"En los años calamitosos de grandes sequías, se ha acudido a Él pidiéndole que envíe las lluvias y no se ha dado el caso que se haya hecho esto sin que muy abundante haya llovido y se haya recogido buenas cosechas". El periódico La Provincia se hacía eco en agosto de 1916 del poder milagroso del Cristo de Telde para anunciar la inminente bajada de la imagen del Altar Mayor de la iglesia de San Juan Bautista.
En ese entonces, tras varios años de escasas y lluvias en plena guerra de Europa, con las consecuentes limitaciones para la importación y exportación de productos, un grupo de vecinos la asociación del Viacrucis Perpetuo solicitaron al cura de la parroquia, Joaquín Romero, que se bajara la imagen del Santo Cristo para hacerle "un novenario de rogativas con toda la mayor solemnidad posible, para pedirle la paz de la Europa cristina y el beneficio de las lluvias en el próximo invierno". Ese año, la talla bajó el 6 septiembre.
Esta historia y otras muchas de las recogidas a lo largo de más de un siglo se exponen estos días en la Basílica de San Juan gracias al trabajo minucioso de recopilación y colección que durante gran parte de sus vidas han realizado Fernando Ojeda y Pedro Suárez, dos vecinos de Telde que bien podrían ser cronistas de las fiestas del Cristo. Los dos tenían la inquietud, la devoción y la afición de coleccionar documentos históricos, y los dos tuvieron la suerte de 'heredar' parte del material que atesoran, el primero de su abuelo, Patricio Pérez, y el segundo de José Falcón, el sacerdote que vivía en la casa que ahora habita.
Quienes se acerquen estos días al templo de San Juan podrán hacer un repaso a la historia de la Bajada del Cristo de Telde a través de una selección de programas, carteles y recortes de periódicos que han escogido con esmero estos dos teldenses. Los más antiguos datan de 1916, en plena primera guerra mundial, cuando La Provincia recogió en tres publicaciones distintas noticias sobre la Bajada de la imagen y las procesiones, porque ese año hubo dos, y recordaba la anterior vez que el Cristo dejaba su hornacina del Altar Mayor, en 1913.
En aquel entonces la imagen que preside la ahora Basílica Menor de San Juan -que cumple este año el 50º aniversario de esta nominación- hacía un recorrido mayor. Primero, acompañado por San Juan y la virgen de Los Dolores, cuenta Fernando Ojeda, era llevado a la puerta del cementerio donde se realizaba una plegaria en latín, y posteriormente se acercaba a San Francisco, donde se unía la imagen de este santo, y juntos 'recogían' a San Gregorio al pie de Los Llanos. Desde ahí subían hacia la iglesia de este barrio con un desvío previo para "bendecir los campos de El Caracol y Jerez".
"Empezó con satisfacción de todos una lluvia muy grande que emocionó al público en tal forma, que muchas personas lloraban de satisfacción, precipitándose los vecinos a tapar dichas imágenes con ropa que trajeron de sus casas"
En otro de los recortes que incluye la exposición, se narra cómo en una ocasión en pleno novenario llovió tanto que la gente tardó horas en poder salir de la iglesia y "corrieron con abundancia los barrancos". También en 1913, al llegar la comitiva religiosa a Los Llanos "empezó con satisfacción de todos una lluvia muy grande que emocionó al público en tal forma, que muchas personas lloraban de satisfacción, precipitándose los vecinos a tapar dicahs imágenes con ropa que trajeron de sus casas".
Como la piel de una cebolla
La selección realizada por Pedro Suárez y Fernando Ojeda incluye los programas de actos de 1916 y 1941, en plenas guerras mundiales, y en 1937, en la Guerra Civil española, cuando la imagen fue bajada del Altar Mayor en el mes de enero. Entre ellos está el preferido de estos dos coleccionistas, concretamente el de 1941, "por su sencillez, en una sola hoja sepia casi transparente, como la piel de una cebolla, por la falta de papel en esos tiempos".
También pueden verse publicaciones de 1962 y los editados a partir de 1971, cuando esta tradición pasó de celebrarse en momentos especiales para convertirse en una cita anual gracias a la inciativa del sacerdote Juan Artiles.
Las primeras bajadas registradas
El doctor Hernández Benítez, que fue cronista oficial de Telde, recoge en su obra Santo Cristo de Telde cómo cuando había una epidemia la imagen era bajada de su hornacina y "como por ensalmo, la epidemia cesaba en sus estragos". Lo mismo pasaba con las sequías.
Entre una bajada y otra, podían hasta pasar 20 años y según recogen los documentos expuestos estos días en el templo y el estudio del propio Hernández Benítez, la primera noticia que se tiene de este hecho es de 1770.