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Don Francisco Pérez Azofra, el midas teldense

Mercado dominical en la Plaza de Los Llanos de Telde, año 1895

Mercado dominical en la Plaza de Los Llanos de Telde, año 1895 / La Provincia

Telde

Mi tía Rafaela casada con Arturo Ponike, alemán propietario de la imprenta Minerva, en la calle Perdomo de la capital grancanaria; de vez en cuando, ya viuda, venía a visitarnos a Telde. Mujer de carácter y si se me permite, algo impertinente, dicho esto último con todo el cariño que le profesé en vida; era iracunda en sus sentencias y comentarios sociales. Un día, paseando por calle principal de los Llanos de San Gregorio (Actual Avenida de La Constitución) yo, cual Cicerone, le iba indicando los diferentes comercios que por entonces allí abundaban, todos ellos regidos por teldenses de nacimiento o de adopción. Éste Cronista, que fresaba los catorce años, le iba indicando: Esta tienda de tejidos es de don fulanito, esta peletería es de don menganito y aquella sombrerería es de don singlanito… de esta manera tan ilustrada recorrimos unos cien metros. Yo, inmerso en mi papel de guía no paraba en mi bien estudiado monólogo, mientras ella, con la cabeza bien erguida, asentía una y otra vez. Llegando a la altura del Molinillo o Molinete explotó y, con todo el genio acumulado me soltó: ¡Calla, calla, no sigas más! Que se me revuelve el estómago. Con tanto Don, Don, Don; no parece que estemos en mi barrio natal. Sino en la Ciudad Alta de Las Palmas de Gran Canaria (Las Escaleritas). Y a alguien se le ha ocurrido lanzar un bidón vacío desde el canódromo al Paseo de Chil por el Barranquillo de Don Zoilo. Para, finalmente decir ¡Cuando yo de niña y joven vivía aquí, los Don en Telde se contaban con los dedos de ambas manos, pero por lo que veo, hoy todos son dones y doñas.

Traigo estas anécdotas a colación para explicarles la importancia de la persona a la que dedicamos el presente artículo, don Francisco Pérez Azofra, más conocido entre su numerosa clientela como don Paco El Nuevo, sobrenombre éste que llevaba con orgullo pues aludía a que era hijo de otro don Paco, esta vezEl Viejo, Francisco Pérez Cabral, también comerciante del mismo gremio. Éste último había llegado a Telde en 1868. Venía de la zona de Triana en donde su hermano y protector se dedicaba a actividades mercantiles. Al poco tiempo, don Paco que con el tiempo se convertiría en don Paco el Viejo, como hemos reflejado anteriormente, contrajo matrimonio con la joven cubana Pilar de Azofra Hechevarría. De ese matrimonio nacerían seis hijas y un hijo: María del Carmen, Lucrecia, María del Pilar, Francisco (Paco), Dominga, Rosa y Rafaela Margarita.

Don Francisco Pérez Azofra, don Paco El Nuevo.

Don Francisco Pérez Azofra, don Paco El Nuevo. / La Provincia

Comencemos a biografiar al protagonista del presente artículo: Don Francisco Pérez Azofra, nacido en el Barrio de Los Llanos de San Gregorio, en la casa que fuera de sus padres y junto al comercio textil de su progenitor, hecho éste que ocurrió el 10 de julio de 1895. Siendo bautizado en la parroquia del lugar tres días más tarde. Allí recibiría la catequesis para, años más tarde, cumplir con los sacramentos de la comunión y la confirmación. El 28 de mayo de 1922, cuando contaba 26 años, contrajo matrimonio con la distinguida señorita Zoila Blanco Guerra, hija del también comerciante de Los Llanos don José María Blanco Falcon, oriundo de la villa grancanaria de Moya y de su esposa doña María de la Candelaria Guerra Gil, que lo era de la también villa de Firgas. Pronto comenzaron los natalicios de sus diferentes vástagos que recibirían los nombre de: Francisco (Paco), con el tiempo también comerciante textil en la misma Plaza de San Gregorio; José María, quien murió poco después de su nacimiento; algo más tarde vino al mundo José Marino que seguiría los pasos de su abuelo, padre y hermano mayor; después nacería Rafael, que con el tiempo complementaria esa zaga familiar de comerciantes; un año más tarde nacería Zoila que se dedicó a las labores domésticas, cuestión ésta que compartió con su hermana María de la Candelaria del Pilar, que había nacido dos años más tarde que la primera. Ambas hermanas fueron educadas exquisitamente tanto por sus padres, en casa, como por maestras contratadas al efecto, y asistiendo al Colegio de las Monjas Dominicas de Las Palmas de Gran Canaria. El más pequeño de la familia Pérez Blanco es Luis, que a diferencia de sus hermanos no se dedicó al comercio. Titulándose en medicina, se especializó en odontología, siendo un profesional de gran prestigio tanto dentro y fuera de su ciudad natal.

