El pensador y ensayista Arash Arjomandi llegó con solo ocho años a España acompañado de sus padres, que huían de una represión hacia la comunidad bahá’í en Irán que llegó a cobrarse la vida de su tía. 44 años después de aquel traslado, el filósofo se cita en la Casa Museo León y Castillo para dar a conocer la persecución que aún viven sus correligionarios en su país natal.
Hace unos días ofreció una conferencia en Telde sobre la persecución de los bahá’ís en Irán. Como practicante de esta fe, ¿cómo se ha visto afectado por esta situación?
De muchas maneras, pero las más importantes son que yo vine aquí con mi familia cuando tenía ocho años y nunca más hemos podido regresar ya que, en el momento en el que volvamos, a mi padre lo detendrán y ejecutarán porque los miembros de la comunidad bahá’í que tuvieron una responsabilidad en la administración pública anterior a la revolución islámica son los primeros que están en el punto de mira. De hecho, mi tía fue ejecutada en la horca en 1983 porque era una profesora muy reconocida en Shiraz, era miembro de la comunidad y defendía a capa y espada el derecho de las mujeres a estudiar y a entrar en la Universidad.
¿Por qué se decantó por escoger la vocación de la filosofía?
En mi caso fue muy temprano, con unos 13 años, escuchando unas cintas de unas conferencias de un filósofo de Teherán junto a mi padre. Él lo escuchaba y yo me acercaba para oír también esas lecciones. Ahí se empezó a despertar una gran curiosidad y un interés creciente por los problemas filosóficos, seguramente porque buscaba respuestas a esos enigmas que a uno se le plantean cuando tiene una especie de trauma existencial. En este caso nuestro trauma fue ese desarraigo forzoso y el asesinato de mi tía.
¿De qué forma le afectó el exilio?
El fenómeno del exilio, cuando lo vives en primera persona, tiene unos efectos en la configuración de la personalidad y en tu manera de ver el mundo. Aquí en España hay una buena memoria de toda la generación de intelectuales que se exiliaron después de la Guerra Civil y todos ellos, o la gran mayoría, explican que el hecho de no poder volver a su entorno de la infancia, donde crecieron, hizo que les quedara siempre resguardada en su memoria el paraíso perdido. En mi caso es así, Teherán es un paraíso perdido al que me gustaría regresar.
"Mi tía fue ejecutada porque era miembro de la comunidad y defendía a capa y espada el derecho de las mujeres a entrar en la Universidad"
¿A qué se dedicaba su familia para verse obligada a salir del país?
Mi padre tenía una responsabilidad, un cargo importante en el banco estatal, mientras que mi madre era estilista de un barrio acomodado de la capital. Pertenecíamos por tanto a una clase alta, teníamos una vida cómoda, pero, debido a la revolución islámica de 1979 y a la expulsión de todos los bahá’ís de sus cargos profesionales, todo ese paraíso se truncó. Aquí se buscaron la vida como pudieron y los primeros años fueron difíciles porque vivimos la pobreza y, de un día para otro, mis padres no tenían ninguna fuente de ingresos. Mis abuelos y mis tíos todavía estaban en Irán, aunque luego también se exiliaron, y no tenían manera de ayudarnos porque ellos también estaban siendo perseguidos. Mi padre se fue dedicando a oficios que no había hecho nunca y mi madre, por suerte, pudo ir recuperando su profesión y abrir su propia peluquería, por lo que gracias a eso hemos ido saliendo.
¿Desde España cómo ha vivido los cambios que ha vivido su país natal en los dos últimos años?
Está claro que Irán es parte de la comunidad internacional y, si en esa comunidad hay una petición y demanda de la sociedad civil para participar en los procesos de administración de su país, reivindicar la democracia y la equidad de género, pues Irán también es parte de ese fenómeno y por eso pide esa igualdad, democracia y libertad. Precisamente en la fe bahá’í uno de sus principios más importantes es la igualdad de género, que empezó a proclamar mucho antes que la primera declaración feminista de occidente, que se firmó en Nueva York en 1948.
¿Se podría decir entonces que esta comunidad fue un referente a nivel mundial en los primeros pasos del feminismo?
Ojalá se hubiera conocido más la fe bahá’í en los primeros años. En Europa y occidente, aunque intelectuales como León Tolstoi conocieron la fe bahá’í muy pronto, uno de los motivos por los que no permeó más es porque en su país de origen ya estaba muy perseguida y hubo países que fueron objeto de genocidio. Entonces sí que sabemos que hubo grandes promotoras de la equidad de género en la comunidad, como la famosísima poetisa Táhirih, que fue una figura fundamental en Irán en 1948 y públicamente fue la primera en quitarse el velo, un derecho que hoy en día las mujeres de Irán reivindican.