El juez de Telde que intentó salvar a José Antonio Primo de Rivera

Julián Santos Cantero trató de llevar a cabo un intercambio de presos durante el estallido de la Guerra Civil española para impedir la ejecución del fundador de la Falange

Julián Santos Cantero en un ejemplar de La Provincia durante el juicio por el caso de las Esoteristas.

Julián Santos Cantero en un ejemplar de La Provincia durante el juicio por el caso de las Esoteristas. / LP/DLP

Benyara Machinea

Benyara Machinea

La historia de José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange e hijo del dictador Miguel Primo de Rivera, ha vuelto a salir a la luz esta semana a raíz de la cuarta exhumación de sus restos mortales, en esta ocasión de su tumba del Valle de los Caídos al cementerio de San Isidro. Sin embargo, son unos pocos los que conocen el papel que desempeñó en sus últimos días en prisión el magistrado de Alicante Julián Santos Cantero, también conocido como el juez que dictó sentencia en el caso de las brujas de Telde, que trató de hacer todo lo posible para evitar la ejecución del falangista.

Natural de Castilla-La Mancha, Cantero comenzó su carrera profesional ejerciendo como juez de Primera Instancia en el pequeño municipio de Piedrahita, ubicado en la provincia de Ávila. Ahí ejerció sus tareas hasta que, atendiendo a su propia solicitud, fue trasladado al Juzgado de Primera Instancia de Telde el 25 de febrero de 1925, tal y como refleja la Gaceta de Madrid en un ejemplar de la época, y allí asumió el cargo antes ejercido por el juez José María Reyes, que a su vez fue trasladado a La Orotava.

A los cinco años de llegar a Gran Canaria, le tocó interceder en uno de los casos más mediáticos de la historia del municipio, el conocido como caso de las Espiritistas de Telde. Este fue catalogado como el primer crimen de carácter esotérico que tuvo lugar en España, protagonizado por una familia formada por el matrimonio de Aurelia Calixto y Francisco Valido Medina y sus cinco hijas Candelaria, Juana, Aurelia, María del Pino y Carmen. El hijo varón de la familia cayó enfermo a sus 23 años y empezó a buscar en la brujería una cura, que finalmente no logró y terminó falleciendo. Su muerte, sin embargo, marcó el destino del resto de las hermanas. 

Imagen de José Antonio Primo de Rivera durante su estancia en la cárcel de Alicante.

Imagen de José Antonio Primo de Rivera durante su estancia en la cárcel de Alicante. / Laus Hispaniae

Calendaria Valido, de 18 años, asumió el rol de medium de la familia y, en busca de una solución para recuperar al fallecido, trató de asesinar a la pequeña Carmen, aunque poco después desistió del intento al considerar que de su cuerpo habían salido los espíritus malignos. La que no corrió la misma suerte fue Aurelia, que falleció en su hogar de Los Llanos, hoy conocido como San Gregorio, tras un largo exorcismo. Este hecho llevó a la familia al pie de los juzgados después de que el médico de la ciudad denunciara los hechos.

El encargado de dictar sentencia en el caso fue Julián Santos Cantero, que calificó el delito como un parricidio cometido en la persona de Aurelia Valido Calixto, tal y como refleja un texto del diario La Prensa. El juicio tardó un año en resolverse hasta que el jurado absolvió a la familia de los crímenes que se le imputaban, aunque la autora de los hechos y otros familiares terminaron requiriendo de ayuda psiquiátrica.

"Debe servir de lección a quienes, pobres de espíritu, se dejan llevar de esa gente propagandista de esas malas artes, que deben ser combatidas enérgicamente por la prensa, para evitar estos o parecidos casos tan dolorosísimos", aseguró Santos en este diario durante el desarrollo del juicio. En la misma pieza se describía al juez encargado del caso como un "celoso funcionario de la Justicia que tan activamente y con tanta competencia lleva a cabo el esclarecimiento de los hechos de este horripilante crimen". 

El manchego de nacimiento dictaminó sentencia en el primer crimen esotérico de España

En los años que pasó en Telde conoció a Matilde Ojeda, con la que contrajo matrimonio durante su estancia en la Isla. Poco a poco fue adquiriendo experiencia en el ámbito profesional hasta ascender al cargo de magistrado, lo que le deparó un nuevo destino en la ciudad de Alicante, que sería donde su vida se cruzaría con la de José Antonio Primo de Rivera. 

El líder de la Falange fue encarcelado por primera vez en Madrid cuando se declaró la ilegalidad de su partido político. Sin embargo, no sería hasta el 5 de junio de 1936 cuando el fundador de la Falange sería trasladado definitivamente a la cárcel de Alicante junto a su hermano Miguel y su cuñada Margarita Larios, todos acusados de rebelión por su cercanía al partido político de ideología fascista, durante la etapa en la que Santos ya ejercía como Magistrado en la ciudad. Entre ambos se generó una relación cercana y el magistrado acudió con frecuencia a ver al acusado a su celda.

Sin embargo, al cabo de un mes, el 17 de julio de ese mismo año, la Guerra Civil española estalló y vivió una conflictividad particular en la provincia donde se ubicaban ambos, que se mantuvo leal a la República hasta el último minuto. Esta situación complicó aún más si cabe el destino de Primo de Rivera y su familia, que seguían presos.

Ejemplar de la época sobre el caso de las Esoteristas de Telde.

Ejemplar de la época sobre el caso de las Esoteristas de Telde. / LP/DLP

Santos intermedió para buscar una solución que liberara a José Antonio de la ejecución que le esperaba. Es por ello que negoció un intercambio de presos entre José Antonio y otros encarcelados del bando franquista por presos de la República retenidos por los militares. A poco se quedó de lograr su objetivo, pero finalmente las negociaciones fracasaron y el líder falangista fue fusilado el 20 de noviembre de ese mismo año a la edad de 33 años.

En los antecedentes de la Guerra Civil la Falange jugó un papel clave en el adverso clima político, aunque Primo de Rivera negara su apoyo al bando sublevado tras el estallido militar. De hecho, poco antes de su muerte, el fusilado manifestó su deseo de que el enfrentamiento se solventara sin cobrarse más vidas y dejando a un lado la violencia.

En el régimen franquista que se implantó después la figura del representante del partido político fue adoptada como mártir a lo largo de toda la dictadura. De hecho, sus restos mortales fueron trasladados transcurridos tres años de su muerte a El Escorial, donde fue homenajeado por distintas figuras del régimen nazi y del fascismo italiano, antes de pasar a formar parte del Valle de los Caídos.

Por su parte, el manchego continúo su estancia en Alicante hasta que terminó el conflicto bélico y el régimen franquista le quitó su condición de juez magistrado. Fue entonces cuando regresó con su mujer al municipio de Telde para ejercer como abogado y una vez allí tuvieron una hija, Elena Santos Ojeda, que posteriormente se casaría con el renombrado acuarelista Pedro del Castillo Olivares

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