El desafío de las máquinas (1)

La IA puede ser superada por la inteligencia humana si somos capaces de integrar sus procesos cognitivos

Podemos dar la vuelta al "Test de Turing" para que seamos nosotros los que aprendemos de las máquinas inteligentes

La competencia con la IA no ha hecho más que comenzar.

La competencia con la IA no ha hecho más que comenzar. / Gerd Altmann en Pixabay.

Pablo Criado Boado

La IA ha demostrado que puede superar a la inteligencia humana en una gran cantidad de procesos cognitivos, pero podemos recuperar la iniciativa si somos capaces de internalizar a la máquina inteligente: así demostraremos que ser humanos sigue siendo algo especial que vale la pena.

Pablo Criado Boado (*)

¿Maravilla, reverencia, miedo, estupor?... ¿Cómo debemos reaccionar ante los espectaculares logros recientes en Inteligencia Artificial?

Las técnicas de aprendizaje automático ("machine learning"), ya basadas en métodos algorítmico-estadísticos, ya basadas en redes neuronales adaptativas ("deep learning"), auguran un cambio profundo. Eso no parece cuestionable. Más bien lo que aquí resulta cuestionable es si estamos ante un cambio de carácter utópico o de carácter distópico.

Os propongo un análisis sin emociones. Porque la inteligencia artificial suscita emociones. Y, para ello, como siempre, empezaremos por definir los términos de partida.

Sin tecnicismos… ¿qué es la Inteligencia Artificial?

Os propongo contemplar la Inteligencia Artificial como la suma de dos características. Y ojo, la primera de ellas es tan evidente y fulgurante que su brillo nos puede eclipsar la otra. Y sin esta otra característica, la Inteligencia Artificial no sería lo que es. Ni tan prometedora para los optimistas, ni tan amenazadora para los pesimistas. Ni, en definitiva, tan disruptiva para nosotros, los equidistantes.

En primer lugar:

La Inteligencia Artificial es el dominio de conocimientos científico/técnicos que permiten desarrollar máquinas que son capaces de emular o reproducir (atención al matiz) y aprender habilidades cognitivas que hasta ahora suponíamos exclusivas, ¡y hasta definitorias!, del ser humano (y, según se ve, nos equivocábamos).

Éste era un sueño antiguo. Centenario. Pero lo que en él ha cambiado es la naturaleza de lo que los sapiens biológicos hemos ido concibiendo como máquinas, según el estado de la tecnología punta en cada momento histórico:

Antes, el concepto de máquina significaba 'autómatas mecánicos' y, ahora, desde el segundo tercio del siglo XX, significa 'computadores electrónicos'.

(En fin, éste es un resumen simplificado hasta el extremo. Por un lado, las máquinas tienen mucho más pasado y mucho más futuro del aquí sugerido; por otro, quizás sería bueno desarrollar un poco qué es eso que llamamos 'computador'. Para no romper el hilo aquí, dejémoslo para otra ocasión).

Pero esta primera característica, por sí misma, no bastaría para que la Inteligencia Artificial agitase el mundo, tal y como lo está haciendo. La Inteligencia Artificial tiene otra característica demoledora.

En segundo lugar:

La Inteligencia Artificial, a lo ya dicho, suma el hecho de que esas máquinas, los computadores, al contrario que los humanos, no se cansan y son capaces de procesar cantidades ingentes de datos.

Es decir, los computadores son máquinas inmensamente escalables. Tanto en tiempo de trabajo, como en volumen de datos procesados.

Y en estas dos cuestiones, en el partido que se juega entre inteligencias artificiales y seres humanos, ellas nos ganan por goleada.

Además, tengamos presente que cuantos más datos procesa un sistema computacional dotado de inteligencia artificial con un algoritmo de aprendizaje (ya sea entrenamiento estadístico, ya sea entrenamiento neuronal) mejor y mejor es capaz de desempeñar las tareas que le hemos asignado.

Es decir, en este asunto la cantidad se convierte en cualidad.

Y no lo olvidemos: la cantidad es la de nuestros datos. Por eso en inteligencia artificial está en cabeza quien está en cabeza. La posición de liderazgo está positivamente realimentada o, en otras palabras, sometida a una dinámica de 'profecía autocumplida'.

Al final del primer tiempo: Máquinas Inteligentes 1 - Seres Humanos 0

Sin duda: la inteligencia artificial es ya francamente superior al cerebro humano para todo un conjunto de tareas cognitivas. Un conjunto verdaderamente amplio.