Don Paco El Nuevo, es decir don Francisco Pérez Azofra, fue un ciudadano admirado y respetado cuanto más por todos aquellos que le conocieron en vida. Su fama de caballero honesto y de sagaz inteligencia traspasó nuestras fronteras municipales para ser reconocido, tanto en la capital grancanaria como en el resto de la Isla. De él se dijo que era un verdadero Rey Midas, pues era sorprendente la habilidad que tenía para los negocios. De inteligencia natural, ésta era acompañada de una noble y casi aristocrática figura, a la que él sabía sacarle partido con el recto y erguido caminar así como mostrando un exquisito gusto a la hora de vestir-siempre terno de chaqueta, chaleco y pantalón y calzando zapatos altos o lo que por entonces se llamaban botines-. Este atuendo se completaba con los mejores sombreros y boinas amplias que al decir de las mujeres que lo admiraban, don Paco parecía un pincel.

Nuestro biografiado se educó tras el mostrador de la tienda paterna. El día a día le hizo, desde su más tierna infancia, comprender el dicho que su padre don Paco el Viejo, repetía sin cesar a sus hijos: El dinero se ha hecho redondo para que ruede, así supo que mover el dinero en la dirección apropiada era garantía más que suficiente para crear una bien cimentada fortuna personal. Un año antes de casarse su padre le donó la tienda de tejidos de La Plaza de San Gregorio, yéndose a montar otra del mismo ramo a la cercanísima calle o callejón de San José, en una casa de dos plantas, recién edificada y marcada con el numero 3 de esta rúa. La habilidad mercantil del joven don Francisco le hizo ver más allá del comercio al detalle, convirtiéndose, antes de los 30 años, en un notable importador de tejidos y demás complementos del vestir con el fin de revenderlos en un comercio al por mayor. Su clientela se encontraba dispersa por los pequeños comercios de Mogán, Arguineguín, Juan Grande, Doctoral, Agüimes, El Ingenio, San Bartolomé y Santa Lucia de Tirajana. Así como por las más cercanas localidades de Tenteniguada, Valsequillo y San Mateo. Mas, tenemos constancia que transportó mercancía hasta los llamados pueblos de la Trasierra (Tejeda y La Aldea de San Nicolás). Hombre inquieto y perspicaz fue hacedor de grandes negocios fuera del mundo textil, sírvanos como ejemplo, cuando importó casi un centenar de camellos (dromedarios) de la cercana Fuerteventura con el fin de venderlos a los agricultores en general y muy especialmente a aquellos que comenzaron a preparar las tierras de El Calero, Las Huesas, El Goro, La Cruz de Jerez, la falda de Montaña Bermeja, así como Las Rubiesas-Lomo de Taliarte para el cultivo del tomate. Esas amplias comarcas teldenses tenían en común que su fértil suelo se encontraba debajo de una capa de caliche que debía ser levantado para que realmente fuera productiva. Él observó que los asalariados se las veían y deseaban levantando a mano las toscas de cal. Algunos empleaban el arado tirado por bueyes y también por mulos o burros. Don Paco el Nuevo con la idea de los camellos revolucionó la agricultura del tomate. Estos animales eran mucho más resistentes, no tenían necesidad de parar constantemente para hacer aguadas y se alimentaban de casi cualquier cosa, resistiendo horas y horas bajo el sol sin mostrar por ello debilidad alguna. Don Paco el Nuevo por el sólo hecho de comprar los camélidos en Puerto Cabras y revenderlos en Telde, llegó a ganar casi el triple de su valor de origen. Éstas y otras oportunidades pasaron por delante de sus ojos, no permitiéndose jamás que se le fueran de la mano.

