El servicio de recogida de animales de Telde sufre tres meses de impagos

La empresa responsable de ejercer la actividad advierte que el 17 de febrero paralizará sus tareas si el Ayuntamiento no abona las cuotas atrasadas

Uno de los perros recogidos permanece en el pasillo, que no se encuentra techado, ante la escasez de jaulas.

Uno de los perros recogidos permanece en el pasillo, que no se encuentra techado, ante la escasez de jaulas. / LP/DLP

Benyara Machinea

Benyara Machinea

La perrera municipal de Telde denuncia que el servicio de recogida y asistencia de animales se encuentra desbordado después de tres meses en los que el Ayuntamiento no ha pagado sus cuotas a la empresa encargada de prestar el servicio. En estos momentos las instalaciones sobrepasan ya su cupo con nueve perros, pese a que el espacio ubicado junto al Puente de los Siete Ojos solo está habilitado para acoger a un máximo de siete. Canary Dog Island ya ha anunciado su intención de paralizar las tareas el próximo 17 de febrero si no recibe las cuotas atrasadas antes de esa fecha.

El gerente de la entidad, José Guillén, se reunirá este miércoles con el concejal de Bienestar y Protección Animal, Agustín Arencibia, para buscar una solución al problema. Por su parte, la empresa privada critica que el Consistorio aún no ha dado ninguna fecha definitiva para abonar el importe a sus trabajadores. "Ya no puedo más, me es inviable seguir adelante", incidió Guillén. En estos momentos el servicio sigue atendiendo a los animales del refugio, pero todos los gastos de los perros, los salarios de los empleados y los costes de limpieza y comida están siendo sufragados por la propia entidad. 

El refugio de animales ya paralizó su actividad durante seis días a comienzos de diciembre como forma de protesta, pero retomó las labores después de que el Ayuntamiento les informara de que estaban incurriendo en una ilegalidad. La Ley de Contratación Pública establece que deben pasar un mínimo de cuatro meses de impagos para frenar las tareas, motivo por el que la empresa ha decidido esperar hasta el 17 de febrero antes de tomar nuevas medidas.

Colapso de perros

En estos momentos las instalaciones no tienen capacidad para acoger a ningún otro animal, pues hay dos perros conviviendo juntos en cada una de las jaulas. El espacio tiene áreas equipadas para un total de siete mascotas, si bien puede llegar a albergar a una octava, en caso de que se trate de una cría, dentro de un transportín. Sin embargo, ahora mismo hay un noveno perro que reside a la intemperie, en un pasillo que no está tejado y que se encuentra expuesto a las inclemencias climáticas como la lluvia o el viento.

"El Albergue Insular de Bañaderos ha cambiado las normas y ahora tardan más en recibir a los perros del municipio, por lo que la Policía Local, sin contar con la empresa responsable del servicio y de la gestión de las instalaciones, colocaron a un perro en el propio pasillo de las instalaciones por su propia cuenta", explicó el gerente. 

"Ya no puedo más, me es inviable seguir adelante", remarcó el gerente de Canary Dog Island

Pese a los problemas que denuncia, el responsable de la actividad del refugio aclaró que todos los perros que residen de forma temporal en Telde, a la espera de que sus dueños puedan reclamarlos o de que pasen al albergue insular, se encuentran atendidos de forma correcta en materia sanitaria y han pasado por las pruebas requeridas en las clínicas veterinarias. "Estamos cumpliendo todo lo que es el mantenimiento de las instalaciones y la recogida de animales, lo que no se están recogiendo porque no hay más jaulas donde ubicarlos", añadió Guillén.

"Las instalaciones con las que contamos ahora se quedan demasiado cortas para atender la demanda que tiene este municipio", remarcó el gerente de la empresa que presta el servicio. Lo cierto es que Telde es una de las zonas que más animales envía anualmente al Albergue de Bañaderos, aunque la tarea se ve mermada por la escasez de jaulas que dispone el refugio. "Es inviable mantener el servicio de un municipio como este, que encima tiene tanto trabajo y tanta demanda, sin que el Ayuntamiento nos pague", cuestionó Guillén, que también enfatizó que "si fuera un municipio con menos demanda a lo mejor podríamos afrontarlo, pero en un municipio con esta problemática es imposible."

El primer parón de la actividad tuvo lugar el mes pasado y se extendió durante casi una semana

Por su parte, Juan Antonio Peña, concejal en la oposición de Ciuca -Ciudadanos por el Cambio-, señaló tras visitar las instalaciones este martes que la Policía Local de Telde ya ha informado de la situación en varios escritos dirigidos al área de Protección Animal. "Los agentes de la Policía han demostrado su compromiso con el bienestar animal y ya no pueden hacer más ante el lleno de las instalaciones y las reiteradas llamadas ciudadanas alertando de estos animales en las vías", sostiene Juan Antonio Peña.

El partido de Ciuca señala que la situación no habría llegado al punto en el que se encuentra hoy si se hubiera procedido en su momento a la construcción del Centro de Bienestar Animal, un proyecto subvencionado por el Cabildo de Gran Canaria con más de 500.000 euros. La oposición subraya que ese centro hubiese dado refugio a los animales encontrados o perdidos en la calle y además promocionar su adopción y las tareas de voluntariado.

A la espera de un nuevo centro

La escasez de jaulas ha llevado a la perrera municipal a paralizar la recogida de animales hasta que se liberen algunos de los espacios para permitir la entrada de más perros. Mientras tanto, el Centro de Bienestar Animal, que fue aprobado hace dos años en una junta del Gobierno local, sigue a la espera de financiación. Este proyecto recoge 60 nuevos espacios para los perros y gatos recogidos en las calles de Telde, así como un área para fomentar la socialización y la relación entre los distintos animales. Con este fin se puso sobre la mesa una parcela ubicada en El Goro de 10.777 metros cuadrados, con una superficie útil de 4.552 metros. Esta iniciativa, por el momento paralizada, perseguía solventar los problemas de espacio a los que se enfrentan los trabajadores que operan junto al puente de los Siete Ojos. 

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