En un intento por aprehender de forma general este conjunto, podemos decir que los computadores inteligentes son ampliamente mejores que nuestros cerebros en:

Por lo pronto, todas aquellas tareas que requieren memorizar grandes volúmenes de datos y acceder rápidamente a ellos, así como en las tareas que implican cálculos complejos (computar).

Esto ya lo sabíamos. Ninguna sorpresa. Ya nos habíamos acostumbrado a la idea de que los computadores eran indeciblemente mejores que nosotros en todas aquellas actividades que siguen un método bien definido (de nuevo, la idea de algoritmo). No nos resultaba ofensivo. Al fin y a cabo, la inteligencia, pensábamos, va de habilidades cognitivas no verdaderamente reducibles a algoritmos y, en ese terreno, los seres humanos siempre ganaremos.

Pero resulta que los computadores dotados de inteligencia artificial también son netamente superiores a nosotros en todas aquellas tareas que involucran estimaciones probabilísticas complejas o detección de patrones en grandes volúmenes de datos (¡incluso no estructurados!).

O, lo que en gran medida es equivalente: en todas las tareas que involucran análisis estadísticos endiabladamente complejos.

Y aquí ya cambia la cosa:

Habida cuenta de lo mucho que puede aportar un buen modelo estadístico (y ya no digamos una bien diseñada 'red neuronal') en una increíble variedad de situaciones de la vida real (privada o empresarial), aquí la IA sí que nos toca, y de mal modo, nuestro muy humano ego de pensantes máquinas biológicas. Dibujar, conversar, elaborar escritos sobre un tema, hacer estimaciones complejas,... ¡¿Qué más tareas que creíamos reservadas a seres humanos cultos y capaces habrá que añadir a la lista?!

Ahora bien, ¡el partido aún no ha acabado!

Nosotros podemos aprender de la Inteligencia Artificial.

Nosotros podemos aprender de la Inteligencia Artificial. / Peace, love, happiness en Pixabay.

Comienza el segundo tiempo del partido entre Máquinas Inteligentes y Seres Humanos

Y lo que en este segundo tiempo hagamos marcará, en buena medida, nuestro destino. Como individuos, como familias, como empresas y como sociedades.

Y para analizar qué podemos hacer, vamos a reiniciar el debate. Desde otro punto de vista.

El propio Allan Turing que, entre otras muchas cosas, fue uno de los creadores de la teoría de la computación detrás de todo el edificio de la informática tal y como hoy la conocemos, publicó en el año 1950 un artículo titulado "Máquinas Computacionales e Inteligencia" (véanse las referencias).

Es un artículo visionario sobre 'Inteligencia Artificial', si bien Turing no llegó a acuñar este término. Un artículo no técnico cuya lectura es muy aconsejable, y no sólo por motivos históricos.

Turing, yendo al grano, lo abría con esta frase: "Propongo considerar la cuestión: '¿Pueden pensar las máquinas?'".

Y así, tras algunos argumentos justificativos, nos emplazaba a definir la inteligencia de forma fenomenológica: pensar es lo que huele a pensar, sabe a pensar y se oye como pensar.

Vaya, que Turing se inventó un juego imaginario que le permitía establecer qué es lo que significa inteligencia no humana y, por tanto, le permitía someter ésta a análisis racional.

Este juego consistía en una máquina y un ser humano que conversaban, sin que el ser humano supiese ni pudiese ver con quién hablaba. La máquina ganaría el juego cada vez que fuese capaz de engañar al ser humano, convenciéndolo de que estaba conversando con otro ser humano.

Como ve, este juego imaginario no es otra cosa que lo que después se ha dado en llamar el 'Test de Turing' (por ejemplo, los nada imaginarios CAPTCHA, "Completely Automated Public Turing test to tell Computers and Humans Apart").

Pero Turing lo llamó el 'Juego de la Imitación' ("The Imitation Game").

Y Turing se arriesgó a ser profético. En el propio artículo expresó su convencimiento de que en 50 años, para finales del siglo XX, habría computadores pensantes que serían capaces de ganar el 30% de las partidas del 'Juego de la Imitación' tras una entrevista de 5 minutos.

Cambiemos el juego: de "Juego de la Imitación" a "Juego de la Superación"

Cojamos el toro por los cuernos. Los computadores dotados de algoritmos de aprendizaje tejidos con estadística fina o de redes neuronales emuladas (o las máquinas analógicas que, de por sí, son redes neuronales) hacen muchas actividades pensantes ya mejor que nosotros. Y más que las harán.