Consolidado en los más diversos negocios, era propietario o copropietario de varios pozos para la extracción de aguas destinadas al riego, siempre abogó por que estas minas tuvieran las bombas de extracción más vanguardistas, obteniendo una altísima rentabilidad.

Don Francisco Pérez Cabral, concido como don Paco el Viejo

Don Francisco Pérez Cabral, concido como don Paco el Viejo / La Provincia

Un buen día sorprendió a propios y extraños con la compra de un gran espacio agrícola de unos 20.000 metros cuadrados aproximadamente o al decir de nuestros paisanos, 3 fanegadas, 6 celemines, a los que había que sumar unas cuantas brazas. La finca en cuestión bautizada desde antaño como Las Tosquillas. En verdad no se trataba de una sola propiedad, ya que había sufrido unas parcelaciones en el pasado más o menos inmediato. Don Paco El Nuevo fue comprando una a una hasta su cómputo general. Guiado por su espíritu emprendedor, diseñó una finca de recreo y esparcimiento, eso sí, sacándole también algo de provecho material. Construyó unos fuertes y gruesos muros de piedra y cemento de origen alemán, que sirvieron para contener la tierra de los diferentes bancales. Allí plantó plataneras, cafetos, aguacateros, naranjeros y otros tantos frutales. Mantuvo un buen alpendre en donde cobijó varios ejemplares de reses vacunas y en sus alrededores, gallineros, conejeras, etc. Se hizo traer de Jerez de La Frontera (Andalucía) una hermosísima yegua que era su orgullo y satisfacción más íntimo. Todo ello no gustó en demasía a su padre don Paco el Viejo quien, una vez y otra también, le repetía aquello de: zapatero a tus zapatos… algo por el estilo sucedió cuando le anunció a su padre que iba a comprar una casa o solar en la playa para que su familia pasase allí la temporada de verano, El Viejo don Pacose llevó las manos a la cabeza diciéndole: Ahora sí que creo que te has vuelto loco de remate, ¡Mira que poner tantos reales al borde del mar para que éste se los lleve! A lo que don Paco El Nuevo le contestó: ¡Descuida papá, que lo que adquiera lo voy a hacer sobre la loma de Las Clavellinas y ésa está a quince metros sobre el nivel de las aguas!

Don Francisco dedicó parte de su intelecto, trabajo y tiempo al negocio inmobiliario adquiriendo un importante número de edificios, todos ellos colindantes a la Plaza Mayor de Los Llanos, también llamada de San Gregorio. Allí se celebraba, cada domingo, el gran mercado comarcal, que al decir de algunos cronistas como Romero Ceballos era el lugar de transacción económica más importante de Gran Canaria.

Como representante de los comerciantes del barrio mercantil de Los Llanos fue portavoz de ese gremio, tanto ante las autoridades provinciales como locales, lo que le permitió intervenir en la política municipal, basando su acción en intentar mayor fluidez en la tramitación de permisos, bajada de aranceles y adoquinado de calles y plazas. Con una generosidad extrema, no libre de interés propio, donó parte del dinero necesario para conformar la primera plaza que, de forma triangular, se levantaba delante de la Iglesia Parroquial de Los Llanos, al mismo tiempo que el adoquinado con piedra de barranco de todos los tramos de calles circundantes. Todo ello vino a repercutir en su propio comercio sito en el mismo lugar.

Esta es parte de la vida y obra de don Francisco Pérez Azofra, Don Paco El Nuevo, uno de los más preclaros ciudadano y comerciante de la Ciudad de Telde.

  • Antonio María González Padrón. Cronista oficial de Telde y miembro correspondiente de la Real Academia de la Historia
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