Una nueva investigación ha proporcionado la evidencia más sólida hasta el momento de que los continentes de la Tierra se formaron por impactos de meteoritos gigantes, que fueron particularmente frecuentes durante los primeros 1.000 millones de años de historia de nuestro planeta. Así lo indica la distribución de los isótopos de oxígeno en una de las piezas de corteza continental más antiguas de la Tierra.

Un estudio publicado recientemente en la revista Nature y liderado por el Dr. Tim Johnson, de la Escuela de Ciencias Planetarias y de la Tierra de la Universidad de Curtin, en Australia, concluye que los continentes de la Tierra se habrían conformado principalmente a través de las consecuencias del impacto de meteoritos gigantes, rocas del espacio de decenas o cientos de kilómetros de diámetro que colisionaron masivamente contra nuestro planeta en sus primeros 1.000 millones de años de historia.

Según una nota de prensa, aunque esta teoría existía desde hace décadas, es la primera vez que se obtienen evidencias contundentes que la respaldan. Aunque la Tierra es hasta el momento el único planeta conocido en el que se ha comprobado la presencia de continentes, los científicos no han logrado precisar aún cómo se formaron. Al parecer, la enorme cantidad de impactos de meteoritos que soportó nuestro planeta en el período de su conformación inicial parece tener un papel preponderante. 

La clave estaría en el circón

De acuerdo a un artículo firmado por el líder de la investigación en The Conversation, el circón es el material de la corteza terrestre más antiguo que se conoce y puede sobrevivir intacto durante miles de millones de años. Permite determinar con bastante precisión cuándo se formó, en función de la descomposición del uranio radiactivo que contiene. Al mismo tiempo, es posible conocer el entorno en el que se desarrolló, midiendo la proporción relativa de isótopos de oxígeno que incluye y su distribución.

Teniendo en cuenta esto, Johnson y su equipo examinaron granos de circón de una de las piezas de corteza continental más antiguas del planeta, el cratón de Pilbara en Australia Occidental, que comenzó a formarse hace más de 3.000 millones de años. Comprobaron que muchos de los granos de circón más antiguos contenían isótopos de oxígeno más ligeros, un dato que indica un derretimiento superficial. Sin embargo, los granos más jóvenes poseen isótopos con otras características, marcando un derretimiento mucho más profundo.

El patrón descubierto en los isótopos de oxígeno es lo que podría esperarse después del impacto de un meteorito gigante, según los científicos. Los granos de circón con isótopos de oxígeno más ligeros y una ubicación superficial tienen la misma edad que los denominados “lechos de esférulas”, tanto en el cratón de Pilbara como en otros lugares, de acuerdo a los análisis realizados. Los lechos de esférulas son depósitos de materiales desprendidos por impactos de meteoritos. Si los circones tienen la misma edad, esto sugiere que pueden haberse formado por los mismos eventos.

De mesetas oceánicas a continentes

Esta distribución de los isótopos de oxígeno se puede reconocer también en otras áreas de la corteza continental antigua, como por ejemplo en Canadá y Groenlandia. Las evidencias muestran que los impactos de meteoritos habrían sido cruciales para la formación de las llamadas mesetas oceánicas, que con el paso del tiempo derivaron en los continentes que hoy conocemos.

¿Cómo se concretó este proceso? Los impactos de meteoritos gigantes arrojan grandes volúmenes de material casi instantáneamente, derritiendo a las rocas de la superficie terrestre. Al mismo tiempo, el impacto libera presión sobre el manto de la Tierra, que se encuentra debajo, generando también su derretimiento y produciendo una masa de corteza basáltica. Dicha masa se denomina meseta oceánica, que hoy puede encontrarse debajo de Hawái o Islandia, por ejemplo.

La investigación muestra que estas mesetas oceánicas podrían haber evolucionado para formar los continentes, a través de un proceso conocido como diferenciación de la corteza. La gruesa meseta oceánica formada por el impacto puede calentarse tanto en su base que también se derrite, generando el tipo de roca granítica que crea la corteza continental flotante, que hoy caracteriza a los continentes de la Tierra.

Referencia

Giant impacts and the origin and evolution of continents. Tim Johnson et al. Nature (2022). DOI:https://doi.org/10.1038/s41586-022-04956-y