Aceptemos esto como un hecho. Tal que si alguien hubiese aprendido a cultivar y educar fragmentos de cerebro humano para ponerlos a pensar.

Y más aún. Porque tal posibilidad se quedaría corta frente a la Inteligencia Artificial, dado que ésta, como hemos visto, no tiene restricciones de escala ni en cuanto a potencia de esfuerzo ni en cuanto a volumen de datos.

Lo que debemos hacer con el talento es, siempre, aprender de él y/o hacerlo nuestro. Tenga el género que tenga. Tenga la edad que tenga. Y tenga la raza que tenga. ¡Incluso aunque no sea humano! : )

Por tanto, es nuestra sensata obligación, dar la vuelta al juego de Turing:

En vez del 'Juego de la Imitación', en el que la máquina supuestamente inteligente intentaba engañar al ser humano para demostrarle que estaba a su altura, pasemos al 'Juego de la Superación', en el los humanos, ¡nosotros!, aprendemos e internalizamos la máquina inteligente para demostrarnos que ser humanos sigue molando, sigue siendo algo especial y que vale la pena.

Del 'Juego de la Imitación' ("The Imitation Game") de máquina a humano, al 'Juego de la Superación' de humano a máquina ("The Overcoming Game", parafraseando a Turing, con su permiso : ).

Y practiquémoslo como individuos, como familias, como empresas y como sociedades.

Cambiemos la forma en la que enseñamos a nuestros hijos.

Cambiemos la forma en la que enseñamos a nuestros hijos. / Gerd Altmann en Pixabay.

Algunas partidas posibles del "Juego de la Superación"

Pongamos algún ejemplo.

De antemano sé que me voy a quedar muy corto. Y no sólo por mi obligado respeto a su tiempo, ¡claro! Sino también porque, debo ser honesto, la diversidad de ejemplos de aplicación es tan grande que yo no sabría desarrollar todos. Pero, por favor, si le apetece, continúe usted la lista de ejemplos posibles.

Uno.

Hagamos que una inteligencia artificial se someta a los exámenes que el sistema educativo pone a nuestros jóvenes. A mí me da en pensar en el bachillerato porque tengo una hija en edad de EBAU, pero la prueba aplica a cualquier nivel de nuestro inefable sistema educativo.

Y si resulta que la inteligencia artificial pasa esos exámenes con buena nota (como me temo que va a ser el caso), aceptemos esto como una prueba fehaciente de que el sistema educativo es mejorable. Y utilicemos la inteligencia artificial para mejorarlo:

Cambiemos la forma de enseñar a nuestros hijos y la forma en la que se les evalúa.

Enseñar a memorizar está bien, pero basar el aprendizaje en la memoria es un desatino. Enseñar tolerancia al estrés está bien, pero enseñar a nuestras hijas e hijos a sacrificar comprensión a cambio de eficacia es crear futuros esclavos especializados.

Por el contrario, incentivemos la curiosidad y la pasión por aprender como motivaciones intrínsecas. La libertad de pensamiento y el pensamiento crítico como responsabilidades éticas. La pasión por compartir conocimientos y ser útil como una de las monedas de interacción social fundamentales. Y el trabajo en equipo como lo que es, simple y llanamente, cuando funciona bien: un placer inestimable.

Y cuando hayamos hecho algunos cambios, hala… a volver a poner el examen a la inteligencia artificial para averiguar si hemos mejorado y cuánto. Y así, una y otra vez. Aplicando el 'Ciclo de Mejora Continua', que es cíclico y es continuo. Y no porque lo exija ninguna ISO o normativa legal, sino porque cae de cajón. Es la única forma de que consigamos tener instituciones sociales adaptadas a un mundo cambiante. A vertiginosa velocidad cambiante.

¿O acaso vamos a educar a nuestras inteligencias artificiales mejor de lo que educamos a nuestras hijas e hijos?

Que yo sepa, hay algo que aún sigue siendo cierto:

Una niña o un niño son las mejores máquinas de aprendizaje del Universo Observable. ¿Empezamos a obrar en consecuencia?

Dos.

A nivel individual y familiar, utilicemos las magníficas inteligencias artificiales conversacionales disponibles de forma pública para preguntarles sobre lo que no sabemos y queremos aprender.

