliès y escritora de una de las biografías más completas sobre su bisabuelo. Después de dedicar varios meses a localizarla, Díaz intercambió numerosos correos con la francesa para explicarle cómo había llegado a sus manos el documento. "No era una carta que dijera yo soy Georges Méliès, sino que era una conversación sin contexto sobre una deuda que estaba firmada por el cineasta", explicó el analista de documentos. "Ahí se dicen datos, se nombra a familiares que solo podríamos conocer nosotros, la familia, porque nunca se han publicado. Tu carta es 100% original", le contestó finalmente la francesa a Luis Díaz. 

Un extracto de la carta manuscrita de Georges Méliès, en el que se puede observar su firma.

Un extracto de la carta manuscrita de Georges Méliès, en el que se puede observar su firma. / Juan Castro

El cineasta francés nunca escatimó en gastos para sus películas, que manejaban un presupuesto mucho mayor que la mayoría de las producciones que se llevaban a cabo a principios del siglo XX. Mientras la industria empleaba máquinas para ahorrar tiempo y costes, él continuaba haciendo cine de forma artesanal. Cuando sus últimas seis películas no terminaron de convencer al público, Méliès dejó su propiedad de Montreuil a cargo de la productora Pathé como garantía al préstamo que había recibido para afrontar la producción, pero nunca llegó a recuperarla. 

El manuscrito inédito había permanecido escondido los últimos años en un pequeño anticuario de París

"Esta carta es muy relevante, pero tiene una importancia más bien romántica porque él mantuvo intacta su pasión, aunque no estamos descubriendo un final alternativo", remarcó Luis Díaz. Imaginando una posible reinserción del ex ilusionista francés en el cine, el teldense sostiene que en los años en los que pasó retirado "el séptimo arte ya había evolucionado en ciertas películas con tiros de cámara, con los primeros planos y él hubiera aprovechado todo esto". 

El coleccionista de rarezas

Antes de este último descubrimiento, el analista de documentos cinematográficos ya había mostrado previamente algunos de los artículos de su colección en anteriores exposiciones. Algunos de los archivos más destacados, que se pueden ver en sus redes sociales, comprenden desde una carta manuscrita de Julio Verne hasta un poemario original de Federico García Lorca

"Recuerdo haber visto a un señor de 80 años llorando y que me dijera ‘esta película la veía yo con mi padre antes de que muriera de cáncer, gracias por este momento’. O gente que decía solo tengo cinco minutos y después llamaba y hablaba con alguien sobre que se quedaba porque flipaban con que esto estuviera en Gran Canaria", enfatizó el teldense.

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