20 años de risas costumbristas en Telde
Juan Domingo Florido, Maestro Florido, lleva dos décadas rescatando historias de las medianías y cumbres para transformarlas en un espectáculo de humor

Juan Domingo Florido, con una de las expresiones que caracterizan a su personaje Maestro Florido / José Carlos Guerra
Tiene su primer cheque enmarcado para recordar que los sueños se alcanzan, eso sí, con trabajo y valentía. Cobró 300 euros por un espectáculo en La Gomera, pero más allá de su valor económico, para Juan Domingo Florido, el humorista conocido como Maestro Florido, ese talón supuso el inicio de una nueva vida.
Su primer contacto con los escenarios fue con Tabercorade, un grupo creado en Lomo Magullo, en Telde, por personas como el periodista Adolfo Santana para fomentar el teatro y la cultura entre los jóvenes del barrio. Allí empezó como telonero; "literalmente, cerraba y abría el telón, y un día me dieron un papel", relata Florido, que añade que descubrió al personaje que interpreta desde hace 20 años cuando tuvo que ponerse en la piel de "un viejito".
Aquel grupo de teatro "tristemente desapareció", pero junto a Adolfo Santana y a Manuel Florido, "que tiene mi mismo apellido, pero no es mi hermano", impulsó Mojo Cilantro, una pequeña compañía con la que "hacíamos actuaciones muy pequeñitas y salíamos en la televisión de Ingenio". Poco a poco la farándula y Maestro Florido se le fueron metiendo dentro y "hubo un momento en el que quise dejarlo todo por el teatro". En aquella época trabajaba "para una empresa reparando alarmas, radio de coches, equipos de sonido y todas esas cosas. Estuve hasta de jefe y estaba muy feliz", pero sabía con certeza que quería reorientar sus pasos y le dijo a sus amigos: "chiquillos, yo lo quiero intentar".

El humorista teldense Juan Domingo Florido, en medio de la calle Triana / José Carlos Guerra
"Me cogieron por diferente"
Y fue llegar y besar el santo. Su primer casting fue para el programa Esto es muy serio de Televisión Canaria y lo seleccionaron. "Siempre digo que me cogieron por diferente, porque mi personaje en aquel momento era original, un personaje típico costumbrista que, para colmo, gritaba mucho y vocalizaba poco. Reconozco que todo esto era por mi timidez; quería terminar pronto y entonces hablaba superrápido".
Así que fue a hablar con su jefe y se despidió.
A Juan Domingo se le conoce ya como Maestro Florido, un personaje que ha construido con "una mezcla de hombres y mujeres de medianías y cumbres, con lo que he aprendido y mamado en donde he crecí", asevera. Eso sí, aclara que no hace "burla de la gente del campo", sino que intenta dignificar su imagen. "Por eso decidí llevar traje, porque en el teatro costumbrista siempre se les representa con ropa de trabajo en las tierras, pero quise mostrar que la gente de campo también nos vestíamos con el terno y el cachorro para ir a misa, a un entierro, para cobrar a primeros de mes", afirma mientras ríe. Además, "con esa pachorra para escuchar y hablar", y a pesar de que "a veces tienen escasez de cultura, son muy sabios".
De ellos saca las historias que relata en clave de humor, tal como le enseñó Adolfo Santana. "Es un trabajo artesanal y por eso siempre digo que soy un artesano de la risa", lo que le ha permitido "llenar la mochila de buenos amigos a lo largo y ancho del Archipiélago". Son las personas mayores que residen en las cumbres y medianías de las islas "quienes me ofrecen historias, cuentos y expresiones de antaño que me valen para armar mi espectáculo", afirma Florido. "A veces me cuentan más penas que alegrías, pero siempre sueltan algún golpe canario socarrón".
Su hogar
Siente que le debe a Lomo Magullo y a su gente lo que es hoy en día, y por eso cada 5 de agosto actuaba de forma altruista en las fiestas de su barrio. "Ese día actuaba en la plaza más grande del mundo porque se llenaba hasta la bandera con mi gente, mi familia". Sin embargo, desde que su padre falleció hace cinco años, no ha "tenido fuerzas para volver a subir a ese escenario porque se me carga de sentimiento el corazón". Sin embargo, siempre que puede, actúa en el Teatro Municipal Juan Ramón Jiménez, donde cada vez hay más espectáculos de humor con lleno absoluto. "Creo que en esta sociedad actual de la prisa y el estrés la gente necesita y quiere reír para desconectar. Es una forma de olvidar ese día a día".
La última vez, el 19 de mayo, "tuve la suerte de llenar ese teatro, lo que fue un abrazo que necesitaba", asevera. Esa vez, como le ocurre siempre, "antes de salir al escenario, me dan ganas de salir corriendo para mi casa porque me tiemblan hasta las patas, porque no tengo fuerzas ni seguridad para enfrentarme al público, pero cuando la risa aparece, la magia aparece". Y para él, las risas del público, "cuando ves que hasta el más malamañao se ríe, es un regalo dentro del regalo que es poder subirse al escenario a hacer lo que a uno le gusta".
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