Haga la prueba de preguntarle sobre un tema que usted domine. Un tema complejo. Y verá.

Rétela. Póngale las cosas difíciles viendo si está a la altura de los conceptos integradores que usted ha sido capaz de crear en su mente, a través del esfuerzo y la intuición. Con ello usted podrá constatar los límites de esa inteligencia artificial y, así también, ¡constatar su extraordinario valor como profesora!

No sólo nos ahorra búsquedas en el maremágnum de Internet lleno de textos que humanos han fusilado de otros humanos, creando esos estanques fétidos de información mal oxigenada, plagados de lugares comunes y ausentes de visiones innovadoras.

También va a encontrarse con el regalo de excelentes resúmenes y respuestas que, si pregunta adecuadamente, le van a resultar hechas a medida y útiles hasta un grado extraordinario.

Y tres.

En cuanto al terreno de la empresa, empecemos, desde ya, a planificar la integración de inteligencias artificiales en todas las áreas y procesos.

Y no con vistas a automatizarlo todo. Quien lo automatice todo se quedará sin valor diferencial, porque nada es más fácil de copiar que la tecnología. Sino con vistas a mejorar el rendimiento y la capacidad de los equipos humanos. Como un medio con el que amplificar su desempeño.

Y quizás no sea bueno dejar que desde fuera nos digan qué sistema de inteligencia artificial utilizar, ni dónde, ni cómo. No parece que ser seguidista en esto sea una buena idea.

Al menos no lo es en el caso de grandes organizaciones. Siendo aquí la unidad de medida del tamaño de la organización una muy sencilla. Más allá del número de sedes, de la cifra en la cuenta de resultados, del volumen de infraestructuras tecnológicas, del volumen del staff,… todos los factores de escala de la organización se resumen, quizás, en uno: el volumen de datos que la organización genera y/o tiene que procesar, por unidad de tiempo.

El conocimiento sobre lo que hay que hacer ya lo tiene el equipo humano de la empresa. Y, es seguro, este equipo ya sabe muy bien dónde y cómo utilizar la inteligencia artificial. Así que dejemos que sean ellos quienes lo hagan.

Además, de esa forma podremos pedirles más adelante que nos demuestren que se han convertido en maestros en el arte del "Juego de la Superación". Que han aceptado el reto de la inteligencia artificial para aprender de ella y así mejorar su desempeño como seres humanos.

Las cosas requieren su tiempo. De hecho, durante las primeras fases de la integración de inteligencia artificial, parece sensato centrarse en ordenar los datos, catalogar sus fuentes, tasarlos y seleccionarlos por su relevancia según el contexto, ordenar los flujos de datos y, por supuesto, categorizar los comportamientos.

Esto es lo que permitirá pasar de la detección de síntomas (monitorización) a la interpretación de causas o percepción de estados internos (observabilidad). Y tras ello, a la detección de patrones de funcionamiento de la organización. Esto es, saber si estamos en un patrón de normalidad, o bien en un patrón de anormalidad. Un lenguaje que tomamos prestado del mundo de la ciberseguridad, pero que aplica a cualquier otro. De igual manera que una mecánica avezada es capaz de saber qué falla en un motor con sólo escuchar atentamente cómo suena.

Todo esto hará que la empresa aumente tanto su capacidad de anticipación como su capacidad de innovación. Esto terminará llegando si hacemos las cosas bien. Pero quizás sea bueno ser pacientes y comenzar con un objetivo menos ambicioso y, pese a ello, extraordinariamente útil:

Empezar haciendo que la inteligencia artificial descargue de tareas a los equipos humanos, dándoles más tiempo.

Esto no sólo ayudará a un buen entendimiento entre inteligencias : ), también permitirá que el equipo humano se concentre en conseguir la excelencia en lo que sólo los seres humanos, y no las máquinas, siguen siendo capaces de hacer: muchas cosas. Entre ellas, todas las que verdaderamente, como humanos, nos importan.

(*) Pablo Criado Boado es físico, informático y máster en gestión de la innovación. Trabaja como asesor de innovación y como formador/divulgador tecnológico.

Referencias

Escrito "First Draft of a Report on the EDVAC" de John von Neumann fechado el 30 de junio de 1945. Antes de la finalización de la Segunda Guerra Mundial, antes de las bombas atómicas sobre Nagasaki e Hiroshima, y antes incluso de la prueba nuclear 'Trinity'.

Artículo "Computing Machinery and Intelligence" de Allan Turing (1950).